noviembre 26, 2023

Antinómico por ignorancia

Parte del legado del dispensacionalismo evangélico es el antinomismo. Del griego άντί antí «contra» y νόμος nómos «ley» «contra la ley» o «anti-ley». El antinomismo es la doctrina de que la Ley Moral no es obligatoria para los cristianos como regla de vida. Los cristianos antinomianos creen que la salvacion se da debido exclusivamente a la gracia divina, y los actos de los creyentes son irrelevantes en tanto tengan fe. La fe lo llena todo. Es lo único necesario. Aduce que la Ley de Moisés es inútil para la salvación, por lo tanto, es indiferente que un creyente peque ya que no es juzgado por su pecado. Aquí se toma el principio de la fe y la gracia hasta el punto de afirmar que los salvos no están obligados a seguir la Ley Moral de los Diez mandamientos. El antinomismo es la actitud y enseñanza de que podemos relacionarnos con Dios y vivir en plenitud sin obedecer su Palabra. (Disponible en: https://es.m.wikipedia.org) (Énfasis nuestro). No podemos pasar por alto el carácter antinómico que caracteriza a los evangélicos en general, sin descartar las sectas, los movimientos religiosos independientes, el pentecostalismo, entre otros grupos religiosos. Estos cristianos directa o indirectamente son de la opinión que la Ley de Dios ya no es vinculante para ellos. 

Homero Zambrano aduce, «Una de las interpretaciones de antinomismo es que los creyentes (en Dios) por el mero hecho de serlo, serán salvos ("irán al cielo"), esto es, sin necesidad de cumplir con reglas, principios, valores, etc. Como en muchos aspectos de la vida, hay cualquier combinación imaginable: creyentes que sí cumplen o quieren cumplir los "mandamientos" (y afines); creyentes que no cumplen (precisamente, los repulsivos antinomianos); no creyentes que sí buscan cumplir, aun sin saber (saludos a mis amigos en este grupo); y no creyentes que no cumplen, muy convenencieramente, abundantes en la nueva izquierda, que en un último atisbo de congruencia, renuncian a creer con tal de poder hacer lo que les plazca» (https://www.elfinanciero.com.mx/monterrey/2022/08/15/homero-zambrano-contra-el-antinomismo/?outputType=amp).  

Zambrano es un experto en contabilidad y finanzas. Desconozco si pertenece a alguna organización religiosa. Sin embargo, no está lejos de la realidad. El antinomismo en el mundo secular y religioso es básicamente lo mismo.

Su pensamiento es significativo, observe, «Una de las interpretaciones de antinomismo es que los creyentes (en Dios) por el mero hecho de serlo, serán salvos ("irán al cielo"), esto es, sin necesidad de cumplir con reglas, principios, valores, etc.». De acuerdo con este pensamiento, ¿cómo es posible que algunos quieran ir al cielo sin la necesidad de cumplir con los principios y valores de la Ley de Dios? (Ro 7:7) o ¿Cómo es posible ser salvos sin querer obedecer los mandamientos de Dios? (Jn 14:15, cf. Mt 7:21; Ro 1:24; 1 Cor 6:9-10; Ga 5:19-21; Ap 21:8). Antes debo aclarar que la salvación es única y exclusivamente por la gracia de Dios en en los méritos de Cristo Jesús (Ef 2:8-9). Por lo tanto, el obedecer los mandamientos de Dios es el resultado de ser salvos. Un cristiano obedece los mandamientos que rigen sus principios y valores porque es salvo por la gracia divina inmerecida.

El antinómico por ignorancia desea la salvación, pero tiene un grave problema, quiere ir al cielo sin obedecer a Dios aquí en la tierra. Cuando no es una cosa es otra. El enemigo del evangelio y de la Ley es el legalismo. El legalismo implica pretender cumplir la Ley sin relacionarnos con el Dador de la misma. El legalismo consiste en creer que nuestra fe en Cristo no es suficiente. Que a fin de cuentas, la salvación depende de nuestro esfuerzo. Por otro lado, el antinómico por ignorancia aduce «una vez salvo siempre salvo». Su conducta como tal no afecta la salvación por aquello del pecado original «soy pecador por naturaleza y siempre voy a pecar». Por lo tanto, Dios no toma mi pecado en cuenta. Sí, así como lo oye. ¡Increíble! Bien sabemos que no somos salvos por obedecer la Ley. Pero tampoco lo seremos por desobedecerla. La salvación es única y exclusivamente por la gracia de Dios en Cristo Jesús (Ef 2:8-9). Cuidado con los extremos de caer en el legalismo y el antinomismo. Ambos promueven falsas enseñanzas sobre la relación entre la Ley y el Evangelio. El legalismo insiste en que una persona es aceptada por Dios en base a su cumplimiento de la Ley. Jesús reprendió a los líderes religiosos de su época por su concepto erróneo de la Ley. En adición los reprendió por su falsedad, hipocresía y arrogancia (Mt 23:4; Lc 18:9). El apóstol Pablo defendió a viva voz el evangelio contra el legalismo extremo infiltrado en la Iglesia primitiva (Ga 1:3; 1 Ti 1:6-7). Los antinomistas creen que Dios no requiere que el creyente obedezca la Ley. En su forma más extrema y perversa el antinomismo permite una conducta inmoral basada en la indulgencia de la gracia. Una vez salvo, siempre salvo. Salvación segura. Una vez el creyente acepta a Cristo como su salvador nada puede afectar su salvación. ¡Qué barbaridad!

Los evangélicos sin descartar el pentecostalismo, las sectas, los movimientos independientes entre otros son promoventes del legalismo religioso. Por ejemplo, uno de los promoventes del legalismo religioso lo es la Iglesia católica. El legalismo de esta secta queda evidenciado claramente en su ascetismo monástico, su sistema de penitencias, sus ejercicios sacramentales y su énfasis en el mérito. El catolicismo romano apostólico niega la doctrina bíblica de la justificación por la fe sola en Cristo. Esto es propio de las sectas. El catolicismo al igual que los Testigos de Jehová, entre otros postula que las personas son justificadas por la fe en Cristo junto con sus buenas obras que son producto del Espíritu. 

A lo largo de los siglos, el legalismo doctrinal y práctico ha emergido en las iglesias evangélicas protestantes, pentecostales y otros grupos religiosos. Obligando a la feligresía a observar reglas y normas hechas por seres humanos. Estas iglesias promueven un legalismo antropocéntrico, es decir, centrado en el hombre (Col 2:20-23).

Cómo ya expresé, el antinomismo es la opinión de que la Ley de Dios ya no es vinculante para los cristianos. Entre la diversidad de opiniones de los evangélicos hay dos que son las más significativas: (1) Unos aducen que Jesús invalidó la Ley para abrir paso a la gracia (2) Otros exponen que Jesús presentó una nueva Ley: La Ley de Cristo para reemplazar lo viejo.

¿Tiene validez bíblica la Ley de Dios o fue abolida? ¿Qué enseñó Jesús?

En su ponencia del Sermón del Monte, Jesús enunció lo siguiente: «No piensen ustedes que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque de cierto les digo que, mientras existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que, cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los demás, será considerado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los practique y los enseñe, será considerado grande en el reino de los cielos. Yo les digo que, si la justicia de ustedes no es mayor que la de los escribas y los fariseos, ustedes no entrarán en el reino de los cielos» (Mt 5:17-20).

