enero 31, 2023

Razonemos

«Vengan ahora, y razonemos», Dice el Señor, «Aunque sus pecados sean como la grana, Como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, Como blanca lana quedarán» (Is 1:18, LBLA). 

לְכוּ־נָ֛א וְנִוָּֽכְחָ֖ה יֹאמַ֣ר יְהוָ֑ה אִם־יִֽהְי֨וּ חֲטָאֵיכֶ֤ם כַּשָּׁנִים֙ כַּשֶּׁ֣לֶג יַלְבִּ֔ינוּ אִם־יַאְדִּ֥ימוּ כַתֹּולָ֖ע כַּצֶּ֥מֶר יִהְיֽוּ׃ (Hebrew Texts Westminster Leningrad Codex)

La expresión "Vamos a razonar juntos" ונוכחה ve nivāk e châh de יכח yâkach (tener razón), se puede usar en la forma hiphil. En este caso el verbo significa demostrar. Demostrar que tiene razón.

En otro lugar enuncia: "Hazme recordar, discutamos juntos nuestro caso; habla tú para justificarte" (Is 43:26).

El pasaje isaiano (1:18) pudiera transmitir que más allá de percibir la invitación yahvista lo que trata es poner fin a todo razonamiento o justificación humana. Dios es razonable. Nos llama a tratar libremente con sinceridad nuestros problemas. Se interesa en las cosas que nos afectan. Se preocupa y ocupa por nuestra condición espiritual. Desea que nos apartemos del pecado.

En ambos pasajes percibimos la promesa inmutable: el perdón y la limpieza de nuestros pecados. Aquí el peor de los pecadores encuentra consuelo y esperanza en Dios. "En este pasaje Dios nos asegura que, no importa cuán culpables podamos haber sido en lo pasado ni cuán consumado haya sido nuestro pecado, todavía él puede devolvernos la pureza y la santidad. Esta promesa no sólo tiene que ver con los resultados del pecado, sino con el pecado mismo. Este puede ser erradicado y eliminado por completo de la vida. Con la ayuda de Dios, el pecador puede lograr el dominio completo de todas sus flaquezas" (CBA).

Razonemos
Debido al engaño causado por nuestro némesis el diablo hemos sido "destituidos de la gloria de Dios" (Ro 3:23). Con relación al verbo יכח yâkach "tener razón", no tenemos ninguna excusa válida para justificarnos delante de Dios. No podemos justificar nuestros deslices. Aceptemos nuestra condición espiritual y entremos en razón con Dios. Él nos dice: "Aduce tus razones y discutamos, dilas, si quieres ser absuelto" (Is 43:26, BLP). El imperativo yahvista sigue siendo el mismo: "Y serán santos como Yo soy santo" (Lv 11:45; 1 Pe 1:16). Si discutimos nuestro caso con Dios. Si somos sinceros con él, y nos arrepentimos de todo corazón, él puede devolvernos la pureza y la santidad. Todavía hay esperanza.

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com

enero 29, 2023

Quieren ir al cielo sin conocer a Dios en la tierra

Navegando por internet encontré la siguiente expresión lingüística: «Quieren ir al cielo sin conocer a Dios en la tierra». Si le damos una lectura diagonal a esta locución parecería ser sustancial, sin embargo, cuando auscultamos la misma su mensaje carece de precisión.

Lo subyacente en esta expresión parece sugerir que los creyentes vivirán eternamente en el cielo. Es lo que la mayoría cristiana piensa. Usted los escucha decir, «cómo será vivir en el cielo cuando estemos allá». ¿Será que los redimidos piensan que vivirán eternamente en el cielo?

Muchos aducen que Jesús prometió que regresaría pronto y los llevaría al cielo para morar eternamente. ¿En verdad Jesús dijo eso?Me parece que Jesús nunca prometió llevar a sus seguidores al cielo para su morada final. Lo que sí prometió es que estaría con ellos para siempre, no en el cielo, sino en la tierra que heredarán y gobernarán con él (Mt 5:5; Ap 5:10). 

Pero a caso no fue lo que Juan escribió, que Jesús iría al cielo a preparar lugar para nosotros: «No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas [moradas (μονή monḗ, «estancia, residencia, morada, mansión»)]; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a [preparar (ἑτοιμάζω hetoimázō, «proveer, alistar»)] un [lugar (τόπος tópos, «espacio para morar»)] para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros» (Jn 14:1-3). 

