diciembre 24, 2023

El dilema navideño

¿Debe el cristiano celebrar la navidad?

No hay realmente una razón bíblica para no celebrar la navidad. Tampoco hay un mandato bíblico para celebrarla. Si usted la celebra o no, es su decisión. Es algo personal. Ahora bien, independientemente de su toma de decisiones sea prudente. No utilice sus convicciones para atacar a los cristianos con criterios antitéticos a la navidad.

Una de las razones por la que algunos cristianos no celebran la navidad es porque va en contra de la doctrina que le han enseñado. Le han enseñado que la navidad es una tradición pagana. Los antinavideños objetan la fecha de su celebración. Se deduce que Jesús nació en cualquier período entre los años 8 y 3-4 a. C. Aducen que tener un árbol de navidad es idolatría (Jr 10:1-16). Enuncian que ni Jesús ni la Iglesia primitiva ni los apóstoles celebraron la navidad. Si vamos a ver, hay muchas cosas que ni Jesús ni la Iglesia primitiva ni los apóstoles celebraron; actividades, tradiciones y objetos que tienen orígenes paganos. Pero a pesar de tener orígenes paganos los creyentes evangélicos, pentecostales, movimientos religiosos independientes, entre otros las consideran hoy día como buenas y las celebran. El argumento es que han sido adaptadas. Que es cierto que las costumbres eran paganas, pero se adaptaron para glorificar a Dios. Completamente en desacuerdo con este argumento. Como dije anteriormente, no utilice sus convicciones para atacar a los cristianos con criterios antitéticos a la navidad.

Entiendo que la navidad es un buen momento para hablar de Cristo. Independientemente, de la fecha que haya nacido, lo significativo es que en algún momento nació nuestro Señor y Salvador (2 Pe 3:18). Se articula que se eligió el 25 de diciembre por tradición para celebrar el nacimiento de Cristo. Se verbaliza que se eligió esa fecha con el propósito de eliminar la fiesta pagana dedicada al Sol. Alguien dijo que si fue por tradición que se eligió dicha fecha para su celebración y si la causa fue para eliminar una fiesta pagana, pues prefería celebrar el nacimiento del Señor y Salvador Jesucristo y que las fiestas paganas desaparecieran.

En cuanto al árbol navideño, los antinavideños disertan que tener un árbol de navidad es idolatría (Jr 10:1-16). El legalista extremo percibe a los cristianos adorando frente al árbol navideño. En realidad, los cristianos no hacen eso. Tomar el relato jeremiano para afirmar que el árbol navideño es idolatría no es correcto. Es un argumento fuera de contexto. El relato jeremiano en su contexto trata sobre la corteza de árboles. Cincelar árboles, decorarlos con oro y plata para hacer ídolos e inclinarse ante ellos en adoración. La narrativa jeremiana no habla del árbol navideño. Ese razonamiento es propio de un legalista extremo.

Entiendo que no hay razón bíblica para no celebrar la navidad. Tampoco hay un mandato bíblico para celebrarla. Sin embargo, Dios me ha dado el privilegio del libre albedrío. Por lo tanto, puedo decidir qué puedo hacer bajo la dirección del Espíritu Santo. Lo que no debo hacer es celebrar como el mundo lo hace. Puedo aprovechar el tiempo navideño para dar a conocer a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Además, ayudar a los necesitados, etcétera.

Si usted es de las personas que no celebra la navidad en vez de despotricar aproveche que puede ser un buen momento para pasarla con la familia, los amigos, los hermanos en la fe, etcétera. Aproveche ese tiempo para hablar del amor de Dios (Jn 3:16). Del sacrificio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Predique de Jesús y su evangelio. No deberíamos ser egoístas pensando en nosotros mismos. Hay personas que están solas y triste porque han perdido un familiar o un amigo. En el periodo navideño tienden a aislarse de la sociedad. Emocionalmente están afectados por la soledad. Lamentablemente, muchos recurren al suicidio. No seamos egoístas. Ellos necesitan una mano amiga.

Jesucristo es la razón de nuestra celebración. Reflexionemos mirando al cielo y démosle gracias a Dios por enviar a nuestro Señor y Salvador. Es el mejor regalo que una persona pueda recibir en la época navideña.

Si usted no celebra la navidad es una decisión que respetamos. Por favor, también respete la toma de decisiones de los demás. 

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor, dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com

diciembre 16, 2023

νόμος του θεού

Las iglesias evangélicas, los movimientos pentecostales, los movimientos religiosos independientes, y otros grupos religiosos afirman que la νόμος του θεού nómos tou Theoú «Ley de Dios» fue dada única y exclusivamente a Israel. Ellos aducen que la Biblia enuncia que los cristianos no tienen nada que ver con la Ley de Dios porque no están bajo la «Ley», sino bajo la «gracia». Alva J. McClain dice, «La Ley fue dada solamente a Israel por medio de un pacto» (Alva J. McClain. «La Ley Escrita por Dios Dada a Israel». Disponible en: https://evangelio.blog/2016/10/13/la-ley-escrita-por-dios-dada-a-israel/). El sitio oficial de la Watchtower diserta, «La Ley no se dio a toda la humanidad» («¿Estamos bajo los diez mandamientos?» Disponible en: https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1101989114). El portal Got Question enuncia, «La Ley de Moisés fue dada específicamente a la nación de Israel» («Got Question». Disponible en: https://www.gotquestions.org/Espanol/ley-de-moises.html). La página web Truth For The World articula, «No había sido dada a sus antepasados. ¡Fue dada solamente a los hijos de Israel! La ley dada en el Monte Sinaí fue dada a Israel, y a ninguna otra nación.» (Truth For The World. «¿Debemos seguir los diez mandamientos hoy?» Disponible en: https://truthfortheworld.org/debemos-seguir-los-diez-mandamientos-hoy). Marlon Retana, en su blog cita a Wayne Jackson el cual verbaliza, «¿Por qué algunos insisten en que los cristianos están bajo la ley hoy en día? No estamos bajo la ley, sino bajo la gracia. La ley vino por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesús (Jn 1:17).» (Wayne Jackson. «¿Estamos bajo la ley o la gracia?» Disponible en: https://marlonretana.com/cc-estamos-bajo-ley-o-gracia/#:~:text=No%20estamos%20bajo%20la%20ley,(Juan%201%3A17).

Los detractores de la Ley de Dios afirman que la Biblia muestra claramente que la Ley fue dada única y exclusivamente a Israel. Se adhieren a pasajes como Deuteronomio 5:1-3 y Salmo 147:19, 20 para defender su tesis:

«Entonces llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, oh Israel, los estatutos y ordenanzas que hablo hoy a vuestros oídos, para que los aprendáis y pongáis por obra. El Señor nuestro Dios hizo un pacto con nosotros en Horeb. No hizo el Señor este pacto con nuestros padres, sino con nosotros, con todos aquellos de nosotros que estamos vivos aquí hoy.» (Dt 5: 1-3 LBLA)

«Ha manifestado sus palabras a Jacob, Sus estatutos y sus juicios a Israel. No ha hecho así con ninguna otra de las naciones; Y en cuanto a sus juicios, no los conocieron. Aleluya.» (Sl 147:19-20 RVR 1960)

El pasaje deuteronómico diserta «No hizo el Señor este pacto con nuestros padres...», es decir, los antepasados Abrahán, Isaac, Jacob y los doce patriarcas. Los acuerdos entre el Señor y los padres fueron de índole personal. Fue en la experiencia sinaítica que por primera vez el Señor entró en un pacto con toda una nación (Ex 20:3-17).

El salmista aduce «No ha hecho así con ninguna otra de las naciones...». Solo con la nación de Israel. ¿Fueron favorecidos ante las demás naciones? La disertación paulina articula, «estos son israelitas, a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.» (Ro 9:4-5). 

Me parece que los pasajes antes expuestos no tienen nada que ver con una Ley predestinada para una nación. Mas bien estos pasajes disertan la disponibilidad del pueblo israelita para aceptar la encomienda del Señor. Independientemente de lo que se pueda pensar al respecto, Israel no fue escogido por favoritismo. Mas bien era un pueblo insignificante, «El Señor los quiere, y los ha escogido, no porque ustedes sean más numerosos que todos los pueblos, pues ustedes eran el pueblo más insignificante de todos, sino porque el Señor los ama y porque quiso cumplir el juramento que les hizo a sus padres. Por eso el Señor los ha sacado con mano poderosa; por eso los ha rescatado de la esclavitud y del poder del faraón, el rey de Egipto. Sábelo bien: el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel que cumple con su pacto y su misericordia con aquellos que lo aman y cumplen sus mandamientos, hasta mil generaciones.» (Dt 7:7-9 RVC). El relato deuteronómico enuncia que Israel era un pueblo insignificante que fue elegido no por sus méritos, sino por obra y gracia del Señor. Dios no tiene favoritos. Dios no hace acepción de personas (Dt 10:17; He 10:34-36; Ro 2:11; 1 Pe 1:17). La promesa yahvista referente a la descendencia abrahámica se cumplió sin favoritismo alguno. Esta llegaría a ser una gran nación y ocuparía la tierra de Canaán (Ge 12:3, 7;17:4; 7-8; 22:17). El Señor bendijo a Abraham y a sus descendientes debido a la fe del patriarca. Este obedeció las instrucciones y la Ley de Dios (Ge 26:3-5). Promesa iterada con Isaac, hijo de Abraham y su nieto Jacob (Ge 17:21; 26:24; 28:1-4, 13). El Señor es fiel a su palabra y sigue cuidando de su pueblo espiritual.

En cuanto al argumento de que la Ley de Dios fue dada única y exclusivamente a la nación israelita no es correcto. Esto es lo que piensan los evangélicos, los pentecostales, los movimientos religiosos independientes, y otros grupos religiosos que afirman que como la Ley era inútil para la salvación, es indiferente que un creyente peque ya que no es juzgado por su pecado. Estoy absolutamente en desacuerdo con este argumento. Reconozco que la Ley no salva, pero que una persona que haya cometido pecado y no sea juzgado por el mismo no es cierto porque «Un día tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, y seremos juzgados. Cada uno recibirá lo que merezca por las buenas o las malas cosas que haya hecho mientras estaba en el cuerpo.» (1 Cor 5:10 NBV).