Jesús en su disertación explicó el propósito por el cual fue enviado por el Padre. Todos sabemos que en general él vino a salvar lo que se había perdido (Lc 19:10). En lo particular vino a magnificar la Ley de Dios. Creo que los requerimientos de Jesús van más allá de la simple forma de la Ley. Su didáctica incluye el espíritu que subyace la letra de la Ley. El espíritu que imparte significado y vida. De otro modo, sería mero formalismo. Jesús no vino a abolir la Ley y los profetas como aduce la mayoría cristiana. Vino a cumplirlos. Cabe preguntar, ¿qué significa la palabra cumplir en este pasaje? «La palabra griega para cumplir es πληρῶσαι plērōsai, significa ponerlos [la ley y los profetas] a la fuerza, [darle fuerza, magnificarla, énfasis nuestro] argumentando que cualquier otra interpretación hace violencia al claro significado del texto» (R. J. Rushdoony, "Jesus and the Law – Research", Chalcedon: Equipping to Advance the Kingdom, 2010, accesado el 8 de septiembre, 2016, http://chalcedon.edu/research/articles/jesus-and-the-law/.). 

John Nolland aduce que la fe cristiana era, en ese tiempo, percibida como una religión nueva que buscaba derribar la ley ancestral de los judíos, y que debido a eso era la principal preocupación de Mateo poner la ley y los profetas en la conexión más cercana posible. Que tanto la Ley como los Profetas estuvieran cercanos a Jesús, ya que él entendió que lo profético permitió que la Ley fuera correctamente aprehendida, y que ambos son cumplidos plenamente en Cristo (John Nolland, NIGTC: The Gospel of Matthew, (Grand Rapids, MI.: Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 2005), 218).

Itero, ¿tiene validez la Ley de Dios? ¿Sigue vigente? Por supuesto que sigue vigente (Mt 5:17-20). Los evangélicos, los pentecostales, los católicos entre otros aducen que la Ley fue abolida, sin embargo, continúan guardándola. Usted no cree que si un producto está caducado es tiempo de desacerse del mismo. Para qué guardarlo. Por un lado, dicen que la Ley de Dios está abolida, por otro la siguen observando. Amigo lector permítame preguntarle, ¿adora usted a otros dioses? Porque el mandamiento aduce: «No tendrás otros dioses delante de mí». ¿Se inclina usted ante las imágenes para rendirle culto? El mandamiento enuncia, «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto...». ¿Toma usted el nombre del Señor en vano? El mandamiento diserta, «No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios...». ¿Honra usted a su padre y a su madre? ¿Es usted un asesino? ¿Comete adulterio? ¿Usted roba? ¿Da falso testimonio contra su prójimo? ¿Codicia la casa de su prójimo y la mujer de su prójimo? De seguro que su respuesta es no. Pero si usted aduce que la Ley de los mandamientos fue abolida, por qué los guarda. Permítame hacerle otra pregunta, ¿guarda usted el mandamiento sabático? Si su respuesta es no, permítame preguntar, ¿por qué? Usted dirá porque el sábado era para el pueblo de Israel. Le pregunto, los nueve mandamientos que usted guarda, los que rigen su estilo de vida ¿eran solo para el pueblo de Israel? No se hable más, los evangélicos, los pentecostales, los católicos y demás religiosos guardan nueve de los diez mandamientos, exepto el sábado. La carta santiagués enuncia que «El que obedece toda la ley pero falla en un solo punto, es culpable de haberla desobedecido toda» (Stg 2:10 NBV). Jesús no vino para destruir la ley y los profetas. Si lo hubiera hecho, ¿cómo habría probado que Él era el Mesías? 

Los evangélicos, los pentecostales, entre otros aducen que estamos bajo el nuevo pacto. Que Jesús dejó claro que en el nuevo pacto hay un sólo mandamiento que supera a los sinaíticos. Veamos qué dice Jesús al respecto, «—El mandamiento más importante es: "¡Escucha, oh Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". El segundo es igualmente importante: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Ningún otro mandamiento es más importante que estos.» (Mc 12:29-31 NTV). Los evangélicos, los pentecostales y otros guardan solamente el mandamiento nuevo. El mandamiento supremo. El mandamiento del amor, «Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros» (Jn 13:34). El mandamiento del amor hacia Dios y el prójimo. Aducen que Jesús mostró que el amor es el cumplimiento de la ley (Ro 13:10). Que ya Jesús cumplió la Ley por nosotros, por lo tanto, no hay que guardarla. Queridos hermanos no olviden que Jesús también dijo, «Si me amas, guarda mis mandamientos» (Jn 14:15). No olviden que la Ley se resume en el amor (Ro 13:10) y este constituye su esencia (Mt 22:35-40), pues quién ama a Dios, guarda sus mandamientos. Se objetará que Juan 14:15 no se refiere a los diez mandamientos. En la literatura neotestamentaria hay aproximadamente 1050 mandamientos bajo los principios de la Ley de Dios. En cuanto al mandamiento nuevo, en realidad no es un mandamiento nuevo que abroga a los demás (ver Dt 6:5; Lv 19:18). Es un mandamiento nuevo en su enfoque cristológico. Tiene a Jesús como fundamento. Lo significativo en Juan 13:34 es el vocablo griego καινός kainós. Ningún exégeta debería confundir la semántica de este vocablo. Como diserta McQuilkin, «Juan usó kainos [no neos], un nuevo aspecto de un comando antiguo», el kainos en griego significa un «nuevo aspecto, nueva profundidad, nueva plenitud, o nuevo alcance». (McQuilkin, Understanding and Applying the Bible (Chicago, IL.: Moody Publishers, 2009), 130). Me parece que el antinomismo ha pasado por alto la semántica de los vocablos καινός kainós y νέος néos. La diferencia entre kainós y néos es la siguiente, en nuestro idioma castellano tenemos una sola palabra para el vocablo «nuevo», mientras que en la lengua koiné están los dos antes mencionados. En la lengua koiné cada vocablo tiene una connotación diferente. Aunque parezcan sinónimos deben verse en sus respectivos contextos. Generalmente, néos implica la idea de algo nuevo como lo entendemos nosotros. Un producto nuevo o algo nuevo de paquete. Kainós supone la idea de algo renovado, refrescado o reparado. 

Este nuevo mandamiento surge de la didáctica jesuana extraída de la literatura veterotestamentaria: «Amarás a tu Dios con todo tu corazón» (Dt 6:5). «Amarás a tu prójimo como a tí mismo» (Lv 19:18). El relato lucano los auna, «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.» (Lc 10:27).

La Ley de Dios es basada en principios, por lo tanto, debe animar a las personas a hacer el bien, y abstenerse de hacer el mal. La Ley de Dios no ha sido abolida. De hecho, no puede ser abolida porque sus principios son eternos. Jesús cumplió con ella en todo el sentido de la palabra. Él declaró explícitamente que no había venido a abrogar la Ley, cancelarla o anularla, sino a cumplirla, a ponerla en fuerza, a permitir que su pueblo hiciera de la Ley una realidad interior. Vino para magnificar la Ley y engrandecerla (Is 42:21). Jesús en su disertación del Sermón del Monte magnificó la Ley aplicando sus principios a los motivos internos.