Juan 14:1-3 en contexto
Me parece que las palabras de Jesús giran en torno al aplacamiento de sus discípulos ya que partiría pronto con el Padre. Me parece que la expresión «a preparar lugar» hace alusión a la recepción parcial de los redimidos en el cielo. Según la sintaxis del texto, parece ser que las «moradas ya están preparadas», porque dice, «En la casa de mi Padre [hay (εἰσί eisí, 3ra persona plural presente de indicativo de εἰμί eimí «existo»)] muchas moradas». La palabra griega que se usa aquí para casa es diferente de la que se usa para una estructura física, por ejemplo el templo en la tierra (Jn 2:16). Si lo comparamos con 2 Corintios 5:1 donde se usa metafóricamente veremos el significado exacto. El pueblo judío pensaba en el cielo como la morada de Dios (Sl 23:6; Is 63:15; He 7:49; Hb 9). Esto queda evidenciado en la oración que Jesús enseñó a los discípulos: «Padre nuestro, que estás en los cielos» (Mt 6:9). Si hacemos una exégesis literal y proponemos las moradas como «estructuras físicas» se deduciría que las mismas ya están construidas. Si proponemos una exégesis en sentido figurado la morada sería el cielo mismo. En cuanto a la expresión «a preparar lugar» pudiera estar haciendo alusión a la recepción parcial de los redimidos en el cielo. O, pudiera hacer alusión a la mediación sacerdotal de Cristo en nuestro lugar (Hb 7:26-28; 8:6; 9:23-24). Su mediación reconcilatoria prepara nuestro lugar (2 Cor 5:19). El lugar perdido, arrebatado por nuestro némesis el diablo, quien causó que fuéramos «destituidos de la gloria de Dios» (Ro 3:23). 

Pablo aduce que en la segunda venida de nuestro señor Jesucristo, los arrepentidos que estén vivos y los resucitados recibirán al Señor (1 Ts 4:16, 17). Juan parece sugerir que los redimidos serán llevados al cielo por un tiempo definido. Deduzco por tiempo definido debido a que al final del milenio, la Nueva Jerusalén descenderá a la tierra y se convertirá en el hogar permanente de los redimidos (Ap 21:1-3, 9-11). Me parece lógico que durante el tiempo del milenio mientras la tierra permanece desolada (Is 24:1, 3, 5, 6; Jr 4:23-26), los redimidos reinarán con Cristo en el cielo (Ap 20:2, 4). Pero, ¿Qué harán los redimidos durante ese tiempo? Juan escribió: «Entonces vi que los que habían recibido la facultad de juzgar se sentaron en tronos» (Ap 20:4). Parece ser que a los redimidos se les dará participación en el juicio. Si esto es así, entonces, el milenio comenzará después de que los redimidos sean llevados al cielo. Se sentarán en sus tronos y se les asignará parte en el juicio. No en el sentido de juzgar, porque toda autoridad para juzgar fue dada al Hijo (Jn 3:35; 5:27), sino para observar el justo juicio de Dios. Este espacio de tiempo dará oportunidad para que los redimidos observen los registros celestiales y comprueben el trato justo de Dios en todos los casos. Ya sea en el caso de los ángeles que no guardaron su dignidad (1 Cor 6:3; Jds 6; Ap 20:4-6), como en el caso de los seres humanos que rechazaron la salvación (2 Ti 4:1). Después del milenio, el diablo será desatado por un tiempo y luego será destruido junto con sus seguidores (Ap 20:7-10).

En lo personal cambiaría la sintaxis de la expresión lingüística: «Quieren ir al cielo sin conocer a Dios en la tierra» por «Quieren poseer la tierra nueva sin conocer a Dios». El asunto aquí es conocer a Dios como nuestro salvador personal. Esto se logra únicamente por medio de Cristo Jesús, quien dio a conocer a Dios el Padre (Jn 1:18; 17:3).