El apóstol Pablo presenta un hecho significativo cuando afirma que «Todos los que han pecado sin conocer la ley, también perecerán sin la ley; y todos los que han pecado conociendo la ley, por la ley serán juzgados. Porque Dios no considera justos a los que oyen la ley, sino a los que la cumplen.» (Ro 2:12-13 NVI). Significativo, el pasaje enuncia que Dios no considera justos a los que oyen la ley, sino a los que la cumplen. El apóstol Pablo diserta: «Los hacedores de la Ley serán justificados» (Ro 2:13). «Pues el simple acto de escuchar la ley no nos hace justos ante Dios. Es obedecer la ley lo que nos hace justos ante sus ojos» (Ro 2:13 NTV). El pensamiento paulino es objetivo. Dios no considera justos a los que oyen la Ley, sino a los que la cumplen. ¿Por qué? Porque son los hacedores de la Ley, los que serán justificados por la fe en Cristo Jesús. Además, todos los que han pecado conociendo la Ley, por la Ley serán juzgados. Estas palabras paulinas fueron escritas después de la muerte y resurrección de Cristo. Si de todas maneras la Ley iba a ser abolida, entonces, ¿a qué se debe el argumento paulino? ¿Por qué el Señor daría una Ley que aboliría posteriormente? ¿No era mejor evitar el sufrimiento de Cristo, y abolir la Ley? El razonamiento evangélico expone que la Ley era un conjunto de leyes. Que con la muerte de Cristo todos los requisitos se cumplieron. Exacerbar que toda la Ley fue abolida no es correcto. Se aduce que la Ley fue abolida porque era un conjunto de leyes. No objeto el que fuera un conjunto de leyes. El que fuera un conjunto de leyes nos dice que cada ley tenía su función. Por ejemplo, todas las leyes que tenían que ver con el ritual cúltico del Santuario terrenal cumplieron su objetivo. Además todas estas leyes pertenecían a la Ley mosaica.

No confunda la Ley de Dios con la Ley de Moisés. Existen sus diferencias: La Ley de Moisés se compone de 603 mandamientos o más. Es la Ley de los ritos ceremoniales, la de los mandamientos expresados en ordenanzas, etcétera (Ef 2:15). Se componía de leyes civiles (estatutos y juicios) (Ex 21-23). Leyes cúlticas añadidas posteriormente que regulaban la tribu de Leví en el servicio del templo (Lv 1-7), etcétera. La Ley de Dios, la escrita con su propio dedo» (Ex 31:18) se compone solamente de las diez palabras o mandamientos (Ex 20:3-17). La Ley de Moisés fue puesta fuera del arca del testimonio (Dt 31:24-26). La Ley de Dios estaba dentro del arca del testimonio (Dt 10:8; cf. 2 Cro 5:10; Hb 9:4). La Ley de Moisés era basada en normas. La Ley de Dios es basada en principios. Existe una marcada diferencia entre normas y principios. Ambos son sumamente importantes. La diferencia es que las normas caducan. Pueden cumplirse o no. Los principios no caducan. Los diez mandamientos son principios eternos. No son la totalidad la Ley de Dios, sino principios del Sistema Gubernamental Celestial adaptados a los seres humanos caídos en pecado. Desde esta perspectiva deduzco que podemos exegizar el pasaje santiagués 2:10 «Porque cualquiera que guardare toda la ley [o sea, todo el Sistema Gubernamental Celestial], pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos [o sea, del Sistema Gubernamental Celestial].» (Énfasis nuestro).

Con respecto al argumento de que los cristianos no tienen que guardar la Ley de Dios porque no están bajo la ley, sino bajo la gracia, cabe preguntar, ¿la gracia anula la Ley? De inmediato enuncio que la gracia no anula la Ley. No obstante, permítame analizar algunas lecturas. Comencemos con Romanos 6:14.

Veamos qué dice el pasaje: «Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley sino bajo la gracia.»

Romanos 6:14 se da en el contexto de la promesa. ¿Qué promesa? La promesa de la victoria sobre el pecado: «el pecado no tendrá dominio sobre nosotros». Es difícil tener la victoria sobre el pecado si desobedecemos los mandamientos de Dios. Cuando hago alusión a los mandamientos de Dios no solamente hago referencia a los diez mandamientos o diez palabras, sino a todos. El que afirma: «Lo conozco», pero no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no tiene la verdad. En cambio, el amor de Dios se manifiesta plenamente en la vida del que obedece su palabra. De este modo sabemos que estamos unidos a él: el que afirma que permanece en él debe vivir como él vivió» (1 Jn 2:3-6 NVI).

El pasaje en griego reza así: μαρτία γὰρ ὑμῶν οὐ κυριεύσει, οὐ γάρ ἐστε [ὑπὸ νόμον] ἀλλὰ ὑπὸ χάριν. «hamartia gar hymōn ou kyrieusei, ou gar este hypo nomon alla hypo charin». ὑπὸ νόμον hypo nomon, literalmente «bajo ley», en el sentido de estar bajo la condenación de la ley (Ro 6:14). Una palabra griega relacionada con este pasaje es el adjetivo nominativo ἔννομος énnomos normalmente traducido «bajo ley», inarticulado, literalmente significa «dentro de la ley». Sugiere vivir dentro de los requerimientos de la Ley por medio de nuestra unión con Cristo (1 Cor 9:21). Significa que cuando nos hemos arrepentido y empezamos a obedecer la Ley de Dios ya no estamos bajo la pena de la Ley [la muerte], porque hemos recibido el perdón inmerecido, y ya no vamos a practicar el pecado [no vamos a transgredir la Ley de Dios (Ro 6:15)]. Hablando de la muerte, la literatura apocalíptica jónica hace mención de la muerte segunda. Diserta que «El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte» (Ap 2:11). En este pasaje la promesa dada a los vencedores es que no pasarán por la experiencia del lago de fuego porque la segunda muerte es exclusivamente para los que rechazan el sacrificio de Cristo. En cuanto a los vencedores, la Biblia enuncia: «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.» (1 Jn 5:4). Volvamos al pensamiento paulino. El mismo está dirigido a los feligreses romanos. Pablo diserta que quien vive bajo la ley (es decir, bajo la economía judía tal como se practicaba en su época con todas sus normas y reglamentos hechos por el hombre) estará gobernado por el pecado. En contraste, la persona que vive bajo la gracia obtendrá la victoria sobre el pecado porque la Ley está escrita en su corazón y el espíritu de Dios puede guiar sus pasos. 

¿Qué quiso decir Pablo con aquello de que los cristianos no están bajo la ley? Veamos qué dice Romanos 3:19 «Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios». Aquí el apóstol compara estar bajo la ley con ser culpables ante Dios. En otras palabras, aquellos que están bajo la ley son culpables de quebrantarla y están bajo la condenación de la misma. Es por eso que los cristianos no están bajo la ley. No la están quebrantando: no son culpables ni condenados por ella. Por lo tanto, no están bajo la ley, sino bajo el poder de la gracia que les da las fuerzas para no caer en pecado. Posteriormente, en su argumento Pablo señala que el poder de la gracia es mayor que el poder del pecado. Por eso enuncia enfáticamente que el pecado no tendrá dominio sobre nosotros, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia. La gracia anula la autoridad del pecado no la Ley. O sea, anula la autoridad del pecado dando el poder para obedecer la Ley de Dios. Esta es la razón por la cual no estamos bajo la culpabilidad de la ley, y la condena. Por eso el apóstol aduce que no seguiremos pecando habitualmente.

Los cristianos protestantes no debiéran definir la expresión «bajo la ley» de forma restrictiva. La persona que supuestamente vive bajo la gracia, pero desobedece la Ley de Dios no hallará gracia, sino condenación. Bajo la gracia significa que mediante la gracia de Dios según la revelación de Jesús, se ha eliminado la condenación que la ley inevitablemente acarrea sobre los pecadores. Por ende, ahora libres de esta condenación de muerte causada por la ley, andamos en una vida nueva (Ro 6:4). Una vida que se caracteriza y se manifiesta por el hecho de que al morir al yo, ya no somos esclavos del pecado. Porque el que es nacido de Dios, no puede seguir pecando habitualmente, «Ninguno que sea hijo de Dios continúa en el pecado, pues tiene la nueva vida que Dios le dio y por esto no puede seguir pecando.» (1 Jn 3:9 PDT).

El planteamiento de los evangélicos y demás movimientos religiosos que presentan la «ley» y la «gracia» como si fuesen antitéticos no corresponde al pensamiento paulino. Se piensa que la literatura veterotestamentaria se sitúa bajo el marco de la Ley, pero un estudio profundo permite descubrir que la Ley forma parte de la revelación de la gracia. Su propósito es la liberación y la calidad de vida del ser humano. El salmista diserta: «Dame la gracia de tu ley» (Sl 119:29 BLP). Sin duda alguna el salmista identifica la Ley y la gracia como expresiones del amor del Señor. El Señor desea, por medio de sus preceptos que tengamos una mejor calidad de vida. 

La literatura apocalíptica jónica presenta la verdadera relación entre la ley y la gracia: «Aquí está la paciencia de los santos: aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (Ap 14:12). Los que guardan los mandamientos de Dios basado en su gracia por la fe en los méritos de Cristo Jesús.

Es bastante común percibir entre los evangélicos, pentecostales y otros grupos religiosos anular la Ley bajo la bandera de la gracia -Estamos bajo la gracia, no bajo la Ley-. Esto no es nada nuevo. También ocurrió con la Iglesia primitiva:

«Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los cuales desde antiguo habían sido destinados para esta condenación. Ellos son hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje y niegan al único Soberano y Señor nuestro, Jesucristo.» (Jds 1:4).

Veamos otros pasajes usados por las iglesias evangélicas, pentecostales, movimientos religiosos independientes, y otros grupos religiosos que afirman que la Ley fue abolida.

Romanos 14
Se enuncia erróneamente que Romanos 14 comprueba la anulación de la Ley. Veamos. En realidad este capítulo aborda tres temas. Dos de ellos se relacionan con la Ley de animales limpios e inmundos (Lv 11; Dt 14). Sin embargo, lo significativo en el contexto es que la temática paulina gira en torno a las opiniones personales. La palabra griega que se traduce por opiniones es διαλογισμῶν dialogismōn podría significar también razonamientos o cosas dudosas. El apóstol no está hablando de la Ley, sino de opiniones personales. También en este capítulo se interpreta incorrectamente el v. 5, «Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días». Se aduce que no importa el día para adorar a Dios porque a Dios se le adora todos los días. No creo que el apóstol esté hablando de escoger un día para adorar. De acuerdo con los pasajes que anteceden lo que verbaliza el apóstol es que no se trate de imponer opiniones propias a otros. Romanos 14 más bien se centraliza en la necesidad de respetar las opiniones de los demás. Nada que ver con días de adoración.