Volvamos a lo que Jesús dijo, «No he venido para abrogar, sino para cumplir». En el Comentario Bíblico Biblia Work dice, «Muchísimos maestros religiosos citan este texto para probar que Jesús vino para perpetuar la ley de Moisés. Según esta enseñanza errónea, la ley de Moisés todavía está de vigor. ¿Por qué? Porque Jesús dijo, "No he venido para abrogar la ley". (2). Los que usan así este texto tuercen las escrituras (2 Pedro 3:16). (3). Hay contraste entre abrogar y cumplir. El contraste presentado por Jesús no tiene nada que ver con perpetuar la ley de Moisés. Jesús habla de la certeza del cumplimiento de la ley y los profetas». (Disponible en: https://www.biblia.work/comentario/comentario-de-mateo-517-exegesis-y-hermeneutica-de-la-biblia/). 

En cierto sentido este comentarista tiene razón. La Ley de Moisés es la ley de los ritos y mandamientos ceremoniales (Ef 2:15). Esa ley fue abolida, por lo tanto, no está vigente. Los evangélicos y demás religiosos confunden la funcionalidad de la Ley. Deducen que la Ley es un conjunto. Pero no dicen que dentro de ese conjunto cada ley tenía su función. La función de la Ley mosaica -la de los ritos y mandamientos ceremoniales- caducó (Ef 2:15). La Ley a la que se refería Jesús (Mt 5:17-18) la que no vino a abrogar, sino a cumplir, es la Ley de Dios. La Ley de los diez mandamientos. La misma Ley que los evangélicos y demás protestantes llaman Ley moral.

¿Por qué los mandamientos no pueden ser abolidos? Porque son principios del sistema gubernamental celestial. Principios de vida que nos ayudan en el proceso de la santificación. Por eso, el apóstol Pablo presenta la Ley como un παιδαγωγός paidagogós «ayo o tutor» (Ga 3:24). La Ley ceremonial en cierto sentido era un ayo porque llevó a los patriarcas y a los profetas a predicar sobre el Mesías. Era un ayo en cierto sentido porque enseñó a los judíos al Cristo prefigurado en el ritual del Santuario. La Ley que le fue dada a Israel (Dt 5:1-3; Neh 9:13-14; Ro 9:4) estaba destinada a mostrar la necesidad de la salvación. Nunca pretendió ser el medio para obtener la misma. El error del pueblo israelita fue adjudicar la Ley como medio salvífico. Situación que Pablo corrigió posteriormente, «Así que somos hechos justos a los ojos de Dios por medio de la fe y no por obedecer la ley» (Ro 3:23 NTV), «Sin embargo, sabemos que una persona es declarada justa ante Dios por la fe en Jesucristo y no por la obediencia a la Ley. Y nosotros hemos creído en Cristo Jesús para poder ser declarados justos ante Dios por causa de nuestra fe en Cristo y no porque hayamos obedecido la ley. Pues nadie jamás será declarado justo ante Dios mediante la obediencia a la ley» (Ga 2:16 NTV). 

Entre los pasajes bíblicos mal interpretados que utilizan los evangélicos y demás religiosos está el de Juan 1:17. Ha sido mal interpretado debido a una lectura superficial del mismo «Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo» (Jn 1:17). Lo interpretan incorrectamente porque infieren que la Ley dada por Moisés es el Antiguo Testamento. Enuncian que con la venida de Cristo el Antiguo Testamento quedó abolido. Permítame aclarar, en primer lugar, no es la Ley de Moisés. Aquí Moisés no tiene nada que ver. ¿Por qué?  Porque Moisés no es el autor de la Ley. Él no la escribió. La Ley de Dios fue escrita por Dios mismo. El Señor la enunció en el Monte Sinaí después de haberla escrito en las tablas de piedra con su propio dedo, «Y dio Dios a Moisés dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios» (Ex 31:18). «Y las tablas eran obra de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas» (Ex 32:16). Siendo que a Dios nadie lo ha visto jamás (Jn 1:18; 1 Jn 4:12), ¿quién escribió la Ley? ¿Quién fue el que hizo acto de presencia en el Sinaí? La Biblia da a entender que fue Cristo «...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder». Mas adelante enuncia con respecto al Hijo «Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.» (Hb 1:2-3; 8-9). Ahora bien, el pasaje jónico diserta que la Ley fue dada por medio de Moisés. Está claro, el Señor escribió la Ley con su propio dedo, luego se la entregó a Moisés, y este la entregó al pueblo. El Señor no solo le entregó la Ley de los diez mandamientos a Moisés para que se la diera al pueblo, sino también le dio todo el resto de la Ley. La Biblia dice que «Moisés terminó de escribir en un libro todas las palabras de esta Ley. Luego dio esta orden a los levitas que transportaban el arca del pacto del Señor: «Tomen este libro de la Ley y pónganlo junto al arca del pacto del Señor su Dios. Allí permanecerá como testigo contra ustedes los israelitas...» (Dt 31:24-26). En adición diserta que la Ley de Dios fue custodiada dentro del arca (Ex 25:16; 40:20; Dt 10:8; 2 Cr 5:10; I Re 8:9). No al lado del arca como el libro de la Ley de Moisés que contenía el resto de Ley, «Tomen este libro de la Ley (que era una ampliación y aplicación de los principios (del Decálogo, la Ley suprema al sistema que regía a Israel) y pónganlo al lado del arca de la alianza del Señor su Dios, para que esté allí como testimonio...» (Dt 31:24-26). Además dice, «Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con la casa de Israel —dice el Señor—: Pondré mis leyes (νόμους -sustantivo acusativo plural, LXX) en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo». «Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón». ¿Qué leyes? Las Diez palabras δέκα «déca» (diez) y λόγος «lógos» (palabra), Decálogo o el מצוה Mitzvá (singular) «mandamiento» (plural mitzvot; de צוה, tzaváh - «ordenanza, encomienda, precepto»). El autor cita a Jeremías 31:33 el único lugar del Antiguo Testamento donde se menciona el nuevo pacto. Según el nuevo pacto, el Señor prometió poner sus leyes en la mente de su pueblo lo que enuncia como escribirlas sobre su corazón (Hb 8:10). Lo que se agrega es que bajo el nuevo pacto, la Ley será colocada en la mente de los seres humanos. Ambas leyes son divinas. Fueron dadas por el Creador, por lo tanto, tienen el mismo valor. Solo que una de ellas, la ceremonial cumplió su función. Entiendo que Dios dio al pueblo de Israel (por medio de Moisés) diferentes estatutos concernientes al sistema de sacrificios y ceremonias del servicio del Santuario. Estos ilustraban la obra redentora de Cristo. Estos eran una sombra y símbolo de las cosas futuras. La validez de esta Ley finalizó con la muerte expiatoria de Cristo Jesús en la cruz (Hb 10:1; Col 2:17). Esos rituales quedaron abolidos. Pero en ningún lugar de la Biblia dice que la Ley de Dios, la Ley moral que tiene que ver con el estilo de vida de los seguidores de Cristo se abolió en la cruz. Por lo tanto, no confunda la Ley de Dios con la Ley de Moisés. La diferencia es obvia. Ni una sola vez se dice que la ley contra el robo, la mentira, el asesinato, el adulterio, la adoración a otros dioses... fue abolida. La Ley de Dios permanece para siempre como aduce el salmista, «Fieles son todos sus mandamientos, afirmados eternamente y para siempre» (Sl 111:7-8).