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

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enero 27, 2023

Dios estaba en Cristo

Fue Dios quien tomó la iniciativa de reconciliar al mundo consigo mismo por medio de Cristo Jesús: «Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo» (Ef 1:5 NTV). Podríamos inferir que Dios el Padre es la fuente de la salvación (1 Cor 8:6), el Hijo el mediador (Ro 3:24; Ef 3:18; Col 1:20) y el Espíritu Santo nuestro guía (Ro 8:26-27). Maravilloso plan salvífico basado en el amor del Dios triuno el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios es nuestra única esperanza. Aunque no podamos comprender del todo lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo de su amor (Ef 3:18), él sigue siendo nuestra única esperanza de salvación. Juan aduce: «Así en efecto amó Dios al mundo...» (Jn 3:16). La iniciativa de la reconciliación fue basada en su gran amor: «Porque Dios es amor» (1 Jn 4:8). «En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados» (1 Jn 4:10 NTV). «Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero» (1 Jn 4:19 RVR 1960).

La Escritura diserta que ese amor se dio a conocer por medio del plan de salvación: «Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo» (2 Cor 5:19). O sea, que al aceptar a Cristo como nuestro salvador «nuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Col 3:3). En otras palabras, puedo verbalizar para la gloria de Dios que «ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Ga 2:20). Maravilloso el amor de Dios. Aduce Monseñor Luis F. Ladaria, que «En la reconciliación de Dios en Cristo opera el amor que él nos tiene». ¡Qué maravillosa gracia! ¡Qué maravillosa manera de amar! ¡Qué maravillosa manera de reconciliar al mundo consigo mismo! Cabe preguntar, ¿En qué consiste la reconciliación? La Biblia diserta que el pecado enemistó a la raza humana con Dios. Tanto así que los autores bíblicos describen nuestra naturaleza de la siguiente manera: «Nada hay tan engañoso ni tan absolutamente perverso como el corazón. Nadie es capaz de conocer a fondo su maldad» (Jr 17:9 NBV). «Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará» (Ro 8:7 NBV). Basado en estos pasajes podemos inferir nuestro estatus delante de Dios: «...destituidos de la gloria de Dios» (Ro 3:23). Siendo que estamos destituidos de la gloria de Dios, la reconciliación se da por medio de Cristo Jesús. Entonces, ¿En qué consiste la reconciliación? La reconciliación consiste en la justificación, en ser «justificados gratuitamente» por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús (Ro 3:24, 28; 4:16; 5:1, 9; 1 Cor 1:30). 