Efesios 2:14-15
«Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz...». Algunos creen que estos pasajes enseñan que los diez mandamientos fueron anulados con la muerte de Cristo. Sin embargo, lo que Pablo demuestra a los efesios es un profundo respeto por los mandamientos. Fíjese que el apóstol cita varios de ellos: el 5to (Ef 6:2, 3), 7mo (Ef 5:3, 14, 21–33), 8vo (Ef 4:28), 9no (Ef 4:25), 10mo (Ef 5:5). Esto concuerda con las afirmaciones anteriores de Pablo acerca de la Ley «¿Derrocamos entonces la ley por esta fe? ¡De ninguna manera! Al contrario, respetamos la ley» (Ro 3:31). «De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.» Romanos 7:12 al 14 aborda el mal uso de la Ley, pero honra la misma y asume su continuidad. Por lo tanto, utilizar estos pasajes para decir que los diez mandamientos fueron abolidos con la muerte de Cristo evidencia una mala interpretación de la Ley.

Colosenses 2:16
Muchos estudiosos citan este pasaje para afirmar que el mandamiento sabático fue abolido: «Por tanto, nadie os juzgue en comida o bebida, o en días de fiesta, nuevas lunas o sábados. Todo esto era sombra de lo que iba a venir, pero la realidad es Cristo.» Como el pasaje enuncia «sábados» los evangélicos, los pentecostales y demás movimientos religiosos tienden a confundir el sábado genesiano con los sábados ceremoniales de la Ley mosaica. Estos sábados ceremoniales fueron dados al hombre cerca de 2500 años después del sábado genesiano (Lv 23). El sábado que prescribe la observancia del séptimo día de la semana fue instituido con toda probabilidad en la Creación (Ge 2:1-3). Los sábados de Colosenses 2:16 son los sábados ceremoniales. Los de la Ley mosaica. Se celebraban una vez al año. Podían celebrarse en cualquier día de la semana (Lv 23:41). El sábado sinaítico (cuarto mandamiento) se celebra cada séptimo día de la semana (Ex 20:8-11; 16:26; Lc 23:54-56; 24:1). Los sábados ceremoniales de la Ley mosaica fueron abolidos por Cristo (Col 2:16). El sábado del cuarto mandamiento sigue vigente (Mt 5:17,18; 24:20; Lc 4:16; He 18:4). Los evangélicos, los pentecostales y demás utilizan Colosenses 2:16 para decir que la Ley fue abolida. Pero el asunto es que ni siquiera la palabra ley se menciona en la carta paulina.

Hebreos 7:18
«Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia» (RVR-1960).

Veamos diferentes versiones de este pasaje:

LBLA 
«Porque ciertamente, queda anulado el mandamiento anterior por ser débil e inútil»

JBS
«El mandamiento precedente, cierto queda abolido por su flaqueza e inutilidad»

DHH
«Así que el mandato anterior quedó cancelado porque era débil e inútil»

NBLA
«Porque ciertamente, queda anulado el mandamiento anterior por ser débil e inútil»

NBV
«Así que la ley anterior queda anulada por ser inútil e ineficiente»

NTV
«Así que el antiguo requisito del sacerdocio quedó anulado por ser débil e inútil.»

NVI
«Por una parte, la Ley anterior queda anulada por ser inútil e ineficaz»

CST
«Por una parte, la ley anterior queda anulada por ser inútil e ineficaz»

PDT
«El mandamiento queda anulado por débil e ineficaz»

BLP
«Queda así abolido el viejo orden de cosas por ser endeble e ineficaz»

RVA-2015
«A la verdad, el mandamiento anterior fue abrogado por ser ineficaz e inútil»

RVC
«De modo que el mandamiento anterior queda anulado por resultar endeble e inútil»

RVR -1960
Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.» 

RVR-1977
«Pues, por un lado, queda abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e inutilidad»

RVR-1995
«Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia»

RVA
«El mandamiento precedente, cierto se abroga por su flaqueza é inutilidad»

SRV-BRG
«El mandamiento precedente, cierto se abroga por su flaqueza é inutilidad»

TLA
«Así que la ley de Moisés ha quedado anulada, porque resultó inútil.»

Observe, la mayoría de las versiones bíblicas traducen la expresión griega ἀθέτησις μὲν γὰρ γίνεται προαγούσης ἐντολῆς διὰ τὸ αὐτῆς ἀσθενὲς καὶ ἀνωφελές, athetēsis men gar ginetai proagousēs entolēs dia to autēs asthenes kai entolēs «queda abrogado, o anulado, o abolido, o cancelado, el mandamiento anterior». Solo la TLA traduce «la ley de Moisés ha quedado anulada». La BLP traduce, «Queda así abolido el viejo orden». La CST traduce, «la ley anterior queda anulada». 

¿A qué mandamiento se refiere el autor de la carta a lo Hebreos? El vocablo ἐντολῆς, es un sustantivo genitivo singular femenino. Observe, dice el mandamiento, no los mandamientos. Este sustantivo hace alusión al mandamiento sacerdotal levítico. No se refiere a la Ley de los diez mandamientos. La única versión bíblica de las antes expuestas que traduce correctamente este pasaje es la Nueva Traducción Viviente, «Así que el antiguo requisito del sacerdocio quedó anulado por ser débil e inútil.» De acuerdo con esta versión, el mandamiento operaría hasta el sacrificio de Cristo. ¿Por qué un mandamiento de debilidad e ineficacia? En realidad no era el mandamiento como tal. Su función llegaría hasta Jesús el gran Sumo Sacerdote. El problema fue que ellos hicieron de la Ley un fin: salvación por medio de la obediencia a la Ley. Actitud que lo convierte en debilidad e ineficacia. La salvación siempre ha sido por gracia. 

Hebreos 8:13
«Al decir: Nuevo (Καινὴν) pacto (διαθήκη) ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.»

Este pasaje es utilizado por los evangélicos y los pentecostales para alegar que el viejo pacto son las escrituras del Antiguo Testamento que estaba por desaparecer. La lógica protestante razona así: Si el viejo pacto es el Antiguo Testamento, entonces, todas las leyes veterotestamentaria están abolidas. Por lo tanto, estamos en el nuevo pacto, o sea, el Nuevo Testamento el cual se rige por la Ley del amor, o sea, la Ley de Cristo.

¿Qué es lo que trata el autor en Hebreos 8:1-13? ¿Qué era lo que estaba próximo a desaparecer según Hebreos 8:13?

En primer lugar, el contexto inmediato presenta dos grupos de personas. Un grupo aferrado a la Ley mosaica. Y otro grupo, aparentemente, confundido que contempla regresar a dicha Ley (Hb 8:1-5).

Vayamos a la lectura de Hebreos 8
1. Ahora bien, el punto principal, aquí el sustantivo Κεφάλαιον de kephalē 'cabeza' es usado metafóricamente para decir la suma total de... Este término tenía el sentido figurativo adicional del punto más importante en el argumento de un libro hasta esa línea, o un resumen de un argumento ya dado. Lo que venimos diciendo es que tenemos [tal sumo sacerdote], aquel que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo, 

2. El que sirve en el santuario, es decir, en el verdadero tabernáculo levantado por el Señor y no por ningún ser humano.

3. A todo sumo sacerdote se le nombra para presentar ofrendas y sacrificios [ley cúltica, ceremonial], por lo cual es necesario que también tenga algo que ofrecer.

4. Si Jesús estuviera en la tierra, no sería sacerdote, pues aquí ya "hay" sacerdotes que presentan las ofrendas en conformidad con la Ley. 

5. Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.

6. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.

7. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.

8. Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;

9. No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.

10. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo...

Breve análisis 
¿Qué podemos auscultar en Hebreos 8? 

En los vv. 1-5 el autor habla de la mediación del antiguo pacto por medio del sacerdocio levítico. 

El v. 6 departe el sacerdocio superior «Pero el servicio sacerdotal que Jesús ha recibido es superior al de ellos, así como el pacto del cual es mediador es superior al antiguo, puesto que se basa en mejores promesas»

El v. 9 fundamenta la razón, el por qué de un nuevo pacto. La razón fue «Porque ellos no permanecieron en el pacto» (antiguo pacto).

El pasaje contextual para entender Hebreos 8:13 es Hebreos 8:10 citado de Jeremías 31:31-34 «Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con la casa de Israel —dice el Señor—: Pondré mis leyes (νόμους, sustantivo acusativo plural, LXX) en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.»

Observe, «Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón». El concepto «mente y corazón» son sinónimos. En hebreo es לֵב lêb una forma de לֵבָב lêbâb, usado también como לֵבָב «corazón» órgano interior; pensar en sí mismos, pecho, cómodamente, coraje, desmayado, tierno, corazón, medio, mente, inconsciente, comprensión. Por supuesto, en este pasaje (en sentido figurado) muy ampliamente para los sentimientos, la voluntad e incluso el intelecto (Strong, énfasis nuestro). 

Ahora sus leyes pueden ser escritas en nuestro corazón, es decir, en nuestra mente. Nosotros podemos pensar y actuar como Dios quiere por medio de sus leyes perfectas. El escribir las leyes en nuestra mente no es algo que ocurre automáticamente. Es todo un proceso de santificación. Está en nosotros estudiar las Escrituras, y meditar en la Ley de Dios. Como adujo el salmista: «¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación» (Sl 119:97).

Hay un asunto significativo considerado en el Nuevo Testamento por el evangelista Marcos con respecto al שַׁבָּת shabbát día de reposo o sábado. Lo considero significativo porque el shabbát pertenece al cuarto mandamiento de la Ley de Dios (Ex 20:8). Según Marcos, ¿qué verbalizó Jesús con respecto al shabbát? «Y Jesús añadió: — Dios hizo el sábado por causa del ser humano, y no al ser humano por causa del sábado.» (Mc 2:27 BLP). Este pasaje en griego reza así, καὶ ἔλεγεν αὐτοῖς· Τὸ σάββατον διὰ τὸν ἄνθρωπον ἐγένετο καὶ οὐχ ὁ ἄνθρωπος διὰ τὸ σάββατον· kai elegen autois· To sabbaton dia ton anthrōpon egeneto kai ouch ho anthrōpos dia to sabbaton. El sábado fue hecho por causa del ser humano. Significativo también que el evangelista utiliza los vocablos ἄνθρωπον y ἄνθρωπον. El sustantivo en caso acusativo ἄνθρωπον anthrōpon y anthrōpos anthrōpos caso nominativo se traduce como humanidad. O sea, de acuerdo con Jesús el shabbát fue hecho por causa de la humanidad. Esto incluye a toda la creación, no solamente a los judíos como afirman los evangélicos, los pentecostales y demás religiosos.

