Esta expresión titular se encuentra en el relato de Juan 5:1-18. En cierto sentido parece ser una queja. Juan relata la situación de una persona que al parecer padecía de diversidad funcional.
Según el relato joánico «—Dentro de la ciudad, cerca de la puerta de las Ovejas, se encontraba el estanque de Betesda, que tenía cinco pórticos cubiertos. Una multitud de enfermos —ciegos, cojos, paralíticos— estaban tendidos en los pórticos. Uno de ellos era un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio y supo que hacía tanto que padecía la enfermedad, le preguntó: —¿Te gustaría recuperar la salud? —Es que no puedo, señor —contestó el enfermo—, porque no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se agita el agua. Siempre alguien llega antes que yo».
Observe la reacción del paralítico a la pregunta de Jesús, «...es que no puedo Señor, porque no tengo a nadie que me meta en el estanque». El parapléjico no contestó la pregunta de Jesús, sino que verbalizó el motivo por el cual no había podido ser sanado «no tengo a nadie que me meta en el estanque». La interpelación jesuana podía haberse contestado sencillamente con un sí o un no. Pero no fue así.
Auscultemos las expresiones del parapléjico. Hay lecciones subyacentes para nosotros. Note lo verbalizado por el parapléjico: «No puedo», «No tengo a nadie que me meta en el estanque», «Siempre alguien llega antes que yo».
▪️ «No puedo»
¿Qué supone esta expresión? No puedo porque no quiero, o quiero, pero no puedo, o simplemente no puedo. Parece ser que no hay fuerza de voluntad. No hay compromiso. No hay anhelo. No hay determinación. Simplemente una resignación sin esfuerzo alguno. No todo es lógico y razonable, sin embargo, cabe preguntar ¿Mi esfuerzo es significativo? La Biblia enuncia: «Mira, estoy contigo, te protegeré dondequiera que vayas y te volveré a traer a esta tierra. No te abandonaré y cumpliré lo que te acabo de decir» (Ge 28:15 PDT). «Mira que te mando que te esfuerces, y seas valiente; no temas ni desmayes, porque yo el SEÑOR tu Dios estoy contigo en donde quiera que vayas» (Jos 1:9 JBS). «Para todo tengo recursos porque él me da las fuerzas» (Flp 4:13, mi traducción). No te resignes, «...para Dios, no hay imposibles» (Mt 10:27 PDT). Me parece que estos pasajes apuntan a que nuestro esfuerzo es significativo y que resignarse no es la solución. El «no puedo» no es un absoluto vivencial. Dios valora nuestro esfuerzo.
▪️ «No tengo a nadie»
Esta expresión por sí sola es confusa. Podría inferir estar solo, sin nadie, o la sensación de que nadie está para mí cuando más lo necesito, o necesidad de dependencia social. El «no tengo a nadie» no puede ser una excusa vivencial. Tampoco una excusa de dependencia social. Jesús fue un ser sociable. Mucha gente lo seguía en su ministerio público. Compartió con publicanos y pecadores (Mc 2:15). Compartió con una mujer samaritana despreciada por la sociedad (Jn 4:27). Con una mujer inmoral (Lc 7). Ayudó a una mujer sirofenicia (Mc 7), a un leproso (Lc 5). Compartió con Zaqueo y cenó con él (Lc 19). Una y otra vez Jesús tocó a los intocables y amó a los desamparados. Sin embargo, en el momento decisivo de su vida pisó sólo el lagar: «Porque he pisado yo solo el lagar. No hubo quien me ayudara» (Is 63:3 NBV. Cf. Is 53). «Ya se acerca la hora, ya ha llegado, en que ustedes huirán cada uno por su lado y a mí me dejarán solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo» (Jn 16:32 NBV). Se familiarizó con muchos. Compartió con muchos, pero esos muchos no estuvieron con él en ese momento. Note que dijo: «...el Padre está conmigo», sin embargo, en el Getsemaní sintió la cruda sensación del aislamiento de la presencia del Padre, «Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado» (Mt 27:46). El Padre siempre estuvo con él, pero Jesús tuvo que pisar sólo el lagar. Por lo tanto, la expresión «no tengo a nadie» no puede ser una excusa vivencial.
▪️ «Que me meta en el estanque»
Podríamos figurar un estanque lleno de oportunidades. Tal vez te resignas porque nadie te ayuda a entrar al estanque, o supones que alguien lo hará por tí. Estás esperando por el «quien». Y, mientras esperas «quien» te ayude a meterte al estanque «alguien» se adelantará. Pudiera ser que en la espera pierdas la oportunidad de ser bendecido. ¿Has pensado que tal vez las limitaciones solo estén en tu mente? Posiblemente el estanque estaba a unos pasos de distancia, pero no hiciste el esfuerzo suficiente de arrastrarte hacia él. Transcurrieron 38 largos años de espera porque asumiste que alguien tenía la obligación de ayudarte debido a tu condición. ¿Has pensado en eso? Dios valora el esfuerzo humano.
▪️ «Siempre alguien llega antes que yo»
Te has preguntado ¿Quién podrá ser ese alguien? ¿Por qué siempre llega antes? ¿Por qué he permitido que llegue antes?
Itero, ¿quién es ese alguien? Ese alguien puede ser cualquiera; usted, el pastor, el sacerdote, el concilio, la junta de iglesia, inclusive puede ser yo, etcétera. Puede ser alguien con otras prioridades en la vida que no le permiten extender una mano amiga.
