Navegando por internet encontré la siguiente expresión lingüística: «Quieren ir al cielo sin conocer a Dios en la tierra». Si le damos una lectura diagonal a esta locución parecería ser sustancial, sin embargo, cuando auscultamos la misma su mensaje carece de precisión.
Lo subyacente en esta expresión parece sugerir que los creyentes vivirán eternamente en el cielo. Es lo que la mayoría cristiana piensa. Usted los escucha decir, «cómo será vivir en el cielo cuando estemos allá». ¿Será que los redimidos piensan que vivirán eternamente en el cielo?
Muchos aducen que Jesús prometió que regresaría pronto y los llevaría al cielo para morar eternamente. ¿En verdad Jesús dijo eso?Me parece que Jesús nunca prometió llevar a sus seguidores al cielo para su morada final. Lo que sí prometió es que estaría con ellos para siempre, no en el cielo, sino en la tierra que heredarán y gobernarán con él (Mt 5:5; Ap 5:10).
Pero a caso no fue lo que Juan escribió, que Jesús iría al cielo a preparar lugar para nosotros: «No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas [moradas (μονή monḗ, «estancia, residencia, morada, mansión»)]; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a [preparar (ἑτοιμάζω hetoimázō, «proveer, alistar»)] un [lugar (τόπος tópos, «espacio para morar»)] para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros» (Jn 14:1-3).
Juan 14:1-3 en contexto
Me parece que las palabras de Jesús giran en torno al aplacamiento de sus discípulos ya que partiría pronto con el Padre. Me parece que la expresión «a preparar lugar» hace alusión a la recepción parcial de los redimidos en el cielo. Según la sintaxis del texto, parece ser que las «moradas ya están preparadas», porque dice, «En la casa de mi Padre [hay (εἰσί eisí, 3ra persona plural presente de indicativo de εἰμί eimí «existo»)] muchas moradas». La palabra griega que se usa aquí para casa es diferente de la que se usa para una estructura física, por ejemplo el templo en la tierra (Jn 2:16). Si lo comparamos con 2 Corintios 5:1 donde se usa metafóricamente veremos el significado exacto. El pueblo judío pensaba en el cielo como la morada de Dios (Sl 23:6; Is 63:15; He 7:49; Hb 9). Esto queda evidenciado en la oración que Jesús enseñó a los discípulos: «Padre nuestro, que estás en los cielos» (Mt 6:9). Si hacemos una exégesis literal y proponemos las moradas como «estructuras físicas» se deduciría que las mismas ya están construidas. Si proponemos una exégesis en sentido figurado la morada sería el cielo mismo. En cuanto a la expresión «a preparar lugar» pudiera estar haciendo alusión a la recepción parcial de los redimidos en el cielo. O, pudiera hacer alusión a la mediación sacerdotal de Cristo en nuestro lugar (Hb 7:26-28; 8:6; 9:23-24). Su mediación reconcilatoria prepara nuestro lugar (2 Cor 5:19). El lugar perdido, arrebatado por nuestro némesis el diablo, quien causó que fuéramos «destituidos de la gloria de Dios» (Ro 3:23).
Pablo aduce que en la segunda venida de nuestro señor Jesucristo, los arrepentidos que estén vivos y los resucitados recibirán al Señor (1 Ts 4:16, 17). Juan parece sugerir que los redimidos serán llevados al cielo por un tiempo definido. Deduzco por tiempo definido debido a que al final del milenio, la Nueva Jerusalén descenderá a la tierra y se convertirá en el hogar permanente de los redimidos (Ap 21:1-3, 9-11). Me parece lógico que durante el tiempo del milenio mientras la tierra permanece desolada (Is 24:1, 3, 5, 6; Jr 4:23-26), los redimidos reinarán con Cristo en el cielo (Ap 20:2, 4). Pero, ¿Qué harán los redimidos durante ese tiempo? Juan escribió: «Entonces vi que los que habían recibido la facultad de juzgar se sentaron en tronos» (Ap 20:4). Parece ser que a los redimidos se les dará participación en el juicio. Si esto es así, entonces, el milenio comenzará después de que los redimidos sean llevados al cielo. Se sentarán en sus tronos y se les asignará parte en el juicio. No en el sentido de juzgar, porque toda autoridad para juzgar fue dada al Hijo (Jn 3:35; 5:27), sino para observar el justo juicio de Dios. Este espacio de tiempo dará oportunidad para que los redimidos observen los registros celestiales y comprueben el trato justo de Dios en todos los casos. Ya sea en el caso de los ángeles que no guardaron su dignidad (1 Cor 6:3; Jds 6; Ap 20:4-6), como en el caso de los seres humanos que rechazaron la salvación (2 Ti 4:1). Después del milenio, el diablo será desatado por un tiempo y luego será destruido junto con sus seguidores (Ap 20:7-10).
En lo personal cambiaría la sintaxis de la expresión lingüística: «Quieren ir al cielo sin conocer a Dios en la tierra» por «Quieren poseer la tierra nueva sin conocer a Dios». El asunto aquí es conocer a Dios como nuestro salvador personal. Esto se logra únicamente por medio de Cristo Jesús, quien dio a conocer a Dios el Padre (Jn 1:18; 17:3).
Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.
¡Bendecido día!
«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)
Prof. Benjamín López Rivera, MEd
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