Pablo aduce que somos justificados gratuitamente por la gracia de Dios, por medio de la redención que es en Cristo Jesús. Estas palabras son significativas. El autor de la carta a los Hebreos, expresa por medio de una pregunta retórica lo siguiente: «¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?» (Hb 2:3). Me parece que la expresión «si descuidamos una salvación tan grande» es en alusión a la salvación que es en Cristo Jesús. Algunos cristianos primitivos seguían aferrados al antiguo sistema judaico. Habían perdido de vista el propósito del evangelio: la salvación única y exclusivamente por los méritos de Cristo Jesús. En el presente muchas personas viven afligidas, preocupadas bajo el antiguo sistema de una vida conductual. Están todo el tiempo preocupados por su conducta delante de Dios. La Biblia dice: «No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho» (Flp 4:6 NBV). Más allá de preocuparnos por la salvación debemos ocuparnos de la misma. Sin embargo, no debemos estar preocupados, ni ansiosos por lo que Dios piense de nosotros, ni por lo que está escrito en el registro celestial (Lc 10:20; Flp 4:3; Ap 20:12). Los escritores bíblicos afirman que Cristo es nuestro sustituto (2 Cor 5:21), nuestro intercesor (Hb 4:14-15), nuestro abogado (1 Jn 2:1), por lo tanto, no debemos estar ansiosos por lo que Dios piense de nosotros, sino por lo que Dios piense de Cristo, nuestro sustituto. La autora Ellen White escribió: «No debemos estar ansiosos por lo que Cristo y Dios piensen de nosotros, sino por lo que Dios piense de Cristo, nuestro sustituto». Nuestro némesis el diablo se entromete a diario en nuestra relación con Dios. Nos distrae al punto que cometemos deslices. Pone en nuestra mente pensamientos negativos. Nos susurra al oído que somos unos fracasados. De manera que todo esto crea ansiedad. La ansiedad provoca que nos enfoquemos en nuestros propios esfuerzos, o sea en una vida conductual. Nos enfocamos solamente en ser buenos para que Dios nos acepte. El finado Desmond Ford adujo: «No tenemos que ser buenos para ser salvos, sino salvos para ser buenos. No se trata de quiénes somos, sino a quién pertenecemos». No olvidemos el pensamiento paulino: «Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo» (2 Cor 5:19). «Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Col 3:3). «Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Ga 2:20). Cristo es nuestro sustituto (2 Cor 5:21), nuestro intercesor (Hb 4:14-15), nuestro abogado (1 Jn 2:1). El que intercede por nosotros ante el Padre, le dice: «Mira, he escrito sus nombres en las palmas de mis manos» (Is 49:16). «Ruego por ellos...» (Jn 17:9). «Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre...» (Jn 17:11). Cristo es nuestro representante. Lo que implica que el Padre, trata nuestros asuntos directamente con Cristo. Por lo tanto, no hay que estar ansiosos. No le permita a Satanás que escriba su agenda diaria. White también escribió: «No se nos ha llamado a ponernos en paz con Dios, sino a aceptar a Cristo, que es nuestra paz». Estas palabras nos recuerda el pensamiento paulino que dice: «Porque Cristo es nuestra paz» (Ef 2:14). Cuando caemos, tratamos de levantarnos por nosotros mismos para estar en paz con Dios, pero no lo podemos lograr porque nuestra naturaleza no nos permite hacerlo (Ro 8:7). Nuestra esperanza está en Aquel que dijo: «Les dejo la paz, les doy mi paz; pero no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni tengan miedo» (Jn 14:27 NBV). Como sintetiza Pablo, «Cristo es nuestra paz» (Ef 2:14). Ciertamente no se nos ha llamado a ponernos en paz con Dios, sino a aceptar a Cristo nuestra paz. Igualmente escribió: «El carácter de Cristo ocupa el lugar de nuestro carácter, y somos aceptados delante de Dios como si no hubiésemos pecado». Estas palabras nos llevan al pensamiento paulino que aduce: «En Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo con él, no tomándole en cuenta sus pecados...» (2 Cor 5:19). Si permanecemos en Cristo (Mt 24:13; Jn 15:7-17), su carácter ocupará el nuestro (Ga 2:20). Dios nos mira siempre a través del carácter de Cristo. Así será hasta que seamos transformados (1 Cor 15:52-55).

Puesto que nosotros aún tenemos una naturaleza pecaminosa (Ro 8:7), todavía es necesario que las normas celestiales continúen actuando como ayo, como maestro, como guía haciéndonos saber lo que es correcto (Ga 3:24-26), aunque ya no estamos bajo ayo (v. 25), aún nos muestra nuestra necesidad de Cristo (v. 26). De igual manera, no estamos bajo [la] ley, sin embargo, la misma nos sirve de «advertencia» (NTV) «prevención (PDT), «amonestación» (LBLA), (Sl 19:11-13). En todo caso, el pensamiento paulino aduce que no estamos bajo ayo, ni bajo la ley, sino bajo la gracia. Esto sugiere que no tratamos de alcanzar la justificación por medio de la ley lo cual es imposible, sino por medio de la gracia de Dios, lo cual es posible en Cristo Jesús. Podríamos decir que la ley de Dios, actúa en el proceso de la santificación como ayo, como maestro, como guía para calidad de vida. Después de todo, somos gente civilizada que nos regimos por las leyes (Ro 13:1-7). Como mencioné, la ley de Dios actúa en el proceso de la santificación, pero no tiene parte en nuestra justificación. No importa lo que aprendamos sobre la justificación y la santificación. Itero, las normas de Dios actúan en el proceso de la santificación para calidad de vida, pero no tienen parte en nuestra justificación. Así también podemos cooperar con la justicia de Dios, pero nunca podemos contribuir a nuestra justificación (Jr 33:16; 1 Cor 1:30; 2 Cor 5:21). Podemos cooperar, pero no contribuir porque no hay méritos en nosotros. Si de méritos se trata, «Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona» (Hb 12:2 DHH). Fijemos nuestra mirada en «El Señor, justicia nuestra» (Jr 23:6; 33:16).