Hay otro asunto significativo en los evangelios sinópticos. Estos presentan a Jesús como el Señor del shabbát «Porque el Hijo del Hombre es Señor del sábado.» (Mt 12:8 RVA 2015; Mc 2:28; Lc 6:5). Este pasaje en griego reza así, κύριος γάρ ἐστιν τοῦ σαββάτου ὁ υἱὸς τοῦ ἀνθρώπου. kyrios gar estin tou sabbatou ho Huios tou anthrōpou. Cabe preguntar, ¿qué significa que Jesús es Señor del sábado? Significa que Él es su creador, dueño y Señor del sábado. Él santificó el sábado. ¿Sigue siendo Jesús el Señor del sábado? La Biblia expone que Jesús es el Señor del sábado. Los únicos que afirman lo contrario son los evangélicos, los pentecostales y otros grupos religiosos. ¿Por qué los evangélicos y demás denominaciones religiosas afirman que el shabbát fue abolido? ¿Cuál es el rol de la Ley? Los que aducen que el sábado fue abolido son las denominaciones religiosas protestantes no Jesús. El rol de la Ley es señalar el pecado. La desobediencia a la Ley nos lleva a cometer pecado «Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.» (1 Jn 3:4). La mayoría protestante afirma que la Ley fue abolida. Si Dios abolió su propia Ley, entonces, el pecado no existe. La Biblia dice que sin Ley no se le puede culpar de delito a una persona, «…pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado» (Ro 5:13). Hermanos evangélicos, pentecostales y demás religiones, si la Ley fue abolida con la muerte de Cristo como ustedes afirman, entonces, ya no hay Ley. Desde la muerte y resurrección de Cristo hasta el presente no hay ley. Si no no hay ley no hay pecado. El problema es que «Si decimos que no tenemos pecado, estamos engañándonos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si afirmamos que no hemos pecado, estamos diciendo que Dios es mentiroso, y eso muestra que su palabra no habita en nosotros.» (1 Jn 1:8, 10 NBV). La tesis de los evangélicos, los pentecostales y demás movimientos religiosos dominicales deja vigente nueve de los diez mandamientos. Solamente elimina el mandamiento del shabbát. Pregunto, ¿qué autoridad tienen estos movimientos religiosos para cambiar el sábado del Señor por el domingo? ¡Ninguna! Aunque ahora la nuevo argumento del protestantismo es que ellos no han cambiado el sábado por el domingo, sino que han adoptado el domingo como el día del Señor. No hay duda que las iglesias evangélicas, las pentecostales, los movimientos religiosos independientes, y otros grupos religiosos han seguido al pie de la letra a la Iglesia católica quien se adjudica cambiar el sábado por el domingo por autoridad propia. El Cardenal James Gibbons adujo: «Podrás leer la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y no encontrarás ni una sola línea que autorice la santificación del domingo. Las Escrituras mandan la observancia religiosa del sábado, el día que nosotros nunca santificamos» (Cardenal James Gibbons, The Faith of Our Fathers, (La fe de nuestros padres), edición 88, pág. 89). Lo irónico de todo esto es que la Reforma Protestante (s. XVI) buscaba protestar en contra de la pésima teología, malas prácticas y abusos que se venían presentando al interior de la Iglesia católica. Hoy día la Iglesia protestante ya no protesta, sino que acepta la autoridad Papal por encima de la autoridad de la Biblia. Entiendo que los protestantes que aceptan el domingo en lugar del sábado están aceptando la autoridad del Papa. La Iglesia católica afirma tácitamente que el Papa tiene autoridad y poder para modificar, explicar o interpretar incluso las leyes divinas: «El Papa puede modificar la ley divina, ya que su poder no es del hombre, sino de Dios, y actúa como vicegerente de Dios sobre la tierra». (Lucius Ferraris, Prompta Bibliotheca, "Papa", art. 2). «El Papa tiene el poder de cambiar los tiempos, abrogar las leyes y prescindir de todas las cosas, incluso los preceptos de Cristo». «El Papa tiene la autoridad y la ejerce a menudo para prescindir del mandato de Cristo». (Episcop Tranlatic. Gorra. (El Papa puede modificar la ley divina). (Diccionario eclesiástico de Ferraris). Cuando usted le pregunta a los líderes de la Iglesia católica por qué sienten que tienen el poder y la autoridad de cambiar las Escrituras para que coincidan con sus tradiciones. La respuesta es, «Si ella no tuviera tal poder, no podría haber hecho eso en lo que todos los religiosos modernos están de acuerdo con ella; –No pudo haber sustituido la observancia del domingo el primer día de la semana, por la observancia del sábado séptimo día, un cambio para el cual no hay autoridad bíblica» (Rev. Stephan Keenan, Un catecismo doctrinal, "Sobre la obediencia debida a la iglesia", cap. 2, p. 174). (Imprimatur, John Cardinal McCloskey, arzobispo de Nueva York). «La autoridad de la iglesia, por lo tanto, no podría estar vinculada a la autoridad de las Escrituras, porque la Iglesia había cambiado... el sábado en domingo, no por mandato de Cristo, sino por su propia autoridad» (Canon y Tradición, pág. 263). Siempre ha habido una gran diferencia entre católicos y protestantes, pero en este punto están unidos. Rechazan el cuarto mandamiento. 

Adoptar el domingo como el día del Señor no es bíblico. Es estar en contra de la Palabra del Señor. Jesús fue claro cuando dijo que es Señor del sábado, no del domingo. Biblicamente, el sábado es un día «Santo», apartado por el Padre celestial y Jesús para uso sagrado, «Si dejas de profanar el sábado y no haces lo que deseas en mi día santo; si llamas al sábado "delicia" y al día santo del Señor "honorable"; si te abstienes de profanarlo y lo honras no haciendo negocios ni profiriendo palabras inútiles, entonces hallarás tu gozo en el Señor; sobre las cumbres de la tierra te haré cabalgar y haré que te deleites en la herencia de tu padre Jacob». El Señor mismo lo ha dicho.» (Is 58:13-14 NVI). 

Itero, ¿sigue siendo Jesús el Señor del sábado? Por supuesto que sí. Pero no para la mayoría de las iglesias evangélicas, pentecostales, movimientos religiosos independientes, católicos, etcétera. 

El planteamiento de los movimientos religiosos que opone los conceptos «Ley» y «Gracia» como si fuesen antitéticos, no corresponde a lo expresado en la Biblia. ¿Qué podemos decir en cuanto a la Ley de Dios?

La enseñanza de los movimientos religiosos antes expuestos es que la Ley es una carga pesada. Nadie la puede guardar. Una carga que Jesús quitaría posteriormente. Pregunto, si la Ley de Dios es una carga pesada, ¿por qué los protestantes guardan nueve de los diez mandamientos? ¿Por qué dejan el mandamiento sabático fuera? Por lo visto la única carga pesada para los evangélicos, pentecostales y otros es el mandamiento sabático. Los religiosos protestantes aducen que el nuevo mandamiento del amor sustituyó a los diez mandamientos por ser una carga pesada. Pero su argumento no es válido porque las Escrituras disertan que: «El amar a Dios consiste en obedecer sus mandamientos; y sus mandamientos no son una carga» (1 Jn 5:3 DHH).

Otra observación para los detractores de la Ley de Dios, ¿qué enuncian las Escrituras acerca de la Ley yahvista? Veamos: «La ley del Eterno es perfecta, que convierte el alma; el testimonio del Eterno es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos del Eterno son rectos, que alegran el corazón; el precepto del Eterno es puro, que alumbra los ojos. El temor del Eterno es limpio, que permanece para siempre; los juicios del Eterno son verdad, todos justos.» (Sl 19:7-9). En otro lugar dice: «Tu palabra, SEÑOR, es eterna, y permanece firme en el cielo. Tu fidelidad se extiende a cada generación, y permanece como la tierra que formaste. Tus leyes siguen siendo verdaderas hoy, porque todo está de acuerdo a tus planes. Si tus leyes no hubieran sido mi alegría, la angustia me habría matado. Jamás me olvidaré de tus mandamientos, pues con ellos me has dado vida. Tuyo soy; ¡sálvame, porque he procurado vivir de acuerdo a tus mandamientos! Aunque los malvados se oculten por el camino para matarme, yo tranquilamente meditaré en tus decretos. Aun la perfección tiene sus límites, pero tus mandamientos no tienen límites. ¡Oh, cuánto amo tu ley! Pienso en ella todo el día. Me hace más sabio que mis enemigos, porque siempre está conmigo. Sí, tengo más entendimiento que mis maestros, porque siempre medito en tus normas. Soy más sabio que los ancianos, porque he obedecido tus mandamientos. He rehusado seguir la senda del mal porque permaneceré obediente a tu palabra. No, no me he apartado de tus leyes, porque tu me has enseñado bien. Qué dulces son tus palabras a mi paladar; son más dulces que la miel. Por tus mandamientos tengo entendimiento; por eso aborrezco todas las formas equivocadas de vivir. Tu palabra es una lámpara a mis pies, y una luz en mi sendero. Lo prometí una vez y lo prometeré otra vez: que obedeceré tus maravillosas leyes. SEÑOR, he sufrido mucho; devuélveme la vida, tal como me lo prometiste. Acepta la expresión de mi gratitud y enséñame tus leyes. Mi vida cuelga de un hilo, pero yo no dejaré de obedecer tus leyes. Los malvados me han puesto trampas, pero no me apartaré de tus mandamientos. Tus decretos son mi tesoro; son el deleite de mi corazón. Cumpliré tus normas para siempre y hasta el fin. Aborrezco a los que no se deciden a obedecerte; pero mi elección es clara: amo tu ley.» (Sl 119:89-113 NBV). Los religiosos protestantes dicen que los mandamientos son una carga pesada, sin embargo, el salmista afirma que «Los mandamientos del Eterno son rectos, que alegran el corazón...». Si alegran el corazón no pueden ser una carga pesada.