De nuevo, la mayoría de los cristianos aduce que la Ley era todo un conjunto. Que por ser un conjunto de leyes fue abolida. Ese argumento es erróneo. No importa si era un conjunto de leyes. Lo sustancial es que cada ley tenía su función. La Ley de Moisés, la de los ritos y ordenanzas caducó. La Ley de Dios, la de los diez mandamientos sigue vigente. No confunda la Ley de Dios con la Ley de Moisés. Hemos visto que la Ley de Dios y la Ley de Moisés no eran lo mismo, pero la mayoría cristiana trae a colación el asunto de que era un conjunto de leyes para decir que el sábado fue abolido y así acomodar el domingo como día del Señor. ¡Qué barbaridad! En cuanto a los diez mandamientos entiendo que no son la Ley de Dios en su totalidad, sino principios del Sistema Gubernamental Celestial adaptados a los seres humanos caídos en pecado. En este sentido deduzco que podemos exegizar el pensamiento santiagués «Pues el que obedece todas las leyes de Dios menos una es tan culpable como el que las desobedece todas...» (Stg 2:10 NTV).

Amigo antinómico, una vez más le pregunto, ¿Sigue vigente la Ley de Dios? La respuesta bíblica es, sí. Por supuesto que sigue vigente (Mt 5:17-20).

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual. 

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor, dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com

noviembre 19, 2023

Israel, el pueblo elegido

Los evangélicos tienen sus ojos puestos en el Estado de Israel. Aducen que Israel es el pueblo escogido por el Señor: «El Señor los quiere, y los ha escogido, no porque ustedes sean más numerosos que todos los pueblos, pues ustedes eran el pueblo más insignificante de todos, sino porque el Señor los ama y porque quiso cumplir el juramento que les hizo a sus padres. Por eso el Señor los ha sacado con mano poderosa; por eso los ha rescatado de la esclavitud y del poder del faraón, el rey de Egipto. Sábelo bien: el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel que cumple con su pacto y su misericordia con aquellos que lo aman y cumplen sus mandamientos, hasta mil generaciones.» (Dt 7:7-9 RVC). Este relato articula que Israel fue elegido por obra y gracia del Señor. Posteriormente, el relato isaiano aduce: «Yo soy el Señor. Yo te he llamado en el momento justo, y te sostendré por la mano; yo te protegeré, y tú serás mi pacto con el pueblo y una luz para las naciones.» (Is 42:6 RVC). 

Jesús dijo: «No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.» (Mt 15:24). Sin duda alguna su ministerio terrenal fue dirigido mayormente hacia la nación de Israel. No obstante, Israel no era el único por el que Dios se interesaba. Dios eligió a Israel para poder bendecir a todos los pueblos de la tierra. Así diserta Isaías: «Así dice Dios el Señor, el que ha creado los cielos y los despliega, el que extiende la tierra y lo que ella produce; el que infunde su aliento en el pueblo que la habita y da de su espíritu a quienes la recorren: «Yo soy el Señor. Yo te he llamado en el momento justo, y te sostendré por la mano; yo te protegeré, y tú serás mi pacto con el pueblo y una luz para las naciones. Quiero que abras los ojos de los ciegos, que saques de la cárcel a los presos, y de sus calabozos a los que viven en tinieblas.» (Is. 42:5-7 RVC).

Las palabras isaianas se cumplieron con la llegada del Mesías prometido (Ge 3:15; Ga 3:16, 19). El Señor confirmó que el Mesías vendría del linaje de Abraham, Isaac, Jacob..., David (Ge 12:1-3; cf. Mt 1:1-17). Jesucristo es la razón fundamental por la que el Señor eligió a Israel para ser su pueblo. El Señor eligió a Israel con un propósito, a saber, preparar al mundo para recibir al Mesías. Por medio de Israel o más específicamente, por medio del Mesías que surgiría de Israel, Dios alcanzaría a todo el mundo (Dn 9:25; 1 Jn 4:14). De hecho, el Señor le había dicho a Israel «tú serás mi pacto» (Is 42:5-7; He 3:25, 26: Ro 15:8). Pero posteriormente, Israel terminó rechazando la condición del pacto: «aceptar al Mesías como su Salvador» (Lc 19:14; Jn 1:11; He 7:51, 52). 

Como mencioné anteriormente, los cristianos evangélicos tienen sus ojos puestos en el Estado de Israel. Aducen que Israel es aún el pueblo escogido por el Señor. Cabe preguntar, ¿El Israel del presente sigue siendo el pueblo elegido del Señor? Me parece que Israel dejó de ser el pueblo de Dios. Tenga presente lo que subyace en la enseñanza de la parábola de las diez minas: «No queremos que este reine sobre nosotros.» (Lc 19:14). El pueblo de Israel colmó la paciencia del Señor. Muchas veces el Señor los amonestó, pero Israel desobedeció, «Esconderé de ellos mi rostro, y veré cuál será su fin, porque son una generación perversa, hijos e hijas infieles» (Dt 32:20). Israel no solamente se rebeló contra el Señor, también asesinó a sus profetas (Ro 11:3). Finalmente, le dieron muerte al enviado celestial al Hijo de Dios (Mt 26:3-4; 27:22-25; Lc 23:21; Jn 11:47-*53). 

El relato isaiano y el deutoronómico expresan que el Señor hizo todo lo posible por Israel: «Extendí mis manos todo el día a un pueblo rebelde, el cual anda por caminos no buenos, y en pos de sus propios pensamientos» (Is 65:2). Así pues, «Yo los provocaré a celos con un pueblo que no es mi pueblo» (Dt 32:21), y «Llamaré Pueblo mío al que no era mi pueblo» (Ro 9:5). Pero eso no quiere decir que el Señor no tenga un pueblo. El Señor tiene un pueblo compuesto por personas de todo el mundo «Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia», «Israel no consiguió lo que tanto deseaba, pero sí lo consiguieron los elegidos...», «gracias a su transgresión ha venido la salvación a los gentiles...» (Ro 11:5, 7, 11). 

Cuando el Señor venga a buscar a su pueblo, allí estarán reunidos todos los que aceptaron a Cristo como su Salvador. El Israel espiritual. 

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

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noviembre 06, 2023

El alma inmortal

La enseñanza popular de la mayoría de las iglesias cristianas es que el [alma?] es inmortal. El ser humano es eterno en su alma y espíritu. La mayoría de las iglesias cristianas afirman que hay un aspecto del ser humano que sigue existiendo después que la vida física finiquita. Dicen que en el momento de la muerte el cuerpo va al sepulcro y el [alma?] continúa existiendo como una entidad independiente y consciente. Aducen que cuando un ser humano fallece su [alma?] va al cielo a morar con sus seres queridos junto a Cristo. La mayoría de los estudiantes de la Biblia dan por sentado que esta creencia está basada en el currículo didáctico de Cristo Jesús. Sin embargo, la didáctica jesuana no menciona nada con relación a un ente incorpóreo inmortal o ([alma?] inmortal). Entonces, ¿De dónde proviene esta creencia? Con toda probabilidad esta creencia viene de fuentes extra bíblicas. Probablemente, del pensador griego Platón. Según el pensamiento platónico, el [alma?] tiene vida inherente. Existía mucho antes que el cuerpo en el cual habita, y también lo sobrevive. 