Tal vez ese alguien sea usted. Sí, usted que dice sentirte orgulloso de sus 40 años o más en su ministerio misional viajando por diferentes lugares del mundo. Ha viajado lejos, pero cerca de usted, en su comunidad, hay quienes llevan 38 años o más esperando la ayuda de una mano amiga. Hundiéndose en la desesperanza. Arrastrándose por llegar al estanque por una oportunidad de sanación física o espiritual. Por una oportunidad de calidad de vida. Por una oportunidad de conocer a Cristo como su salvador.
La afirmativa de Jesús
Jesús le dijo: —¡Ponte de pie, toma tu camilla y anda!
▪️ Imagino al parapléjico, ¡No Señor! ¡No puede ser! ¡Llevo 38 años esperando para llegar al estanque porque no puedo caminar, y tu me pides que me ponga de pie! ¡Esto no puede estar pasando! Tal vez esa sea mi reacción, tal vez la suya, pero no fue la reacción del paralítico.
▪️ Este hombre le creyó a Jesús. El relato enuncia que ¡Al instante, el hombre quedó sano! Enrolló la camilla, ¡y comenzó a caminar!
▪️ Para este hombre terminó la espera. Tal vez la distancia para llegar al estanque no era mucha. Posiblemente, estaba a unos pasos. Sin embargo, tu ministerio misional estuvo ausente durante 38 largos años en su comunidad.
▪️ El hombre fue sanado, pero no fue por tu iniciativa, ni por tu testimonial de 40 años de religiosidad, sino porque el mismo que te encomendó la misión tuvo que hacerla.
La Junta Suprema
▪️ Ante toda esta situación alguien de la Junta Suprema se percató que había una persona que cargaba ciertos objetos en el día de descanso. El milagro había sucedo en el día de descanso. Los miembros de la Junta Suprema, que tal vez sabían de la parálisis de este hombre, lo vieron caminar y solo se fijaron en lo que llevaba sobre sus hombros. «Así que los líderes judíos protestaron. Le dijeron al hombre que había sido sanado: —¡No puedes trabajar el día de descanso! ¡La ley no te permite cargar esa camilla!».
▪️ Los dirigentes no se fijaron en el milagro de sanación, ni en la felicidad del hombre libre del terrible impedimento. Solo vieron a un hombre llevando una carga en el día de descanso. Solamente pensaron en la supuesta norma del manual de la iglesia que aparentemente fue violada. ¡Ay disculpe! Debí decir normas de la Junta Suprema. Bueno, en todo caso normas o asuntos tradicionales transformados en normas eclesiásticas como si fueran mandatos divino, «...ustedes dejan el mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres... para mantener sus propias tradiciones, ustedes pasan por alto el mandato de Dios... anulan la palabra de Dios con esas tradiciones que se trasmiten unos a otros. Y hacen otras muchas cosas parecidas» (Mc 7:8, 9, 13 DHH).
▪️ Interrogaron al hombre, «Pero él respondió: —El hombre que me sanó me dijo: "Toma tu camilla y anda". —¿Quién te dijo semejante cosa?—le exigieron". El hombre no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la multitud; pero después, Jesús lo encontró en el templo y le dijo: «Ya estás sano; así que deja de pecar o podría sucederte algo mucho peor». Entonces el hombre fue a ver a los líderes judíos y les dijo que era Jesús quien lo había sanado.
▪️ Posiblemente, el hombre al saber el nombre de quien lo había sanado se puso muy contento e inocentemente fue donde la junta a revelar el nombre del responsable del milagro. No cabe duda que no hubo mala intención, pero los miembros de la Junta Suprema aprovecharon el momento preciso.
«Entonces los líderes judíos comenzaron a acosar a Jesús por haber violado las reglas del día de descanso. Pero Jesús respondió: «Mi Padre siempre trabaja, y yo también». Entonces los líderes judíos se esforzaron aún más por encontrar una forma de matarlo. Pues no solo violaba el día de descanso sino que, además, decía que Dios era su Padre, con lo cual se hacía igual a Dios».
▪️ «Entonces los líderes judíos se esforzaron aún más por encontrar una forma de matarlo». ¡Qué terrible! Los líderes de la Junta Suprema buscando cualquier excusa para asesinar al enviado de Dios. Jesús había dicho en otra ocasión: «...llegará el tiempo en que quienes los maten pensarán que están haciendo un servicio santo para Dios» (Jn 16:2). Cuántas veces hemos visto esto en la iglesia. Líderes buscando la manera para desbancar al que no piensa como ellos. Tienen una agenda de normas para controlar todo. Asesinos de cuello blanco. Agentes satánicos buscando a quien devorar. Piedras de tropiezo. Algún día rendirán cuentas al Señor.
No sé en qué lugar de los cinco pórticos te encuentres hoy. No sé si arrastras con una enfermedad o dolencia. No sé si tienes una enfermedad física, emocional o espiritual. Solo sé que si escuchas estas palabras, ¿Quieres ser sano? No pierdas el tiempo verbalizando el motivo por el cual no has podido llegar al estanque o no has sido sanado. La expresión «Siempre alguien llega antes que yo» no puede ser una excusa vivencial ni tampoco una excusa de dependencia social. Si alguien se te adelanta, procura que sea el Espíritu Santo. Si dependes de Él llegarás a un estanque lleno de oportunidades. No esperes mucho. Treinta y ocho años es demasiado. Puede ser que alguien se te adelante, no vaya ser que ese alguien sea la muerte. Que la muerte te sorprenda. Aprendamos la lección: No permitas que alguien se te adelante. No esperes mucho. Puede ser que en la espera pierdas la oportunidad de ser bendecido.
Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.
¡Bendecido día!
«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)
Prof. Benjamín López Rivera, MEd
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