Leí en algún lugar un comentario de un líder protestante que adujo que existen numerosos grupos religiosos que declaran creer en el día sabático como el día de reposo instituido por Dios. Dijo, no voy a negar que dicho día fue santificado, pero esto constituye un evento histórico, no un mandamiento. El sábado fue instituido como día de reposo para los judíos solamente. El argumento de este líder protestante no es correcto. En primer lugar, dice que el sábado no es un mandamiento, sino un evento histórico. Corrijo, el sábado es un mandamiento (Ex 20:8). En segundo lugar, diserta que la Ley es un evento histórico. La Ley no es un invento histórico. Es tan eterna como su Creador. En tercer lugar, enuncia que la Ley fue creada en el Monte Sinaí. La Ley no fue creada en el Sinaí. La Ley estaba antes de enunciar los diez mandamientos sinaíticos. Ya Moisés y las tribus que habían salido de Egipto lo habían observado (Ex 16:22-29). Sin duda alguna el error histórico está en la mente de este líder protestante. La Ley de Dios no era solamente para los judíos. Note que para ese tiempo no existía la nación judía. Solo había tribus. La nación judía nace después de la muerte de Salomón cuando las tribus se dividieron. Una era la Casa de Judá constituida por la tribu de Judá, Benjamín y Leví. La otra era la Casa de Israel (1 Re 12). Lo que subyace el argumento de que la Ley de Dios era solamente para los judíos es la abolición de todo el Antiguo Testamento para deshacerse del mandamiento sabático. Itero, la Ley de Dios no fue dada como medio salvífico. Por lo que el cumplimiento de la Ley no salva a nadie (Ro 3:20; Ti 3:5). En eso estamos claro. La Ley de Dios fue dada para todo aquel que aceptaba a Dios como su salvador. Fue dada para que los seres humanos tuvieran una calidad de vida diferente a las demás naciones.

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor, dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com

diciembre 01, 2023

¿Existe algún antagonismo entre la fe paulina y la fe santiagués?

La tesis paulina diserta «Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe y no por las obras que la Ley exige.» (Ro 3:28 NVI)

La tesis santiagués postula «Como puedes ver, se nos declara justos a los ojos de Dios por lo que hacemos y no solo por la fe.» (Stg 2:24 NTV) 

Estos pasajes parecen dar la impresión de que hay cierto antagonismo entre la disertación paulina y la alocución santiagués con respecto a la fe. El verso paulino fue escrito alrededor de los años 57–59 d. C. El santiagués entre el año 40 y el 50 d. C. Los discursos autónomos fueron presentados a diferentes audiencias en lugares distintos. Una de las reglas fundamentales de la interpretación bíblica es que cada texto debe interpretarse en su contexto. Cabe preguntar, ¿Existe algún desacuerdo entre el postulado paulino y el santiagués con respecto a la fe? 

La iglesia popular postula que las personas son justificadas por la fe en Cristo junto con sus buenas obras que son producto del Espíritu. Las obras son meritorias para la salvación. La iglesia protestante postula que el ser humano es declarado justo solamente por la fe en Cristo. Las obras no son meritorias para la salvación. 

Si le damos una lectura diagonal a los discursos posteados por Pablo y Santiago es posible que encontremos algún desacuerdo en sus propuestas. Por eso, es significativo que cada discurso se vea en su contexto. 

El postulado santiagués diserta que somos declarados justos a los ojos de Dios por lo que hacemos y no solo por la fe.» (Stg 2:24). El énfasis santiagués alude a lo inherente (inseparable) de la fe y las obras (Stg 2:14-26). «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.» (Stg 2:18). De lo contrario la fe sin obras está muerta (Stg 2:26). El discurso presentado a la audiencia santiagués es claro y sencillo: alude a la inseparabilidad de la fe y las obras. No objeta la salvación única y exclusivamente en Cristo Jesús.

El postulado paulino enuncia que somos justificados por la fe y no por las obras que la Ley exige.» (Ro 3:28). Entiéndase el «no por las obras que la Ley exige» en su contexto. No somos salvos por las obras que la Ley exige, pero tampoco por desobedecerlas. La salvación no se recibe sobre la base de nuestros méritos (las obras), sino solamente sobre la base de la fe en Dios y su Hijo Jesucristo. 

No hay contradicción alguna en las tesis paulina y la santiagués. Cuando la tesis paulina diserta que el hombre es justificado por la fe sin las obras (Ro 3:28) habla de las obras que preceden a la fe en el contexto veterotestamentario. Aclaro, la fe no es obra, la fe es el medio para alcanzar la salvación por los méritos de Cristo. La fe no es la causa. La causa es la gracia Dios en Cristo Jesús. No podemos acceder a la gracia de Dios por la vía de las obras. El Espíritu Santo aclara que es por medio de la fe en los méritos de Cristo. 

En síntesis, la tesis paulina y la tesis santiagués no se contradicen. Al contrario se complementan. Cuando la tesis santiagués expone que la fe sin obras es inútil (Stg 2:20) habla de las obras que siguen a la fe. La fe y las obras son inseparables. Ambas son parte de la gracia de Dios en nuestras vidas y nunca se contradicen (Is 24:12; Flp 2:13). Cuando la tesis paulina enuncia que somos hechos justos a los ojos de Dios por medio de la fe revela que la salvación no se recibe sobre la base de nuestros méritos (las obras), sino solamente sobre la base de la fe en Dios y su Hijo Jesucristo. 

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor, dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com



noviembre 26, 2023

Antinómico por ignorancia

Parte del legado del dispensacionalismo evangélico es el antinomismo. Del griego άντί antí «contra» y νόμος nómos «ley» «contra la ley» o «anti-ley». El antinomismo es la doctrina de que la Ley Moral no es obligatoria para los cristianos como regla de vida. Los cristianos antinomianos creen que la salvacion se da debido exclusivamente a la gracia divina, y los actos de los creyentes son irrelevantes en tanto tengan fe. La fe lo llena todo. Es lo único necesario. Aduce que la Ley de Moisés es inútil para la salvación, por lo tanto, es indiferente que un creyente peque ya que no es juzgado por su pecado. Aquí se toma el principio de la fe y la gracia hasta el punto de afirmar que los salvos no están obligados a seguir la Ley Moral de los Diez mandamientos. El antinomismo es la actitud y enseñanza de que podemos relacionarnos con Dios y vivir en plenitud sin obedecer su Palabra. (Disponible en: https://es.m.wikipedia.org) (Énfasis nuestro). No podemos pasar por alto el carácter antinómico que caracteriza a los evangélicos en general, sin descartar las sectas, los movimientos religiosos independientes, el pentecostalismo, entre otros grupos religiosos. Estos cristianos directa o indirectamente son de la opinión que la Ley de Dios ya no es vinculante para ellos. 

Homero Zambrano aduce, «Una de las interpretaciones de antinomismo es que los creyentes (en Dios) por el mero hecho de serlo, serán salvos ("irán al cielo"), esto es, sin necesidad de cumplir con reglas, principios, valores, etc. Como en muchos aspectos de la vida, hay cualquier combinación imaginable: creyentes que sí cumplen o quieren cumplir los "mandamientos" (y afines); creyentes que no cumplen (precisamente, los repulsivos antinomianos); no creyentes que sí buscan cumplir, aun sin saber (saludos a mis amigos en este grupo); y no creyentes que no cumplen, muy convenencieramente, abundantes en la nueva izquierda, que en un último atisbo de congruencia, renuncian a creer con tal de poder hacer lo que les plazca» (https://www.elfinanciero.com.mx/monterrey/2022/08/15/homero-zambrano-contra-el-antinomismo/?outputType=amp).  

Zambrano es un experto en contabilidad y finanzas. Desconozco si pertenece a alguna organización religiosa. Sin embargo, no está lejos de la realidad. El antinomismo en el mundo secular y religioso es básicamente lo mismo.

Su pensamiento es significativo, observe, «Una de las interpretaciones de antinomismo es que los creyentes (en Dios) por el mero hecho de serlo, serán salvos ("irán al cielo"), esto es, sin necesidad de cumplir con reglas, principios, valores, etc.». De acuerdo con este pensamiento, ¿cómo es posible que algunos quieran ir al cielo sin la necesidad de cumplir con los principios y valores de la Ley de Dios? (Ro 7:7) o ¿Cómo es posible ser salvos sin querer obedecer los mandamientos de Dios? (Jn 14:15, cf. Mt 7:21; Ro 1:24; 1 Cor 6:9-10; Ga 5:19-21; Ap 21:8). Antes debo aclarar que la salvación es única y exclusivamente por la gracia de Dios en en los méritos de Cristo Jesús (Ef 2:8-9). Por lo tanto, el obedecer los mandamientos de Dios es el resultado de ser salvos. Un cristiano obedece los mandamientos que rigen sus principios y valores porque es salvo por la gracia divina inmerecida.

El antinómico por ignorancia desea la salvación, pero tiene un grave problema, quiere ir al cielo sin obedecer a Dios aquí en la tierra. Cuando no es una cosa es otra. El enemigo del evangelio y de la Ley es el legalismo. El legalismo implica pretender cumplir la Ley sin relacionarnos con el Dador de la misma. El legalismo consiste en creer que nuestra fe en Cristo no es suficiente. Que a fin de cuentas, la salvación depende de nuestro esfuerzo. Por otro lado, el antinómico por ignorancia aduce «una vez salvo siempre salvo». Su conducta como tal no afecta la salvación por aquello del pecado original «soy pecador por naturaleza y siempre voy a pecar». Por lo tanto, Dios no toma mi pecado en cuenta. Sí, así como lo oye. ¡Increíble! Bien sabemos que no somos salvos por obedecer la Ley. Pero tampoco lo seremos por desobedecerla. La salvación es única y exclusivamente por la gracia de Dios en Cristo Jesús (Ef 2:8-9). Cuidado con los extremos de caer en el legalismo y el antinomismo. Ambos promueven falsas enseñanzas sobre la relación entre la Ley y el Evangelio. El legalismo insiste en que una persona es aceptada por Dios en base a su cumplimiento de la Ley. Jesús reprendió a los líderes religiosos de su época por su concepto erróneo de la Ley. En adición los reprendió por su falsedad, hipocresía y arrogancia (Mt 23:4; Lc 18:9). El apóstol Pablo defendió a viva voz el evangelio contra el legalismo extremo infiltrado en la Iglesia primitiva (Ga 1:3; 1 Ti 1:6-7). Los antinomistas creen que Dios no requiere que el creyente obedezca la Ley. En su forma más extrema y perversa el antinomismo permite una conducta inmoral basada en la indulgencia de la gracia. Una vez salvo, siempre salvo. Salvación segura. Una vez el creyente acepta a Cristo como su salvador nada puede afectar su salvación. ¡Qué barbaridad!