Ninguno de los autores del Antiguo Testamento enseña el concepto de la inmortalidad del alma. La iglesia del primer siglo tampoco lo enseñó. La palabra [alma?] no forma parte de la lingüística bíblica, es decir, ni del pensamiento lingüístico hebreo ni arameo ni griego koiné -griego antiguo [ἡ κοινὴ γλῶσσα (hē koinḕ glṓssa, «lengua común»)], siglo I a. C., y siglo I d. C., año 330 a. C. al 330 d. C.). El contexto en el que ha sido utilizada esta palabra genera matices confusos. La acepción contemporánea es lo que ha hecho que el vocablo [alma?] sea una traducción inexacta de la palabra ψυχή psychē.

Jesús adujo: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir el alma y cuerpo en el infierno.» (Mt 18:28 NVI). Una lectura diagonal de este pasaje puede sintetizar que el [alma?] es inmortal, observe: «no pueden matar el alma», sin embargo, el mismo texto dice: «al que puede destruir el alma». Algunos estudiosos se amparan en la primera parte del pasaje para inferir que el [alma?] es inmortal. Omiten la segunda parte que dice, «el que puede destruir el alma». Por supuesto, la omiten para no contradecirse o refutarse a sí mismo, ya que Ezequiel, aduce que el alma que pecare esa morirá (Ez 18:20).

Observe el razonamiento jesuano: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir el alma y cuerpo en el infierno.» (Mt 18:28 NVI). Note que primero dice, «no pueden matar el alma» como si el alma fuera indestructible, pero luego aduce «al que puede destruir el alma» como si el alma fuera destructible. ¿Se contradice Jesús en su alocución? Por supuesto que no. Todo está en la traducción del pasaje. Analicemos el texto de Mateo 18:28. En este pasaje se hace mención de los sustantivos griegos σῶμα sōma y ψυχή psychē. La RVR 1960 traduce sōma como cuerpo y psychē como [alma?]. El sustantivo psychē tiene un amplio campo semántico. Viene de [ψύχω (psychō «respirar» «soplar» del hebreo [נֶפֶשׁ (nephesh «ser viviente»)]. Nada que ver con entidades abstractas e inmateriales extraídas de los filósofos griegos Platón, Aristóteles, Pitágoras, entre otros. La realidad es que, la palabra [alma?] no forma parte del pensamiento lingüístico hebreo ni arameo ni griego koiné. Es una interpolación al texto sagrado. En adición, la palabra nephesh viene de la raíz acadia antigua napishu o napishtu que significa «respiración». Hace referencia al ser vivo: tanto a humanos como a animales. Viene del verbo naphash que significa «respirar». Hace alusión a la persona completa, a saber, su cuerpo, sentidos, emociones, deseos, sentimientos. Nada de dualismo platónico. El término [alma?] interpolado en los manuscritos sagrados posteriores ha sido una pésima elección para el vocablo nephesh. Al término nephesh se le ha dado una semantica diferente al introducir el concepto platónico del cuerpo incorpóreo. Una mejor traducción para el texto sanmateano es la siguiente: «No tengan miedo de la gente que puede destruir el cuerpo, pero no la vida que está en ustedes. Más bien, teman a Dios, que tiene el poder de destruirlos totalmente en el Gehena.» (TLA). 

He dilucidado que la palabra [alma?] no forma parte del pensamiento lingüístico hebreo ni arameo ni griego koiné. Es una pésima traducción de nephesh interpolado posteriormente al texto sagrado. En cuanto a la dicotomía cuerpo y alma (dualismo platónico adoptado por las iglesias cristianas) debo aclarar que el ser humano no tiene un cuerpo es «cuerpo». No tiene un [alma?] es un «ser viviente». El concepto platónico que se fundamenta en el dualismo cuerpo-espíritu, o sea, que tenemos un cuerpo mortal y un [alma?] inmortal fue adoptado por el obispo San Agustín. Este fue un paso crucial en el desarrollo de la idea de que los incrédulos podrían ser confeccionados para soportar el tormento eterno en el infierno. 

Cuando usted lee 1 Tesalonicenses 5:23 se encuentra con la expresión «espíritu, alma y cuerpo». Las confesiones religiosas perceptivas infieren una tricotomía platónica en la construcción griega [τὸ πνεῦμα καὶ ἡ ψυχὴ, καὶ τὸ σῶμα (to pneuma kai he psychē, kai to sōma, «espíritu, alma y cuerpo»)] (1 Ts 5:23), pero esta construcción no parece indicar que Pablo está describiendo la estructura metafísica del ser humano. El apóstol no habla de un ser tripartita (compuesto por entidades separadas: espíritu- alma- cuerpo). Lo que parece sugerir la sintáctica griega de este pasaje es un ser total manifestándose en tres formas distintas. Mi dilucidar es que, los términos griegos generalmente traducidos como «espíritu, alma y cuerpo» son solamente percepciones alternativas para describir a la persona humana como un todo. Esto queda claramente expresado sintácticamente por los términos ὁλοτελής, holotelḗs «totalmente» y ὁλόκληρος holóklēros «entero» ya que ambos adjetivos aluden a su totalidad. En síntesis, la Biblia presenta al ser humano como un ser total cuya absoluta unidad se manifiesta en tres formas, esto es: πνεῦμα pneuma «espíritu», o sea, el aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh) de Dios, que da ψυχὴ psychē «vida» al σῶμα sōma «cuerpo» (Ge 2:7). Me parece que este pasaje describe detalladamente cómo surge la vida humana. El relato genesiano revela que Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh), y fue el hombre un (nephesh o néfesh «ser viviente»). El relato bíblico no registra que cuando la figura de barro fue insuflada, entrara un ente extraño (lo que algunos llaman [alma?]). Sencillamente dice que Dios insufló aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh) en la nariz de la figura de barro, entonces, vino a ser un (néfesh «ser viviente»). El relato genesiano no registra que el hombre llegó a ser un ser inmortal. La vida del ser viviente es consecuencia de la unión entre el polvo de la tierra y el aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh). No hay evidencia bíblica que sugiera que esa vida precede a dicha unión. La paráfrasis de la versión Nueva Biblia Viva, lo expresa de manera sencilla para los entendidos: «Entonces Dios el Señor formó el cuerpo del hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida. Fue así como el hombre se convirtió en un ser vivo» (Ge 2:7 NBV). Podríamos decir que es la combinación de estos elementos lo que hace que el hombre exista, por lo tanto, el ser viviente es un ente compuesto por el cuerpo físico, y la vida de Dios o el aliento de Dios (נְשָׁמָה neshamáh). El Tanaj traduce: «Formó [Vayyitser- יוצר ] Hashem Elokim con el ET [ ת א ] al HaAdam [al hombre] del polvo de la tierra [adamah] y naphach [sopló] neshamah [alma superior de chayim], y el hombre se convirtió en un nephesh [alma] viviente [vayyitser Hashem Elokim Et-haAdam afar minhaadama vayipach venaphach neshamah chayim vayehi haAdam lenefesh chaya:]» (Ge 2:7, El Tanaj). Al parecer, los traductores del Tanaj, influenciados por el helenismo traducen néfesh como [alma?] viviente. Interpolan la palabra [alma?] en el texto. Etimológicamente, el término «aliento de vida» corresponde al término original nishmat hayim. Nishmat es el estado construido de neshamá «aliento» y chayim o hayim es el plural de haya «vida». Los vocablos néfesh y psychē no sugieren la capacidad de existir independientemente del cuerpo ni se le identifica como una entidad inteligente. La mayoría de las confesiones religiosas han tomado los conceptos básicos del platonismo para definir la palabra néfesh erróneamente como [alma?]. A su vez conceptúan el [alma?] como un ente etéreo encarcelado en el cuerpo. Como había mencionado, según este concepto, cuando la persona fallece el [alma?] se desprende del cuerpo como una entidad superior y separada del mismo. Lo que denota que el cuerpo es mortal, pero el [alma?] es divina (inmortal). La mayoría de las confesiones religiosas perceptivas afirman que el [alma?] es naturalmente incorruptible; que posee vida propia para la cual se basta a sí misma. Pero el pensamiento mosaico diserta lo contrario. Según el pensamiento mosaico la néfesh «el ser viviente» no es eterno, tuvo su comienzo neshamáh «aliento de vida» (Ge 2:7) y tendrá su fin «...hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado, pues polvo eres, y al polvo volverás» (Ge 3:19). De acuerdo con Salomón, el aliento o soplo de vida tendrá su fin: «Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu [soplo de vida, רוּחַ rûwach, viento; por semejanza aliento, James Strong's] vuelva a Dios que lo dio» (Ecc 12:7). Este versículo sugiere que el ser viviente deja de existir en la muerte física, ya que sin el cuerpo el [alma?] no existe, puesto que el [alma?] aparecía luego de una unión entre el cuerpo y el neshamah proveniente de Dios. En Génesis 2:7 vemos el proceso creador de Dios, en Eclesiastés 12:7 vemos el proceso a la inversa. Este autor lo explica de la siguiente manera, «En la creación la chispa de la vida fue dada de parte de Dios, que es llamado neshamah, aliento; no néfesh, alma; en la muerte, la vida retorna a Dios. La muerte es la cesación de la vida. Al morir, el hombre deja de ser un alma viviente. Sin la carne, no hay alma. Sin el aliento no hay alma. Es que el hombre es un alma, no tiene una». (Recuperado de: https://pastor.adventistas.org/es/el-concepto-biblico-de-alma/). Entiendo la línea de pensamiento del autor, sin embargo, no concuerdo con la la expresión «el hombre es un [alma?]». Prefiero la expresión «un ser viviente» para evitar confusión. Si queremos hablar con propiedad, entonces, hay que prescindir de la palabra [alma?] porque no está contemplada ni en la literatura veterotestamentaria ni en la neotestamentaria.