Siendo que nuestra naturaleza es imperfecta, o sea que «Cuando quiero hacer el bien, no lo hago; y cuando trato de no hacer lo malo, lo hago de todos modos» (Ro 7:19 NBV), Dios ha provisto un medio justo: «Hijitos míos, les digo esto para que no pequen; pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: a Jesucristo el justo» (1 Jn 2:1 NBV).

Jesucristo el justo, es el único medio de salvación. Por eso, el pensamiento paulino: «Dios estaba en Cristo...» (2 Cor 5:19). De acuerdo con Pablo, Cristo es todo, «Cristo, llena todo en todo momento...» (Ef 1:23 PDT). Cristo es el centro de todo. La máxima revelación (Hb 1:1-2; Col 1:15-20). La Biblia es la revelación de Cristo (Ap 1:1). En síntesis, Cristo es todo (Ef 1:23) y todo lo podemos en Cristo (Flp 4:13). Por eso dice: «Dios estaba en Cristo...» (2 Cor 5:19). Cristo Jesús «el Señor justicia nuestra» (Jr 23:6; 33:16; 1 Cor 1:30; 2 Cor 5:21).

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

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enero 09, 2023

Siempre alguien llega antes que yo

Esta expresión titular se encuentra en el relato de Juan 5:1-18. En cierto sentido parece ser una queja. Juan relata la situación de una persona que al parecer padecía de diversidad funcional.

Según el relato joánico «—Dentro de la ciudad, cerca de la puerta de las Ovejas, se encontraba el estanque de Betesda, que tenía cinco pórticos cubiertos. Una multitud de enfermos —ciegos, cojos, paralíticos— estaban tendidos en los pórticos. Uno de ellos era un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio y supo que hacía tanto que padecía la enfermedad, le preguntó: —¿Te gustaría recuperar la salud? —Es que no puedo, señor —contestó el enfermo—, porque no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se agita el agua. Siempre alguien llega antes que yo».

Observe la reacción del paralítico a la pregunta de Jesús, «...es que no puedo Señor, porque no tengo a nadie que me meta en el estanque». El parapléjico no contestó la pregunta de Jesús, sino que verbalizó el motivo por el cual no había podido ser sanado «no tengo a nadie que me meta en el estanque». La interpelación jesuana podía haberse contestado sencillamente con un sí o un no. Pero no fue así.

Auscultemos las expresiones del parapléjico. Hay lecciones subyacentes para nosotros. Note lo verbalizado por el parapléjico: «No puedo», «No tengo a nadie que me meta en el estanque», «Siempre alguien llega antes que yo».

▪️ «No puedo»
¿Qué supone esta expresión? No puedo porque no quiero, o quiero, pero no puedo, o simplemente no puedo. Parece ser que no hay fuerza de voluntad. No hay compromiso. No hay anhelo. No hay determinación. Simplemente una resignación sin esfuerzo alguno. No todo es lógico y razonable, sin embargo, cabe preguntar ¿Mi esfuerzo es significativo? La Biblia enuncia: «Mira, estoy contigo, te protegeré dondequiera que vayas y te volveré a traer a esta tierra. No te abandonaré y cumpliré lo que te acabo de decir» (Ge 28:15 PDT). «Mira que te mando que te esfuerces, y seas valiente; no temas ni desmayes, porque yo el SEÑOR tu Dios estoy contigo en donde quiera que vayas» (Jos 1:9 JBS). «Para todo tengo recursos porque él me da las fuerzas» (Flp 4:13, mi traducción). No te resignes, «...para Dios, no hay imposibles» (Mt 10:27 PDT). Me parece que estos pasajes apuntan a que nuestro esfuerzo es significativo y que resignarse no es la solución. El «no puedo» no es un absoluto vivencial. Dios valora nuestro esfuerzo.