Los evangélicos sin descartar el pentecostalismo, las sectas, los movimientos independientes entre otros son promoventes del legalismo religioso. Por ejemplo, uno de los promoventes del legalismo religioso lo es la Iglesia católica. El legalismo de esta secta queda evidenciado claramente en su ascetismo monástico, su sistema de penitencias, sus ejercicios sacramentales y su énfasis en el mérito. El catolicismo romano apostólico niega la doctrina bíblica de la justificación por la fe sola en Cristo. Esto es propio de las sectas. El catolicismo al igual que los Testigos de Jehová, entre otros postula que las personas son justificadas por la fe en Cristo junto con sus buenas obras que son producto del Espíritu. 

A lo largo de los siglos, el legalismo doctrinal y práctico ha emergido en las iglesias evangélicas protestantes, pentecostales y otros grupos religiosos. Obligando a la feligresía a observar reglas y normas hechas por seres humanos. Estas iglesias promueven un legalismo antropocéntrico, es decir, centrado en el hombre (Col 2:20-23).

Cómo ya expresé, el antinomismo es la opinión de que la Ley de Dios ya no es vinculante para los cristianos. Entre la diversidad de opiniones de los evangélicos hay dos que son las más significativas: (1) Unos aducen que Jesús invalidó la Ley para abrir paso a la gracia (2) Otros exponen que Jesús presentó una nueva Ley: La Ley de Cristo para reemplazar lo viejo.

¿Tiene validez bíblica la Ley de Dios o fue abolida? ¿Qué enseñó Jesús?

En su ponencia del Sermón del Monte, Jesús enunció lo siguiente: «No piensen ustedes que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque de cierto les digo que, mientras existan el cielo y la tierra, no pasará ni una jota ni una tilde de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que, cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los demás, será considerado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los practique y los enseñe, será considerado grande en el reino de los cielos. Yo les digo que, si la justicia de ustedes no es mayor que la de los escribas y los fariseos, ustedes no entrarán en el reino de los cielos» (Mt 5:17-20).

Jesús en su disertación explicó el propósito por el cual fue enviado por el Padre. Todos sabemos que en general él vino a salvar lo que se había perdido (Lc 19:10). En lo particular vino a magnificar la Ley de Dios. Creo que los requerimientos de Jesús van más allá de la simple forma de la Ley. Su didáctica incluye el espíritu que subyace la letra de la Ley. El espíritu que imparte significado y vida. De otro modo, sería mero formalismo. Jesús no vino a abolir la Ley y los profetas como aduce la mayoría cristiana. Vino a cumplirlos. Cabe preguntar, ¿qué significa la palabra cumplir en este pasaje? «La palabra griega para cumplir es πληρῶσαι plērōsai, significa ponerlos [la ley y los profetas] a la fuerza, [darle fuerza, magnificarla, énfasis nuestro] argumentando que cualquier otra interpretación hace violencia al claro significado del texto» (R. J. Rushdoony, "Jesus and the Law – Research", Chalcedon: Equipping to Advance the Kingdom, 2010, accesado el 8 de septiembre, 2016, http://chalcedon.edu/research/articles/jesus-and-the-law/.). 

John Nolland aduce que la fe cristiana era, en ese tiempo, percibida como una religión nueva que buscaba derribar la ley ancestral de los judíos, y que debido a eso era la principal preocupación de Mateo poner la ley y los profetas en la conexión más cercana posible. Que tanto la Ley como los Profetas estuvieran cercanos a Jesús, ya que él entendió que lo profético permitió que la Ley fuera correctamente aprehendida, y que ambos son cumplidos plenamente en Cristo (John Nolland, NIGTC: The Gospel of Matthew, (Grand Rapids, MI.: Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 2005), 218).

Itero, ¿tiene validez la Ley de Dios? ¿Sigue vigente? Por supuesto que sigue vigente (Mt 5:17-20). Los evangélicos, los pentecostales, los católicos entre otros aducen que la Ley fue abolida, sin embargo, continúan guardándola. Usted no cree que si un producto está caducado es tiempo de desacerse del mismo. Para qué guardarlo. Por un lado, dicen que la Ley de Dios está abolida, por otro la siguen observando. Amigo lector permítame preguntarle, ¿adora usted a otros dioses? Porque el mandamiento aduce: «No tendrás otros dioses delante de mí». ¿Se inclina usted ante las imágenes para rendirle culto? El mandamiento enuncia, «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto...». ¿Toma usted el nombre del Señor en vano? El mandamiento diserta, «No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios...». ¿Honra usted a su padre y a su madre? ¿Es usted un asesino? ¿Comete adulterio? ¿Usted roba? ¿Da falso testimonio contra su prójimo? ¿Codicia la casa de su prójimo y la mujer de su prójimo? De seguro que su respuesta es no. Pero si usted aduce que la Ley de los mandamientos fue abolida, por qué los guarda. Permítame hacerle otra pregunta, ¿guarda usted el mandamiento sabático? Si su respuesta es no, permítame preguntar, ¿por qué? Usted dirá porque el sábado era para el pueblo de Israel. Le pregunto, los nueve mandamientos que usted guarda, los que rigen su estilo de vida ¿eran solo para el pueblo de Israel? No se hable más, los evangélicos, los pentecostales, los católicos y demás religiosos guardan nueve de los diez mandamientos, exepto el sábado. La carta santiagués enuncia que «El que obedece toda la ley pero falla en un solo punto, es culpable de haberla desobedecido toda» (Stg 2:10 NBV). Jesús no vino para destruir la ley y los profetas. Si lo hubiera hecho, ¿cómo habría probado que Él era el Mesías? 

Los evangélicos, los pentecostales, entre otros aducen que estamos bajo el nuevo pacto. Que Jesús dejó claro que en el nuevo pacto hay un sólo mandamiento que supera a los sinaíticos. Veamos qué dice Jesús al respecto, «—El mandamiento más importante es: "¡Escucha, oh Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". El segundo es igualmente importante: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Ningún otro mandamiento es más importante que estos.» (Mc 12:29-31 NTV). Los evangélicos, los pentecostales y otros guardan solamente el mandamiento nuevo. El mandamiento supremo. El mandamiento del amor, «Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros» (Jn 13:34). El mandamiento del amor hacia Dios y el prójimo. Aducen que Jesús mostró que el amor es el cumplimiento de la ley (Ro 13:10). Que ya Jesús cumplió la Ley por nosotros, por lo tanto, no hay que guardarla. Queridos hermanos no olviden que Jesús también dijo, «Si me amas, guarda mis mandamientos» (Jn 14:15). No olviden que la Ley se resume en el amor (Ro 13:10) y este constituye su esencia (Mt 22:35-40), pues quién ama a Dios, guarda sus mandamientos. Se objetará que Juan 14:15 no se refiere a los diez mandamientos. En la literatura neotestamentaria hay aproximadamente 1050 mandamientos bajo los principios de la Ley de Dios. En cuanto al mandamiento nuevo, en realidad no es un mandamiento nuevo que abroga a los demás (ver Dt 6:5; Lv 19:18). Es un mandamiento nuevo en su enfoque cristológico. Tiene a Jesús como fundamento. Lo significativo en Juan 13:34 es el vocablo griego καινός kainós. Ningún exégeta debería confundir la semántica de este vocablo. Como diserta McQuilkin, «Juan usó kainos [no neos], un nuevo aspecto de un comando antiguo», el kainos en griego significa un «nuevo aspecto, nueva profundidad, nueva plenitud, o nuevo alcance». (McQuilkin, Understanding and Applying the Bible (Chicago, IL.: Moody Publishers, 2009), 130). Me parece que el antinomismo ha pasado por alto la semántica de los vocablos καινός kainós y νέος néos. La diferencia entre kainós y néos es la siguiente, en nuestro idioma castellano tenemos una sola palabra para el vocablo «nuevo», mientras que en la lengua koiné están los dos antes mencionados. En la lengua koiné cada vocablo tiene una connotación diferente. Aunque parezcan sinónimos deben verse en sus respectivos contextos. Generalmente, néos implica la idea de algo nuevo como lo entendemos nosotros. Un producto nuevo o algo nuevo de paquete. Kainós supone la idea de algo renovado, refrescado o reparado. 

Este nuevo mandamiento surge de la didáctica jesuana extraída de la literatura veterotestamentaria: «Amarás a tu Dios con todo tu corazón» (Dt 6:5). «Amarás a tu prójimo como a tí mismo» (Lv 19:18). El relato lucano los auna, «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.» (Lc 10:27).

La Ley de Dios es basada en principios, por lo tanto, debe animar a las personas a hacer el bien, y abstenerse de hacer el mal. La Ley de Dios no ha sido abolida. De hecho, no puede ser abolida porque sus principios son eternos. Jesús cumplió con ella en todo el sentido de la palabra. Él declaró explícitamente que no había venido a abrogar la Ley, cancelarla o anularla, sino a cumplirla, a ponerla en fuerza, a permitir que su pueblo hiciera de la Ley una realidad interior. Vino para magnificar la Ley y engrandecerla (Is 42:21). Jesús en su disertación del Sermón del Monte magnificó la Ley aplicando sus principios a los motivos internos.

Volvamos a lo que Jesús dijo, «No he venido para abrogar, sino para cumplir». En el Comentario Bíblico Biblia Work dice, «Muchísimos maestros religiosos citan este texto para probar que Jesús vino para perpetuar la ley de Moisés. Según esta enseñanza errónea, la ley de Moisés todavía está de vigor. ¿Por qué? Porque Jesús dijo, "No he venido para abrogar la ley". (2). Los que usan así este texto tuercen las escrituras (2 Pedro 3:16). (3). Hay contraste entre abrogar y cumplir. El contraste presentado por Jesús no tiene nada que ver con perpetuar la ley de Moisés. Jesús habla de la certeza del cumplimiento de la ley y los profetas». (Disponible en: https://www.biblia.work/comentario/comentario-de-mateo-517-exegesis-y-hermeneutica-de-la-biblia/). 

En cierto sentido este comentarista tiene razón. La Ley de Moisés es la ley de los ritos y mandamientos ceremoniales (Ef 2:15). Esa ley fue abolida, por lo tanto, no está vigente. Los evangélicos y demás religiosos confunden la funcionalidad de la Ley. Deducen que la Ley es un conjunto. Pero no dicen que dentro de ese conjunto cada ley tenía su función. La función de la Ley mosaica -la de los ritos y mandamientos ceremoniales- caducó (Ef 2:15). La Ley a la que se refería Jesús (Mt 5:17-18) la que no vino a abrogar, sino a cumplir, es la Ley de Dios. La Ley de los diez mandamientos. La misma Ley que los evangélicos y demás protestantes llaman Ley moral.