Podemos sintetizar lo siguiente: la creencia de que tenemos un cuerpo mortal es bíblica, pero la creencia de un [alma?] inmortal no es bíblica. Ningún ser humano posee un [alma?] inmortal. Algunas confesiones religiosas basadas en Eclesiastés 3:11 aducen que tenemos un [alma?] eterna. Disertan que Salomón, escribió que el Señor «sembró la eternidad en el corazón humano» (Ecc 3:11 NTV). Estos biblistas parecen entender que la palabra «sembrar» (NTV) o «poner» (NVI) alude a que el [alma?], que ya existía (según ellos) fue provista en la creación del hombre. Una lectura diagonal del texto deduciría lo antes expuesto, pero el contexto no lo sugiere. En la construcción hebrea de este pasaje encontramos el sustantivo [עוֹלָם (ʻôwlâm 'Olam «eterno»)]. Aunque 'Olam se traduce como eterno, tiene un amplio campo semántico, por ejemplo, significa: siempre, antiguo, permanencia, eterno, alguna vez, por siempre, para siempre, duradero, largo, nunca, viejo, perpetuo, tiempo, veces, mundo, etcétera. Hay que ver el texto en su contexto. Demos lectura al mismo según la versión Nueva Traducción Viviente: «Sin embargo, Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, pero aun así el ser humano no puede comprender todo el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin». Otra versión reza: «Dios ha puesto el mundo en sus corazones» (JBS). Con toda probabilidad la traducción correcta sería, «Dios ha puesto la eternidad ('Olam) en sus corazones». Lo que el contexto sugiere es que hay algo puesto en el ser humano. En eso estamos claro. Pero, lo puesto en el ser humano no tiene que ver con un ente externo, sino el sentido del infinito en su corazón. El objeto en este pasaje no es el hombre, sino Dios. En el contexto adecuado sugiere que el ser humano en su interior tiene el sentido de la eternidad venidera. Este pasaje no sugiere que el ser humano tenga un [alma?] eterna. La Biblia no se contradice. De acuerdo con Salomón, el aliento o soplo de vida tendrá su fin: «Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu [soplo de vida, רוּחַ rûwach, viento; por semejanza aliento, James Strong's] vuelva a Dios que lo dio» (Ecc 12:7). Reitero, el ser humano no tiene un [alma?] eterna. Pablo, diserta que Dios dará vida eterna a los que perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad (Ro 2:6-8). Observe, el verbo [ἀποδίδωμι (apodídōmi es un futuro de indicativo, se traduce «dará, pagará», Ro 2:6)] y el verbo [ζητέω (zētéō es un presente activo, se traduce «los que buscan» en este caso «la inmortalidad» Ro 2:7)]. Estos pasajes sugieren que el ser humano no tiene un [alma?] inmortal. Observe este otro pasaje: «Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.» (1 Cor 15:53). Cuando Jesús regrese por los suyos, lo mortal se revistirá de inmortalidad. Esta metamorfosis se debe a que no poseemos un [alma?] inmortal. La Escritura no concibe una parte inmortal del ser humano. Sólo Dios posee inmortalidad (1 Ti 6:14-16), y la concederá a quienes creen en él en ocasión de la primera resurrección (1 Cor 15:51-54). A los creyentes platónicos, aristotélicos, pitagóricos, agustinos que afirman que el alma es inmortal los refiero a Ezequiel 18:20: «El alma (נֶפֶשׁ nephesh) que pecare esa morirá (מוּת mûwth) [...]». La Biblia es clara y contundente cuando afirma que Dios es el único que posee inmortalidad (1 Ti 1:17; 6:16) y la concederá a quienes creen en él en ocasión de la primera resurrección (1 Cor 15:51-54). Vemos que la semántica dada a nephesh por los promoventes del [alma?] inmortal no tiene nada que ver con razones lingüísticas gramaticales, sino teológicas para acomodarla a su cosmovisión.

Hemos visto que ni el ser humano, ni aquello a lo que le llaman [alma?] es inmortal. Si la enseñanza del alma inmortal natural no proviene de Jesús, ni de la iglesia del primer siglo, entonces, de dónde proviene. Permítame dilucidar lo siguiente, el relato genesiano (2:16-17) diserta que a la pareja edénica se le dio una orden: «no comerás» en alusión al fruto. Fíjese que no había nada malo en el fruto. Todo lo que Dios había creado era bueno (Ge 1:31). Por lo tanto, el asunto en esencia no era el fruto, sino el sentido de obediencia. Como expresa Alberto R. Timm, «Hay cosas que no son ni malas ni incorrectas en sí, pero Dios las ha elegido como prueba de obediencia». Hay algo significativo que el creyente no debe olvidar, y es que la obediencia no es optativa. Obedeces o desobedeces. Con respecto a la pregunta, ¿De dónde proviene la teoría de la inmortalidad del alma? Fíjese en las palabras del Señor: «Ciertamente morirán» (Ge 2:16-17 RVR 1960), pero Satanás lo contradice: «Ciertamente no morirán» (Ge 3:4 RVA 2015). Se podría deducir que la teoría de la inmortalidad del alma proviene de este ser. No provino de Jesús, ni de los apóstoles. Provino de Satanás «Ciertamente no morirán». Por supuesto, que esta mentira provocó el desliz de Eva. La toma de decisiones estaba en ella. Ella aceptó la propuesta del crótalo: «serás como Dios, sabiendo el bien y el mal» (Ge 3:5). Ser como Dios no implica solamente saber el bien y el mal, también implica ser inmortal. La inmortalidad es un atributo entitativo (natural) de Dios. Satanás deseó tener ese atributo. De hecho, él deseaba ser semejante al Altísimo (Is 14:13-15). Las palabras del crótalo «no morirán» sigue en la mente de la mayoría cristiana. Pero la Biblia afirma que la paga del pecado es muerte (Ro 6:23; cf. Hb 9:27). La pareja edénica fue sentenciada y murió. No hay nada en el relato genesiano que justifique que de ellos salió un ente incorpóreo que haya subido al cielo a morar con Dios.