▪️ «No tengo a nadie»
Esta expresión por sí sola es confusa. Podría inferir estar solo, sin nadie, o la sensación de que nadie está para mí cuando más lo necesito, o necesidad de dependencia social. El «no tengo a nadie» no puede ser una excusa vivencial. Tampoco una excusa de dependencia social. Jesús fue un ser sociable. Mucha gente lo seguía en su ministerio público. Compartió con publicanos y pecadores (Mc 2:15). Compartió con una mujer samaritana despreciada por la sociedad (Jn 4:27). Con una mujer inmoral (Lc 7). Ayudó a una mujer sirofenicia (Mc 7), a un leproso (Lc 5). Compartió con Zaqueo y cenó con él (Lc 19). Una y otra vez Jesús tocó a los intocables y amó a los desamparados. Sin embargo, en el momento decisivo de su vida pisó sólo el lagar: «Porque he pisado yo solo el lagar. No hubo quien me ayudara» (Is 63:3 NBV. Cf. Is 53). «Ya se acerca la hora, ya ha llegado, en que ustedes huirán cada uno por su lado y a mí me dejarán solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo» (Jn 16:32 NBV). Se familiarizó con muchos. Compartió con muchos, pero esos muchos no estuvieron con él en ese momento. Note que dijo: «...el Padre está conmigo», sin embargo, en el Getsemaní sintió la cruda sensación del aislamiento de la presencia del Padre, «Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado» (Mt 27:46). El Padre siempre estuvo con él, pero Jesús tuvo que pisar sólo el lagar. Por lo tanto, la expresión «no tengo a nadie» no puede ser una excusa vivencial.

▪️ «Que me meta en el estanque»
Podríamos figurar un estanque lleno de oportunidades. Tal vez te resignas porque nadie te ayuda a entrar al estanque, o supones que alguien lo hará por tí. Estás esperando por el «quien». Y, mientras esperas «quien» te ayude a meterte al estanque «alguien» se adelantará. Pudiera ser que en la espera pierdas la oportunidad de ser bendecido. ¿Has pensado que tal vez las limitaciones solo estén en tu mente? Posiblemente el estanque estaba a unos pasos de distancia, pero no hiciste el esfuerzo suficiente de arrastrarte hacia él. Transcurrieron 38 largos años de espera porque asumiste que alguien tenía la obligación de ayudarte debido a tu condición. ¿Has pensado en eso? Dios valora el esfuerzo humano.

▪️ «Siempre alguien llega antes que yo» 
Te has preguntado ¿Quién podrá ser ese alguien? ¿Por qué siempre llega antes? ¿Por qué he permitido que llegue antes?

Itero, ¿quién es ese alguien? Ese alguien puede ser cualquiera; usted, el pastor, el sacerdote, el concilio, la junta de iglesia, inclusive puede ser yo, etcétera. Puede ser alguien con otras prioridades en la vida que no le permiten extender una mano amiga.

Tal vez ese alguien sea usted. Sí, usted que dice sentirte orgulloso de sus 40 años o más en su ministerio misional viajando por diferentes lugares del mundo. Ha viajado lejos, pero cerca de usted, en su comunidad, hay quienes llevan 38 años o más esperando la ayuda de una mano amiga. Hundiéndose en la desesperanza. Arrastrándose por llegar al estanque por una oportunidad de sanación física o espiritual. Por una oportunidad de calidad de vida. Por una oportunidad de conocer a Cristo como su salvador.

La afirmativa de Jesús 

Jesús le dijo: —¡Ponte de pie, toma tu camilla y anda! 

▪️ Imagino al parapléjico, ¡No Señor! ¡No puede ser! ¡Llevo 38 años esperando para llegar al estanque porque no puedo caminar, y tu me pides que me ponga de pie! ¡Esto no puede estar pasando! Tal vez esa sea mi reacción, tal vez la suya, pero no fue la reacción del paralítico. 

▪️ Este hombre le creyó a Jesús. El relato enuncia que ¡Al instante, el hombre quedó sano! Enrolló la camilla, ¡y comenzó a caminar! 

▪️ Para este hombre terminó la espera. Tal vez la distancia para llegar al estanque no era mucha. Posiblemente, estaba a unos pasos. Sin embargo, tu ministerio misional estuvo ausente durante 38 largos años en su comunidad. 

▪️ El hombre fue sanado, pero no fue por tu iniciativa, ni por tu testimonial de 40 años de religiosidad, sino porque el mismo que te encomendó la misión tuvo que hacerla.

