noviembre 06, 2023

El alma inmortal

La enseñanza popular de la mayoría de las iglesias cristianas es que el [alma?] es inmortal. El ser humano es eterno en su alma y espíritu. La mayoría de las iglesias cristianas afirman que hay un aspecto del ser humano que sigue existiendo después que la vida física finiquita. Dicen que en el momento de la muerte el cuerpo va al sepulcro y el [alma?] continúa existiendo como una entidad independiente y consciente. Aducen que cuando un ser humano fallece su [alma?] va al cielo a morar con sus seres queridos junto a Cristo. La mayoría de los estudiantes de la Biblia dan por sentado que esta creencia está basada en el currículo didáctico de Cristo Jesús. Sin embargo, la didáctica jesuana no menciona nada con relación a un ente incorpóreo inmortal o ([alma?] inmortal). Entonces, ¿De dónde proviene esta creencia? Con toda probabilidad esta creencia viene de fuentes extra bíblicas. Probablemente, del pensador griego Platón. Según el pensamiento platónico, el [alma?] tiene vida inherente. Existía mucho antes que el cuerpo en el cual habita, y también lo sobrevive. 

Ninguno de los autores del Antiguo Testamento enseña el concepto de la inmortalidad del alma. La iglesia del primer siglo tampoco lo enseñó. La palabra [alma?] no forma parte de la lingüística bíblica, es decir, ni del pensamiento lingüístico hebreo ni arameo ni griego koiné -griego antiguo [ἡ κοινὴ γλῶσσα (hē koinḕ glṓssa, «lengua común»)], siglo I a. C., y siglo I d. C., año 330 a. C. al 330 d. C.). El contexto en el que ha sido utilizada esta palabra genera matices confusos. La acepción contemporánea es lo que ha hecho que el vocablo [alma?] sea una traducción inexacta de la palabra ψυχή psychē.

Jesús adujo: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir el alma y cuerpo en el infierno.» (Mt 18:28 NVI). Una lectura diagonal de este pasaje puede sintetizar que el [alma?] es inmortal, observe: «no pueden matar el alma», sin embargo, el mismo texto dice: «al que puede destruir el alma». Algunos estudiosos se amparan en la primera parte del pasaje para inferir que el [alma?] es inmortal. Omiten la segunda parte que dice, «el que puede destruir el alma». Por supuesto, la omiten para no contradecirse o refutarse a sí mismo, ya que Ezequiel, aduce que el alma que pecare esa morirá (Ez 18:20).

Observe el razonamiento jesuano: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir el alma y cuerpo en el infierno.» (Mt 18:28 NVI). Note que primero dice, «no pueden matar el alma» como si el alma fuera indestructible, pero luego aduce «al que puede destruir el alma» como si el alma fuera destructible. ¿Se contradice Jesús en su alocución? Por supuesto que no. Todo está en la traducción del pasaje. Analicemos el texto de Mateo 18:28. En este pasaje se hace mención de los sustantivos griegos σῶμα sōma y ψυχή psychē. La RVR 1960 traduce sōma como cuerpo y psychē como [alma?]. El sustantivo psychē tiene un amplio campo semántico. Viene de [ψύχω (psychō «respirar» «soplar» del hebreo [נֶפֶשׁ (nephesh «ser viviente»)]. Nada que ver con entidades abstractas e inmateriales extraídas de los filósofos griegos Platón, Aristóteles, Pitágoras, entre otros. La realidad es que, la palabra [alma?] no forma parte del pensamiento lingüístico hebreo ni arameo ni griego koiné. Es una interpolación al texto sagrado. En adición, la palabra nephesh viene de la raíz acadia antigua napishu o napishtu que significa «respiración». Hace referencia al ser vivo: tanto a humanos como a animales. Viene del verbo naphash que significa «respirar». Hace alusión a la persona completa, a saber, su cuerpo, sentidos, emociones, deseos, sentimientos. Nada de dualismo platónico. El término [alma?] interpolado en los manuscritos sagrados posteriores ha sido una pésima elección para el vocablo nephesh. Al término nephesh se le ha dado una semantica diferente al introducir el concepto platónico del cuerpo incorpóreo. Una mejor traducción para el texto sanmateano es la siguiente: «No tengan miedo de la gente que puede destruir el cuerpo, pero no la vida que está en ustedes. Más bien, teman a Dios, que tiene el poder de destruirlos totalmente en el Gehena.» (TLA). 