La conclusión más plausible de nuestro estudio es que la enseñanza popular de las iglesias cristianas de que el alma es inmortal es errónea. Me parece que si Jesús hubiera querido enseñar o revelar la existencia de un alma inmortal se lo hubiera expresado objetivamente a sus discípulos. Les hubiera dicho, miren yo tengo que partir. Ustedes serán perseguidos y asesinados por mi causa. No tengan miedo. Tengo algo que decirles. Ustedes poseen un ente incorpóreo el cual nadie puede matar. Pero no lo hizo. Tal enseñanza no está en su currículo didáctico. Solo la iglesia popular y el protestantismo perceptivo cree en la existencia del alma inmortal. Ni Jesús, ni la iglesia primitiva enseñó tal cosa. Es un desatino de la iglesia popular y el protestantismo perceptivo. ¡Qué barbaridad!

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor, dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com

noviembre 03, 2023

Cultos, sectas y sus diferencias

El cristianismo es la religión mayoritaria en el mundo hispanohablante. Abarca distintas ramas, entre ellas el catolicismo apostólico romano, el cristianismo ortodoxo, el protestantismo, y las diferentes variantes evangélicas: metodista, bautista, presbiterianos, entre otros.

Estas son algunas de las doctrinas fundamentales del cristianismo.

🔸La creación: Dios creó el universo y todo lo que hay en él en seis días (Ge 1:1-31; 2:1-24).
🔸Las Escrituras: la Palabra de Dios es inspirada y útil para enseñar, reprender, corregir y entrenar en la justicia (2 Ti 3:16).
🔸La Trinidad: Dios existe en tres personas: el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo (Mt 28:19).
🔸El Hijo: Jesucristo vino para salvar al mundo (Jn 12:44-50).
🔸El Espíritu Santo: el Espíritu Santo es el consolador y guía para los creyentes (Jn 14:16-17).
🔸La salvación: la salvación es por la gracia de Dios a través de la fe en Jesucristo (Ef 2:8-9).
🔸La santidad: la Biblia enseña que debemos ser santos, como Dios es santo (1 Pe 1:16).
🔸La resurrección: Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó al tercer día (1 Cor 15:3-4, 51-57; Ap 1:18).
🔸La segunda venida de Cristo: Jesucristo volverá algún día para juzgar a los vivos y a los muertos (He 1:11; cf. 2 Ti 4:1; Ap 20:11-12; 22:20).
🔸El Juicio Final: habrá un juicio final donde todos los seres humanos comparecerán ante Dios para dar cuenta de sus acciones (Ap 20:11-15).
🔸La inmortalidad del alma natural, el infierno, el estado de los muertos, el arrebatamiento de la iglesia, etcétera.

En las diferentes redes sociales usted encontrará a algunos internautas refiriéndose a otros gestores como la secta tal o el culto tal. Cabe preguntar, ¿Cuál es la diferencia entre una secta y un culto? Al consultar la literatura concerniente al tema, encontré una información la cual considero significativa. La misma se encuentra en la página web https://www.gotquestions.org/ de Got Questions Ministries, la cual deseo compartir con ustedes. Por supuesto, con el permiso de Got Questions Ministries. Al final de la página web ofrece el permiso de compartir la misma.

«La palabra secta, que tiene que ver con una "escuela de pensamiento", es un término subjetivo que puede aplicarse a una fe religiosa o denominación, o puede referirse a un grupo disidente herético. A veces, hay una connotación de desaprobación, similar a las "herejías destructoras" de las que se habla en 2 Pedro 2:1, aunque no hay ejemplos coherentes o aceptados a usar para identificar una secta.

Las sectas se encuentran en todas las religiones. El islam tiene los sunitas y chiitas, el judaísmo tiene ortodoxos y caraítas, el hinduismo tiene el shivaísmo y shaktismo, y el cristianismo tiene bautistas y luteranos. Todos estos son ejemplos de sectas religiosas, y pueden considerarse como "ramas" de las diferentes religiones. También hay sectas no religiosas, como los capitalistas y socialistas entre los economistas, o freudianos o jungianos entre los psiquiatras.

En contraposición, la palabra culto tiene siempre una connotación negativa. Existen criterios específicos utilizados para identificar un culto. En el libro Combatiendo el Control Mental del Culto, el desprogramador Steven Hassan destaca lo que él califica como "cultos destructivos", que él define como "un régimen autoritario en forma de pirámide, con una persona o grupo de personas que tienen el control dictatorial. Se utiliza el engaño para el reclutamiento de nuevos miembros (por ejemplo, a las personas NO se les dice por adelantado lo que el grupo es, lo que el grupo cree en realidad y qué se espera de ellos si se convierten en miembros)". Hassan también señala correctamente que los cultos no sólo son religiosos; también pueden ser de naturaleza comercial o de carácter secular.

Hassan describe los componentes empleados por los cultos destructivos mediante el control de la mente:

El Control de la conducta: Las asociaciones de una persona, el estilo de vida, la alimentación, la ropa, los hábitos de dormir, las finanzas, etc., están estrictamente controlados.

El Control de la información: Los líderes del culto deliberadamente niegan o distorsionan la información, mienten, hacen propaganda y limitan el acceso a otras fuentes de información.

El Control del pensamiento: Los líderes del culto utilizan palabras y lenguaje tendencioso, desalientan el pensamiento crítico, prohíben cualquier discurso crítico de líderes o políticas del culto, y enseñan una doctrina de "nosotros contra ellos".

El control emocional: Los líderes manipulan a sus seguidores a través del miedo (incluyendo el temor de perder la salvación, el miedo al rechazo, etc.), la culpabilidad y el adoctrinamiento.

Desde una perspectiva cristiana, un culto es cualquier grupo que sigue las enseñanzas que contradicen la doctrina cristiana ortodoxa y promueven la herejía. Según esta definición, la Sociedad Watchtower (testigos de Jehová) y de los santos de los últimos días (mormones), ambas son cultos.

Ya que todos los cultos no se reconocen inmediatamente como tal, y algunas personas pueden confundir con facilidad los cultos con las sectas o denominaciones, es fundamental seguir el ejemplo de los de Berea en Hechos 17:11: "Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así"» («¿Cuál es la diferencia entre una secta y un culto?». Disponible en: https://www.gotquestions.org/Espanol/diferencias-secta-culto.html).