La Junta Suprema 

▪️ Ante toda esta situación alguien de la Junta Suprema se percató que había una persona que cargaba ciertos objetos en el día de descanso. El milagro había sucedo en el día de descanso. Los miembros de la Junta Suprema, que tal vez sabían de la parálisis de este hombre, lo vieron caminar y solo se fijaron en lo que llevaba sobre sus hombros. «Así que los líderes judíos protestaron. Le dijeron al hombre que había sido sanado: —¡No puedes trabajar el día de descanso! ¡La ley no te permite cargar esa camilla!».

▪️ Los dirigentes no se fijaron en el milagro de sanación, ni en la felicidad del hombre libre del terrible impedimento. Solo vieron a un hombre llevando una carga en el día de descanso. Solamente pensaron en la supuesta norma del manual de la iglesia que aparentemente fue violada. ¡Ay disculpe! Debí decir normas de la Junta Suprema. Bueno, en todo caso normas o asuntos tradicionales transformados en normas eclesiásticas como si fueran mandatos divino, «...ustedes dejan el mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres... para mantener sus propias tradiciones, ustedes pasan por alto el mandato de Dios... anulan la palabra de Dios con esas tradiciones que se trasmiten unos a otros. Y hacen otras muchas cosas parecidas» (Mc 7:8, 9, 13 DHH).

▪️ Interrogaron al hombre, «Pero él respondió: —El hombre que me sanó me dijo: "Toma tu camilla y anda". —¿Quién te dijo semejante cosa?—le exigieron". El hombre no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la multitud; pero después, Jesús lo encontró en el templo y le dijo: «Ya estás sano; así que deja de pecar o podría sucederte algo mucho peor». Entonces el hombre fue a ver a los líderes judíos y les dijo que era Jesús quien lo había sanado.

▪️ Posiblemente, el hombre al saber el nombre de quien lo había sanado se puso muy contento e inocentemente fue donde la junta a revelar el nombre del responsable del milagro. No cabe duda que no hubo mala intención, pero los miembros de la Junta Suprema aprovecharon el momento preciso. 

«Entonces los líderes judíos comenzaron a acosar a Jesús por haber violado las reglas del día de descanso. Pero Jesús respondió: «Mi Padre siempre trabaja, y yo también». Entonces los líderes judíos se esforzaron aún más por encontrar una forma de matarlo. Pues no solo violaba el día de descanso sino que, además, decía que Dios era su Padre, con lo cual se hacía igual a Dios».

▪️ «Entonces los líderes judíos se esforzaron aún más por encontrar una forma de matarlo». ¡Qué terrible! Los líderes de la Junta Suprema buscando cualquier excusa para asesinar al enviado de Dios. Jesús había dicho en otra ocasión: «...llegará el tiempo en que quienes los maten pensarán que están haciendo un servicio santo para Dios» (Jn 16:2). Cuántas veces hemos visto esto en la iglesia. Líderes buscando la manera para desbancar al que no piensa como ellos. Tienen una agenda de normas para controlar todo. Asesinos de cuello blanco. Agentes satánicos buscando a quien devorar. Piedras de tropiezo. Algún día rendirán cuentas al Señor.

No sé en qué lugar de los cinco pórticos te encuentres hoy. No sé si arrastras con una enfermedad o dolencia. No sé si tienes una enfermedad física, emocional o espiritual. Solo sé que si escuchas estas palabras, ¿Quieres ser sano? No pierdas el tiempo verbalizando el motivo por el cual no has podido llegar al estanque o no has sido sanado. La expresión «Siempre alguien llega antes que yo» no puede ser una excusa vivencial ni tampoco una excusa de dependencia social. Si alguien se te adelanta, procura que sea el Espíritu Santo. Si dependes de Él llegarás a un estanque lleno de oportunidades. No esperes mucho. Treinta y ocho años es demasiado. Puede ser que alguien se te adelante, no vaya ser que ese alguien sea la muerte. Que la muerte te sorprenda. Aprendamos la lección: No permitas que alguien se te adelante. No esperes mucho. Puede ser que en la espera pierdas la oportunidad de ser bendecido.

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

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Versión bíblica: Nueva Traducción Viviente 

El sábado ¿asunto neurálgico para la salvación?

«Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.» (Jn 14:15 NBV) Una estadística revela que en el mundo existe más de trenta mil (30000) ig...

Mi Dios sin igual