He dilucidado que la palabra [alma?] no forma parte del pensamiento lingüístico hebreo ni arameo ni griego koiné. Es una pésima traducción de nephesh interpolado posteriormente al texto sagrado. En cuanto a la dicotomía cuerpo y alma (dualismo platónico adoptado por las iglesias cristianas) debo aclarar que el ser humano no tiene un cuerpo es «cuerpo». No tiene un [alma?] es un «ser viviente». El concepto platónico que se fundamenta en el dualismo cuerpo-espíritu, o sea, que tenemos un cuerpo mortal y un [alma?] inmortal fue adoptado por el obispo San Agustín. Este fue un paso crucial en el desarrollo de la idea de que los incrédulos podrían ser confeccionados para soportar el tormento eterno en el infierno. 

Cuando usted lee 1 Tesalonicenses 5:23 se encuentra con la expresión «espíritu, alma y cuerpo». Las confesiones religiosas perceptivas infieren una tricotomía platónica en la construcción griega [τὸ πνεῦμα καὶ ἡ ψυχὴ, καὶ τὸ σῶμα (to pneuma kai he psychē, kai to sōma, «espíritu, alma y cuerpo»)] (1 Ts 5:23), pero esta construcción no parece indicar que Pablo está describiendo la estructura metafísica del ser humano. El apóstol no habla de un ser tripartita (compuesto por entidades separadas: espíritu- alma- cuerpo). Lo que parece sugerir la sintáctica griega de este pasaje es un ser total manifestándose en tres formas distintas. Mi dilucidar es que, los términos griegos generalmente traducidos como «espíritu, alma y cuerpo» son solamente percepciones alternativas para describir a la persona humana como un todo. Esto queda claramente expresado sintácticamente por los términos ὁλοτελής, holotelḗs «totalmente» y ὁλόκληρος holóklēros «entero» ya que ambos adjetivos aluden a su totalidad. En síntesis, la Biblia presenta al ser humano como un ser total cuya absoluta unidad se manifiesta en tres formas, esto es: πνεῦμα pneuma «espíritu», o sea, el aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh) de Dios, que da ψυχὴ psychē «vida» al σῶμα sōma «cuerpo» (Ge 2:7). Me parece que este pasaje describe detalladamente cómo surge la vida humana. El relato genesiano revela que Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh), y fue el hombre un (nephesh o néfesh «ser viviente»). El relato bíblico no registra que cuando la figura de barro fue insuflada, entrara un ente extraño (lo que algunos llaman [alma?]). Sencillamente dice que Dios insufló aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh) en la nariz de la figura de barro, entonces, vino a ser un (néfesh «ser viviente»). El relato genesiano no registra que el hombre llegó a ser un ser inmortal. La vida del ser viviente es consecuencia de la unión entre el polvo de la tierra y el aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh). No hay evidencia bíblica que sugiera que esa vida precede a dicha unión. La paráfrasis de la versión Nueva Biblia Viva, lo expresa de manera sencilla para los entendidos: «Entonces Dios el Señor formó el cuerpo del hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida. Fue así como el hombre se convirtió en un ser vivo» (Ge 2:7 NBV). Podríamos decir que es la combinación de estos elementos lo que hace que el hombre exista, por lo tanto, el ser viviente es un ente compuesto por el cuerpo físico, y la vida de Dios o el aliento de Dios (נְשָׁמָה neshamáh). El Tanaj traduce: «Formó [Vayyitser- יוצר ] Hashem Elokim con el ET [ ת א ] al HaAdam [al hombre] del polvo de la tierra [adamah] y naphach [sopló] neshamah [alma superior de chayim], y el hombre se convirtió en un nephesh [alma] viviente [vayyitser Hashem Elokim Et-haAdam afar minhaadama vayipach venaphach neshamah chayim vayehi haAdam lenefesh chaya:]» (Ge 2:7, El Tanaj). Al parecer, los traductores del Tanaj, influenciados por el helenismo traducen néfesh como [alma?] viviente. Interpolan la palabra [alma?] en el texto. Etimológicamente, el término «aliento de vida» corresponde al término original nishmat hayim. Nishmat es el estado construido de neshamá «aliento» y chayim o hayim es el plural de haya «vida». Los vocablos néfesh y psychē no sugieren la capacidad de existir independientemente del cuerpo ni se le identifica como una entidad inteligente. La mayoría de las confesiones religiosas han tomado los conceptos básicos del platonismo para definir la palabra néfesh erróneamente como [alma?]. A su vez conceptúan el [alma?] como un ente etéreo encarcelado en el cuerpo. Como había mencionado, según este concepto, cuando la persona fallece el [alma?] se desprende del cuerpo como una entidad superior y separada del mismo. Lo que denota que el cuerpo es mortal, pero el [alma?] es divina (inmortal). La mayoría de las confesiones religiosas perceptivas afirman que el [alma?] es naturalmente incorruptible; que posee vida propia para la cual se basta a sí misma. Pero el pensamiento mosaico diserta lo contrario. Según el pensamiento mosaico la néfesh «el ser viviente» no es eterno, tuvo su comienzo neshamáh «aliento de vida» (Ge 2:7) y tendrá su fin «...hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado, pues polvo eres, y al polvo volverás» (Ge 3:19). De acuerdo con Salomón, el aliento o soplo de vida tendrá su fin: «Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu [soplo de vida, רוּחַ rûwach, viento; por semejanza aliento, James Strong's] vuelva a Dios que lo dio» (Ecc 12:7). Este versículo sugiere que el ser viviente deja de existir en la muerte física, ya que sin el cuerpo el [alma?] no existe, puesto que el [alma?] aparecía luego de una unión entre el cuerpo y el neshamah proveniente de Dios. En Génesis 2:7 vemos el proceso creador de Dios, en Eclesiastés 12:7 vemos el proceso a la inversa. Este autor lo explica de la siguiente manera, «En la creación la chispa de la vida fue dada de parte de Dios, que es llamado neshamah, aliento; no néfesh, alma; en la muerte, la vida retorna a Dios. La muerte es la cesación de la vida. Al morir, el hombre deja de ser un alma viviente. Sin la carne, no hay alma. Sin el aliento no hay alma. Es que el hombre es un alma, no tiene una». (Recuperado de: https://pastor.adventistas.org/es/el-concepto-biblico-de-alma/). Entiendo la línea de pensamiento del autor, sin embargo, no concuerdo con la la expresión «el hombre es un [alma?]». Prefiero la expresión «un ser viviente» para evitar confusión. Si queremos hablar con propiedad, entonces, hay que prescindir de la palabra [alma?] porque no está contemplada ni en la literatura veterotestamentaria ni en la neotestamentaria.