Además del ejemplo bereano (He 17:11), es significativo presentar el consejo gamaliano (He 5:34-39). Gamaliel fue un líder fariseo, miembro del sanedrín, doctor de la Ley, de gran prestigio entre los judíos. La disertación gamaliana en el concilio de Hechos 5:34-39 es un ejemplo significativo de la prudencia. Según Hechos 5:7-20 hubo una persecución realizada por la secta de los Saduceos contra los discípulos de Jesús. Lo irónico del relato es que una secta reconocida trata de sectarios a los discípulos por su didáctica acerca de Cristo. Pero Gamaliel intervino con la situación y el consejo determinó poner en libertad a los discípulos. 

De acuerdo con la información suministrada en la página web de Got Questions Ministries, podemos sintetizar que una secta es una doctrina religiosa o ideológica que se aparta de lo que se considera ortodoxo. Es una comunidad cerrada que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que el líder, o líderes ejercen un poder absoluto sobre los adeptos. Emplean en su dinámica de captación o adoctrinamiento técnicas de persuasión coercitivas. Desde una perspectiva cristiana, un culto es cualquier grupo que sigue las enseñanzas que contradicen la doctrina cristiana ortodoxa y promueven la herejía. 

El cristianismo tradicional considera como culto a los Testigos de Jehová y, a los Santos de los Últimos Días (Mormones). Considera como secta, a los Adventistas del Séptimo Día, a la Iglesia la Luz del Mundo, a la Iglesia de la Cienciología, entre otros. Los catalogan como cultos sectarios porque estos movimientos religiosos no creen en todas las doctrinas cardinales del cristianismo tradicional.

En las redes sociales usted encontrará expresiones sardónicas del cristianismo tradicional como: ¿Por qué no soy testigo de Jehová?, ¿Por qué no soy mormón?, ¿Por qué no soy adventista? Por otra parte encontrará a los cultos sectarios decir: ¿Por qué no soy católico?, ¿Por qué no soy pentecostal?, ¿Por qué no soy evangélico? En esta sociedad, si una persona piensa diferente en doctrina a la corriente regular religiosa se le tilda de sectario o que pertenece a un culto. La Iglesia católica tilda de sectaria a las iglesias cristianas protestantes. Las iglesias cristianas protestantes tildan de sectarios a los católicos. 

Las sectas y los cultos exhiben devoción o dedicación a una persona, grupo, idea o cosa. No necesariamente devoción o dedicación a Dios. Me parece que la definición de secta o culto puede aplicar también a las iglesias cristianas tradicionales. ¿Por qué? Porque algunas iglesias son dirigidas por un pastor, clero, cuerpo gobernante, junta de iglesia, etcétera. Así como los cultos sectarios se basan en interpretaciones particulares, así también las iglesias cristianas tradicionales se basan en interpretaciones particulares. Todos afirman que su doctrina es bíblica. Subyacentemente, los movimientos religiosos son manipuladores. Es preocupante cuando una organización religiosa aduce ser la voz de Dios en la tierra. Es preocupante y peligroso por su autoritarismo. Lamentablemente, ninguna religión escapa a la prepotencia. Tanto las sectas como los cultos y los que no se consideran sectas ni cultos imponen su autoridad por encima de los valores, principios y convicciones de las personas. Te dicen, somos la voz de Dios. En esto es lo que creemos. Estas son nuestras creencias. Nuestras normas. Si usted no se acata a ellas puede ser sancionado, disciplinado o expulsado. Es preocupante porque si usted no está de acuerdo con alguna proyección religiosa lo sancionan, o lo disciplinan o lo expulsan. El apóstol Pablo aduce: «No hay que hacer ni decir más de lo que dice la Biblia.» (1 Cor 4:6 TLA). Pero a las sectas, a los cultos y a todas las organizaciones religiosas no les importa. Actúan por igual. Son dictaduras farisaicas camuflajeadas bajo el manto de la religión pura y sin mancha. 

Por supuesto, si usted no está de acuerdo con las creencias y normas de la religión que profesa puede desafiliarse. Nadie se lo puede impedir. Usted no está obligado a creer y aceptar todo lo que enseñan las organizaciones religiosas. Hay muchas doctrinas parecidas, pero no todo ecumenismo conviene. Menos cuando se apartan de los principios bíblicos para imponer sus convicciones. Itero, no estamos obligados a creer y aceptar lo que no dice la Biblia. 

Si lo tildan de sectario por seguir única y exclusivamente las enseñanzas de Cristo, que así sea. En todo caso, «Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres» (He 5:29). Su salvación no depende de ninguna iglesia, sino de Aquel que dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre si no es por mí» (Jn 14:6).

Se habla mucho de la separación Iglesia y Estado, sin embargo, el comportamiento de la mayoría de las iglesias es el de un régimen sectario autoritario. Solo tiene que evaluar sus normas y reglamentos. El cien por ciento (100%) de las normas y reglamentos son propuestas particulares basadas en tradiciones. Costumbres pueblerinas que no tienen nada que ver con la Biblia. Quien no se atenga a ellos es sancionado, disciplinado o expulsado. Cuando usted es intervenido, digamos por algún alegado desliz, y pregunta si hay algún texto bíblico explícito que sustente la razón de la sanción, disciplina o expulsión no lo hay. Si no lo hay, se inventan uno y luego le dicen el principio bíblico es el mismo. ¡Que barbaridad! 

Prácticamente, las organizaciones religiosas se critican unas a otras, sin embargo, la mayoría de ellas emulan a los cultos sectarios. En teoría le dicen, nosotros somos la voz de Dios en la tierra. Cristo es la cabeza de la iglesia, pero en la práctica son autocéfalas. Ni Dios ni Cristo dirigen la iglesia. Ellos son las personas que toman decisiones en el nombre de Dios para sancionar, disciplinar, expulsar o borrar el nombre de los feligreses de los libros de la iglesia. Lamentablemente, la mayoría de los líderes de las sectas, los cultos y demás tienen un pésimo testimonial ante la sociedad. Pero tienen el apoyo de los que han sido engañados.

Si por alguna razón usted es expulsado de un movimiento religioso, y es puesto en aislamiento social, mi consejo es que procure estar en sintonía con las Escrituras. Procure estar registrado en el libro de la vida (Ap 3:5; 20:12, 15; Flp 4:3) que en cualquier registro de alguna organización religiosa. El libro de la vida es el libro del Cordero (Ap 13:8; 21:2). En ese libro es donde su nombre debe estar registrado. Ahora bien, ¿Cómo usted puede saber si su nombre está registrado en el libro de la vida? Lo sabrá por medio de los escritores bíblicos. Juan le exhorta que se arrepiénta de sus pecados (1 Jn 1:9). El probervista le pide que se aparte de ellos (Pr 28:13). Lucas le aconseja que crea en el Señor Jesucristo y será salvo de (He 16:31). Una vez que su nombre esté registrado en el libro de la vida, persevere hasta el fin «Mas el que persevere hasta el fin este será salvo» (Mt 24:13). Note que dice el que persevere hasta el fin, por supuesto en Cristo, no en una organización religiosa. Que conste, no estoy en contra de congregarse o reunirse con sus hermanos (Hb 10:25). Es que los cultos sectarios son manipuladores. Y, le harán creer que la salvación es por medio de la iglesia. Que si no se congrega se perderá. No se equivoque. Usted puede estar congregándose toda una vida en una iglesia, pero eso no garantiza que usted sea salvo (He 4:12).

Itero, si lo tildan de sectario por seguir única y exclusivamente las enseñanzas de Cristo, que así sea. Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres (He 5:29). Su salvación no depende de ninguna iglesia, sino de Aquel que dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre si no es por mí» (Jn 14:6).

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor, dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com

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