¿Por qué los mandamientos no pueden ser abolidos? Porque son principios del sistema gubernamental celestial. Principios de vida que nos ayudan en el proceso de la santificación. Por eso, el apóstol Pablo presenta la Ley como un παιδαγωγός paidagogós «ayo o tutor» (Ga 3:24). La Ley ceremonial en cierto sentido era un ayo porque llevó a los patriarcas y a los profetas a predicar sobre el Mesías. Era un ayo en cierto sentido porque enseñó a los judíos al Cristo prefigurado en el ritual del Santuario. La Ley que le fue dada a Israel (Dt 5:1-3; Neh 9:13-14; Ro 9:4) estaba destinada a mostrar la necesidad de la salvación. Nunca pretendió ser el medio para obtener la misma. El error del pueblo israelita fue adjudicar la Ley como medio salvífico. Situación que Pablo corrigió posteriormente, «Así que somos hechos justos a los ojos de Dios por medio de la fe y no por obedecer la ley» (Ro 3:23 NTV), «Sin embargo, sabemos que una persona es declarada justa ante Dios por la fe en Jesucristo y no por la obediencia a la Ley. Y nosotros hemos creído en Cristo Jesús para poder ser declarados justos ante Dios por causa de nuestra fe en Cristo y no porque hayamos obedecido la ley. Pues nadie jamás será declarado justo ante Dios mediante la obediencia a la ley» (Ga 2:16 NTV). 

Entre los pasajes bíblicos mal interpretados que utilizan los evangélicos y demás religiosos está el de Juan 1:17. Ha sido mal interpretado debido a una lectura superficial del mismo «Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo» (Jn 1:17). Lo interpretan incorrectamente porque infieren que la Ley dada por Moisés es el Antiguo Testamento. Enuncian que con la venida de Cristo el Antiguo Testamento quedó abolido. Permítame aclarar, en primer lugar, no es la Ley de Moisés. Aquí Moisés no tiene nada que ver. ¿Por qué?  Porque Moisés no es el autor de la Ley. Él no la escribió. La Ley de Dios fue escrita por Dios mismo. El Señor la enunció en el Monte Sinaí después de haberla escrito en las tablas de piedra con su propio dedo, «Y dio Dios a Moisés dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios» (Ex 31:18). «Y las tablas eran obra de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas» (Ex 32:16). Siendo que a Dios nadie lo ha visto jamás (Jn 1:18; 1 Jn 4:12), ¿quién escribió la Ley? ¿Quién fue el que hizo acto de presencia en el Sinaí? La Biblia da a entender que fue Cristo «...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder». Mas adelante enuncia con respecto al Hijo «Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.» (Hb 1:2-3; 8-9). Ahora bien, el pasaje jónico diserta que la Ley fue dada por medio de Moisés. Está claro, el Señor escribió la Ley con su propio dedo, luego se la entregó a Moisés, y este la entregó al pueblo. El Señor no solo le entregó la Ley de los diez mandamientos a Moisés para que se la diera al pueblo, sino también le dio todo el resto de la Ley. La Biblia dice que «Moisés terminó de escribir en un libro todas las palabras de esta Ley. Luego dio esta orden a los levitas que transportaban el arca del pacto del Señor: «Tomen este libro de la Ley y pónganlo junto al arca del pacto del Señor su Dios. Allí permanecerá como testigo contra ustedes los israelitas...» (Dt 31:24-26). En adición diserta que la Ley de Dios fue custodiada dentro del arca (Ex 25:16; 40:20; Dt 10:8; 2 Cr 5:10; I Re 8:9). No al lado del arca como el libro de la Ley de Moisés que contenía el resto de Ley, «Tomen este libro de la Ley (que era una ampliación y aplicación de los principios (del Decálogo, la Ley suprema al sistema que regía a Israel) y pónganlo al lado del arca de la alianza del Señor su Dios, para que esté allí como testimonio...» (Dt 31:24-26). Además dice, «Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con la casa de Israel —dice el Señor—: Pondré mis leyes (νόμους -sustantivo acusativo plural, LXX) en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo». «Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón». ¿Qué leyes? Las Diez palabras δέκα «déca» (diez) y λόγος «lógos» (palabra), Decálogo o el מצוה Mitzvá (singular) «mandamiento» (plural mitzvot; de צוה, tzaváh - «ordenanza, encomienda, precepto»). El autor cita a Jeremías 31:33 el único lugar del Antiguo Testamento donde se menciona el nuevo pacto. Según el nuevo pacto, el Señor prometió poner sus leyes en la mente de su pueblo lo que enuncia como escribirlas sobre su corazón (Hb 8:10). Lo que se agrega es que bajo el nuevo pacto, la Ley será colocada en la mente de los seres humanos. Ambas leyes son divinas. Fueron dadas por el Creador, por lo tanto, tienen el mismo valor. Solo que una de ellas, la ceremonial cumplió su función. Entiendo que Dios dio al pueblo de Israel (por medio de Moisés) diferentes estatutos concernientes al sistema de sacrificios y ceremonias del servicio del Santuario. Estos ilustraban la obra redentora de Cristo. Estos eran una sombra y símbolo de las cosas futuras. La validez de esta Ley finalizó con la muerte expiatoria de Cristo Jesús en la cruz (Hb 10:1; Col 2:17). Esos rituales quedaron abolidos. Pero en ningún lugar de la Biblia dice que la Ley de Dios, la Ley moral que tiene que ver con el estilo de vida de los seguidores de Cristo se abolió en la cruz. Por lo tanto, no confunda la Ley de Dios con la Ley de Moisés. La diferencia es obvia. Ni una sola vez se dice que la ley contra el robo, la mentira, el asesinato, el adulterio, la adoración a otros dioses... fue abolida. La Ley de Dios permanece para siempre como aduce el salmista, «Fieles son todos sus mandamientos, afirmados eternamente y para siempre» (Sl 111:7-8).

De nuevo, la mayoría de los cristianos aduce que la Ley era todo un conjunto. Que por ser un conjunto de leyes fue abolida. Ese argumento es erróneo. No importa si era un conjunto de leyes. Lo sustancial es que cada ley tenía su función. La Ley de Moisés, la de los ritos y ordenanzas caducó. La Ley de Dios, la de los diez mandamientos sigue vigente. No confunda la Ley de Dios con la Ley de Moisés. Hemos visto que la Ley de Dios y la Ley de Moisés no eran lo mismo, pero la mayoría cristiana trae a colación el asunto de que era un conjunto de leyes para decir que el sábado fue abolido y así acomodar el domingo como día del Señor. ¡Qué barbaridad! En cuanto a los diez mandamientos entiendo que no son la Ley de Dios en su totalidad, sino principios del Sistema Gubernamental Celestial adaptados a los seres humanos caídos en pecado. En este sentido deduzco que podemos exegizar el pensamiento santiagués «Pues el que obedece todas las leyes de Dios menos una es tan culpable como el que las desobedece todas...» (Stg 2:10 NTV).

Amigo antinómico, una vez más le pregunto, ¿Sigue vigente la Ley de Dios? La respuesta bíblica es, sí. Por supuesto que sigue vigente (Mt 5:17-20).

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual. 

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor, dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com

noviembre 19, 2023

Israel, el pueblo elegido

Los evangélicos tienen sus ojos puestos en el Estado de Israel. Aducen que Israel es el pueblo escogido por el Señor: «El Señor los quiere, y los ha escogido, no porque ustedes sean más numerosos que todos los pueblos, pues ustedes eran el pueblo más insignificante de todos, sino porque el Señor los ama y porque quiso cumplir el juramento que les hizo a sus padres. Por eso el Señor los ha sacado con mano poderosa; por eso los ha rescatado de la esclavitud y del poder del faraón, el rey de Egipto. Sábelo bien: el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel que cumple con su pacto y su misericordia con aquellos que lo aman y cumplen sus mandamientos, hasta mil generaciones.» (Dt 7:7-9 RVC). Este relato articula que Israel fue elegido por obra y gracia del Señor. Posteriormente, el relato isaiano aduce: «Yo soy el Señor. Yo te he llamado en el momento justo, y te sostendré por la mano; yo te protegeré, y tú serás mi pacto con el pueblo y una luz para las naciones.» (Is 42:6 RVC). 

Jesús dijo: «No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.» (Mt 15:24). Sin duda alguna su ministerio terrenal fue dirigido mayormente hacia la nación de Israel. No obstante, Israel no era el único por el que Dios se interesaba. Dios eligió a Israel para poder bendecir a todos los pueblos de la tierra. Así diserta Isaías: «Así dice Dios el Señor, el que ha creado los cielos y los despliega, el que extiende la tierra y lo que ella produce; el que infunde su aliento en el pueblo que la habita y da de su espíritu a quienes la recorren: «Yo soy el Señor. Yo te he llamado en el momento justo, y te sostendré por la mano; yo te protegeré, y tú serás mi pacto con el pueblo y una luz para las naciones. Quiero que abras los ojos de los ciegos, que saques de la cárcel a los presos, y de sus calabozos a los que viven en tinieblas.» (Is. 42:5-7 RVC).

Las palabras isaianas se cumplieron con la llegada del Mesías prometido (Ge 3:15; Ga 3:16, 19). El Señor confirmó que el Mesías vendría del linaje de Abraham, Isaac, Jacob..., David (Ge 12:1-3; cf. Mt 1:1-17). Jesucristo es la razón fundamental por la que el Señor eligió a Israel para ser su pueblo. El Señor eligió a Israel con un propósito, a saber, preparar al mundo para recibir al Mesías. Por medio de Israel o más específicamente, por medio del Mesías que surgiría de Israel, Dios alcanzaría a todo el mundo (Dn 9:25; 1 Jn 4:14). De hecho, el Señor le había dicho a Israel «tú serás mi pacto» (Is 42:5-7; He 3:25, 26: Ro 15:8). Pero posteriormente, Israel terminó rechazando la condición del pacto: «aceptar al Mesías como su Salvador» (Lc 19:14; Jn 1:11; He 7:51, 52). 

Como mencioné anteriormente, los cristianos evangélicos tienen sus ojos puestos en el Estado de Israel. Aducen que Israel es aún el pueblo escogido por el Señor. Cabe preguntar, ¿El Israel del presente sigue siendo el pueblo elegido del Señor? Me parece que Israel dejó de ser el pueblo de Dios. Tenga presente lo que subyace en la enseñanza de la parábola de las diez minas: «No queremos que este reine sobre nosotros.» (Lc 19:14). El pueblo de Israel colmó la paciencia del Señor. Muchas veces el Señor los amonestó, pero Israel desobedeció, «Esconderé de ellos mi rostro, y veré cuál será su fin, porque son una generación perversa, hijos e hijas infieles» (Dt 32:20). Israel no solamente se rebeló contra el Señor, también asesinó a sus profetas (Ro 11:3). Finalmente, le dieron muerte al enviado celestial al Hijo de Dios (Mt 26:3-4; 27:22-25; Lc 23:21; Jn 11:47-*53). 