Podemos sintetizar lo siguiente: la creencia de que tenemos un cuerpo mortal es bíblica, pero la creencia de un [alma?] inmortal no es bíblica. Ningún ser humano posee un [alma?] inmortal. Algunas confesiones religiosas basadas en Eclesiastés 3:11 aducen que tenemos un [alma?] eterna. Disertan que Salomón, escribió que el Señor «sembró la eternidad en el corazón humano» (Ecc 3:11 NTV). Estos biblistas parecen entender que la palabra «sembrar» (NTV) o «poner» (NVI) alude a que el [alma?], que ya existía (según ellos) fue provista en la creación del hombre. Una lectura diagonal del texto deduciría lo antes expuesto, pero el contexto no lo sugiere. En la construcción hebrea de este pasaje encontramos el sustantivo [עוֹלָם (ʻôwlâm 'Olam «eterno»)]. Aunque 'Olam se traduce como eterno, tiene un amplio campo semántico, por ejemplo, significa: siempre, antiguo, permanencia, eterno, alguna vez, por siempre, para siempre, duradero, largo, nunca, viejo, perpetuo, tiempo, veces, mundo, etcétera. Hay que ver el texto en su contexto. Demos lectura al mismo según la versión Nueva Traducción Viviente: «Sin embargo, Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, pero aun así el ser humano no puede comprender todo el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin». Otra versión reza: «Dios ha puesto el mundo en sus corazones» (JBS). Con toda probabilidad la traducción correcta sería, «Dios ha puesto la eternidad ('Olam) en sus corazones». Lo que el contexto sugiere es que hay algo puesto en el ser humano. En eso estamos claro. Pero, lo puesto en el ser humano no tiene que ver con un ente externo, sino el sentido del infinito en su corazón. El objeto en este pasaje no es el hombre, sino Dios. En el contexto adecuado sugiere que el ser humano en su interior tiene el sentido de la eternidad venidera. Este pasaje no sugiere que el ser humano tenga un [alma?] eterna. La Biblia no se contradice. De acuerdo con Salomón, el aliento o soplo de vida tendrá su fin: «Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu [soplo de vida, רוּחַ rûwach, viento; por semejanza aliento, James Strong's] vuelva a Dios que lo dio» (Ecc 12:7). Reitero, el ser humano no tiene un [alma?] eterna. Pablo, diserta que Dios dará vida eterna a los que perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad (Ro 2:6-8). Observe, el verbo [ἀποδίδωμι (apodídōmi es un futuro de indicativo, se traduce «dará, pagará», Ro 2:6)] y el verbo [ζητέω (zētéō es un presente activo, se traduce «los que buscan» en este caso «la inmortalidad» Ro 2:7)]. Estos pasajes sugieren que el ser humano no tiene un [alma?] inmortal. Observe este otro pasaje: «Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.» (1 Cor 15:53). Cuando Jesús regrese por los suyos, lo mortal se revistirá de inmortalidad. Esta metamorfosis se debe a que no poseemos un [alma?] inmortal. La Escritura no concibe una parte inmortal del ser humano. Sólo Dios posee inmortalidad (1 Ti 6:14-16), y la concederá a quienes creen en él en ocasión de la primera resurrección (1 Cor 15:51-54). A los creyentes platónicos, aristotélicos, pitagóricos, agustinos que afirman que el alma es inmortal los refiero a Ezequiel 18:20: «El alma (נֶפֶשׁ nephesh) que pecare esa morirá (מוּת mûwth) [...]». La Biblia es clara y contundente cuando afirma que Dios es el único que posee inmortalidad (1 Ti 1:17; 6:16) y la concederá a quienes creen en él en ocasión de la primera resurrección (1 Cor 15:51-54). Vemos que la semántica dada a nephesh por los promoventes del [alma?] inmortal no tiene nada que ver con razones lingüísticas gramaticales, sino teológicas para acomodarla a su cosmovisión.

Hemos visto que ni el ser humano, ni aquello a lo que le llaman [alma?] es inmortal. Si la enseñanza del alma inmortal natural no proviene de Jesús, ni de la iglesia del primer siglo, entonces, de dónde proviene. Permítame dilucidar lo siguiente, el relato genesiano (2:16-17) diserta que a la pareja edénica se le dio una orden: «no comerás» en alusión al fruto. Fíjese que no había nada malo en el fruto. Todo lo que Dios había creado era bueno (Ge 1:31). Por lo tanto, el asunto en esencia no era el fruto, sino el sentido de obediencia. Como expresa Alberto R. Timm, «Hay cosas que no son ni malas ni incorrectas en sí, pero Dios las ha elegido como prueba de obediencia». Hay algo significativo que el creyente no debe olvidar, y es que la obediencia no es optativa. Obedeces o desobedeces. Con respecto a la pregunta, ¿De dónde proviene la teoría de la inmortalidad del alma? Fíjese en las palabras del Señor: «Ciertamente morirán» (Ge 2:16-17 RVR 1960), pero Satanás lo contradice: «Ciertamente no morirán» (Ge 3:4 RVA 2015). Se podría deducir que la teoría de la inmortalidad del alma proviene de este ser. No provino de Jesús, ni de los apóstoles. Provino de Satanás «Ciertamente no morirán». Por supuesto, que esta mentira provocó el desliz de Eva. La toma de decisiones estaba en ella. Ella aceptó la propuesta del crótalo: «serás como Dios, sabiendo el bien y el mal» (Ge 3:5). Ser como Dios no implica solamente saber el bien y el mal, también implica ser inmortal. La inmortalidad es un atributo entitativo (natural) de Dios. Satanás deseó tener ese atributo. De hecho, él deseaba ser semejante al Altísimo (Is 14:13-15). Las palabras del crótalo «no morirán» sigue en la mente de la mayoría cristiana. Pero la Biblia afirma que la paga del pecado es muerte (Ro 6:23; cf. Hb 9:27). La pareja edénica fue sentenciada y murió. No hay nada en el relato genesiano que justifique que de ellos salió un ente incorpóreo que haya subido al cielo a morar con Dios.

La conclusión más plausible de nuestro estudio es que la enseñanza popular de las iglesias cristianas de que el alma es inmortal es errónea. Me parece que si Jesús hubiera querido enseñar o revelar la existencia de un alma inmortal se lo hubiera expresado objetivamente a sus discípulos. Les hubiera dicho, miren yo tengo que partir. Ustedes serán perseguidos y asesinados por mi causa. No tengan miedo. Tengo algo que decirles. Ustedes poseen un ente incorpóreo el cual nadie puede matar. Pero no lo hizo. Tal enseñanza no está en su currículo didáctico. Solo la iglesia popular y el protestantismo perceptivo cree en la existencia del alma inmortal. Ni Jesús, ni la iglesia primitiva enseñó tal cosa. Es un desatino de la iglesia popular y el protestantismo perceptivo. ¡Qué barbaridad!

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor, dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El sábado ¿asunto neurálgico para la salvación?

«Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.» (Jn 14:15 NBV) Una estadística revela que en el mundo existe más de trenta mil (30000) ig...

Mi Dios sin igual