El relato isaiano y el deutoronómico expresan que el Señor hizo todo lo posible por Israel: «Extendí mis manos todo el día a un pueblo rebelde, el cual anda por caminos no buenos, y en pos de sus propios pensamientos» (Is 65:2). Así pues, «Yo los provocaré a celos con un pueblo que no es mi pueblo» (Dt 32:21), y «Llamaré Pueblo mío al que no era mi pueblo» (Ro 9:5). Pero eso no quiere decir que el Señor no tenga un pueblo. El Señor tiene un pueblo compuesto por personas de todo el mundo «Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia», «Israel no consiguió lo que tanto deseaba, pero sí lo consiguieron los elegidos...», «gracias a su transgresión ha venido la salvación a los gentiles...» (Ro 11:5, 7, 11). 

Cuando el Señor venga a buscar a su pueblo, allí estarán reunidos todos los que aceptaron a Cristo como su Salvador. El Israel espiritual. 

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

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noviembre 06, 2023

El alma inmortal

La enseñanza popular de la mayoría de las iglesias cristianas es que el [alma?] es inmortal. El ser humano es eterno en su alma y espíritu. La mayoría de las iglesias cristianas afirman que hay un aspecto del ser humano que sigue existiendo después que la vida física finiquita. Dicen que en el momento de la muerte el cuerpo va al sepulcro y el [alma?] continúa existiendo como una entidad independiente y consciente. Aducen que cuando un ser humano fallece su [alma?] va al cielo a morar con sus seres queridos junto a Cristo. La mayoría de los estudiantes de la Biblia dan por sentado que esta creencia está basada en el currículo didáctico de Cristo Jesús. Sin embargo, la didáctica jesuana no menciona nada con relación a un ente incorpóreo inmortal o ([alma?] inmortal). Entonces, ¿De dónde proviene esta creencia? Con toda probabilidad esta creencia viene de fuentes extra bíblicas. Probablemente, del pensador griego Platón. Según el pensamiento platónico, el [alma?] tiene vida inherente. Existía mucho antes que el cuerpo en el cual habita, y también lo sobrevive. 

Ninguno de los autores del Antiguo Testamento enseña el concepto de la inmortalidad del alma. La iglesia del primer siglo tampoco lo enseñó. La palabra [alma?] no forma parte de la lingüística bíblica, es decir, ni del pensamiento lingüístico hebreo ni arameo ni griego koiné -griego antiguo [ἡ κοινὴ γλῶσσα (hē koinḕ glṓssa, «lengua común»)], siglo I a. C., y siglo I d. C., año 330 a. C. al 330 d. C.). El contexto en el que ha sido utilizada esta palabra genera matices confusos. La acepción contemporánea es lo que ha hecho que el vocablo [alma?] sea una traducción inexacta de la palabra ψυχή psychē.

Jesús adujo: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir el alma y cuerpo en el infierno.» (Mt 18:28 NVI). Una lectura diagonal de este pasaje puede sintetizar que el [alma?] es inmortal, observe: «no pueden matar el alma», sin embargo, el mismo texto dice: «al que puede destruir el alma». Algunos estudiosos se amparan en la primera parte del pasaje para inferir que el [alma?] es inmortal. Omiten la segunda parte que dice, «el que puede destruir el alma». Por supuesto, la omiten para no contradecirse o refutarse a sí mismo, ya que Ezequiel, aduce que el alma que pecare esa morirá (Ez 18:20).

Observe el razonamiento jesuano: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir el alma y cuerpo en el infierno.» (Mt 18:28 NVI). Note que primero dice, «no pueden matar el alma» como si el alma fuera indestructible, pero luego aduce «al que puede destruir el alma» como si el alma fuera destructible. ¿Se contradice Jesús en su alocución? Por supuesto que no. Todo está en la traducción del pasaje. Analicemos el texto de Mateo 18:28. En este pasaje se hace mención de los sustantivos griegos σῶμα sōma y ψυχή psychē. La RVR 1960 traduce sōma como cuerpo y psychē como [alma?]. El sustantivo psychē tiene un amplio campo semántico. Viene de [ψύχω (psychō «respirar» «soplar» del hebreo [נֶפֶשׁ (nephesh «ser viviente»)]. Nada que ver con entidades abstractas e inmateriales extraídas de los filósofos griegos Platón, Aristóteles, Pitágoras, entre otros. La realidad es que, la palabra [alma?] no forma parte del pensamiento lingüístico hebreo ni arameo ni griego koiné. Es una interpolación al texto sagrado. En adición, la palabra nephesh viene de la raíz acadia antigua napishu o napishtu que significa «respiración». Hace referencia al ser vivo: tanto a humanos como a animales. Viene del verbo naphash que significa «respirar». Hace alusión a la persona completa, a saber, su cuerpo, sentidos, emociones, deseos, sentimientos. Nada de dualismo platónico. El término [alma?] interpolado en los manuscritos sagrados posteriores ha sido una pésima elección para el vocablo nephesh. Al término nephesh se le ha dado una semantica diferente al introducir el concepto platónico del cuerpo incorpóreo. Una mejor traducción para el texto sanmateano es la siguiente: «No tengan miedo de la gente que puede destruir el cuerpo, pero no la vida que está en ustedes. Más bien, teman a Dios, que tiene el poder de destruirlos totalmente en el Gehena.» (TLA). 

He dilucidado que la palabra [alma?] no forma parte del pensamiento lingüístico hebreo ni arameo ni griego koiné. Es una pésima traducción de nephesh interpolado posteriormente al texto sagrado. En cuanto a la dicotomía cuerpo y alma (dualismo platónico adoptado por las iglesias cristianas) debo aclarar que el ser humano no tiene un cuerpo es «cuerpo». No tiene un [alma?] es un «ser viviente». El concepto platónico que se fundamenta en el dualismo cuerpo-espíritu, o sea, que tenemos un cuerpo mortal y un [alma?] inmortal fue adoptado por el obispo San Agustín. Este fue un paso crucial en el desarrollo de la idea de que los incrédulos podrían ser confeccionados para soportar el tormento eterno en el infierno. 

Cuando usted lee 1 Tesalonicenses 5:23 se encuentra con la expresión «espíritu, alma y cuerpo». Las confesiones religiosas perceptivas infieren una tricotomía platónica en la construcción griega [τὸ πνεῦμα καὶ ἡ ψυχὴ, καὶ τὸ σῶμα (to pneuma kai he psychē, kai to sōma, «espíritu, alma y cuerpo»)] (1 Ts 5:23), pero esta construcción no parece indicar que Pablo está describiendo la estructura metafísica del ser humano. El apóstol no habla de un ser tripartita (compuesto por entidades separadas: espíritu- alma- cuerpo). Lo que parece sugerir la sintáctica griega de este pasaje es un ser total manifestándose en tres formas distintas. Mi dilucidar es que, los términos griegos generalmente traducidos como «espíritu, alma y cuerpo» son solamente percepciones alternativas para describir a la persona humana como un todo. Esto queda claramente expresado sintácticamente por los términos ὁλοτελής, holotelḗs «totalmente» y ὁλόκληρος holóklēros «entero» ya que ambos adjetivos aluden a su totalidad. En síntesis, la Biblia presenta al ser humano como un ser total cuya absoluta unidad se manifiesta en tres formas, esto es: πνεῦμα pneuma «espíritu», o sea, el aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh) de Dios, que da ψυχὴ psychē «vida» al σῶμα sōma «cuerpo» (Ge 2:7). Me parece que este pasaje describe detalladamente cómo surge la vida humana. El relato genesiano revela que Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh), y fue el hombre un (nephesh o néfesh «ser viviente»). El relato bíblico no registra que cuando la figura de barro fue insuflada, entrara un ente extraño (lo que algunos llaman [alma?]). Sencillamente dice que Dios insufló aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh) en la nariz de la figura de barro, entonces, vino a ser un (néfesh «ser viviente»). El relato genesiano no registra que el hombre llegó a ser un ser inmortal. La vida del ser viviente es consecuencia de la unión entre el polvo de la tierra y el aliento de vida (נְשָׁמָה neshamáh). No hay evidencia bíblica que sugiera que esa vida precede a dicha unión. La paráfrasis de la versión Nueva Biblia Viva, lo expresa de manera sencilla para los entendidos: «Entonces Dios el Señor formó el cuerpo del hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida. Fue así como el hombre se convirtió en un ser vivo» (Ge 2:7 NBV). Podríamos decir que es la combinación de estos elementos lo que hace que el hombre exista, por lo tanto, el ser viviente es un ente compuesto por el cuerpo físico, y la vida de Dios o el aliento de Dios (נְשָׁמָה neshamáh). El Tanaj traduce: «Formó [Vayyitser- יוצר ] Hashem Elokim con el ET [ ת א ] al HaAdam [al hombre] del polvo de la tierra [adamah] y naphach [sopló] neshamah [alma superior de chayim], y el hombre se convirtió en un nephesh [alma] viviente [vayyitser Hashem Elokim Et-haAdam afar minhaadama vayipach venaphach neshamah chayim vayehi haAdam lenefesh chaya:]» (Ge 2:7, El Tanaj). Al parecer, los traductores del Tanaj, influenciados por el helenismo traducen néfesh como [alma?] viviente. Interpolan la palabra [alma?] en el texto. Etimológicamente, el término «aliento de vida» corresponde al término original nishmat hayim. Nishmat es el estado construido de neshamá «aliento» y chayim o hayim es el plural de haya «vida». Los vocablos néfesh y psychē no sugieren la capacidad de existir independientemente del cuerpo ni se le identifica como una entidad inteligente. La mayoría de las confesiones religiosas han tomado los conceptos básicos del platonismo para definir la palabra néfesh erróneamente como [alma?]. A su vez conceptúan el [alma?] como un ente etéreo encarcelado en el cuerpo. Como había mencionado, según este concepto, cuando la persona fallece el [alma?] se desprende del cuerpo como una entidad superior y separada del mismo. Lo que denota que el cuerpo es mortal, pero el [alma?] es divina (inmortal). La mayoría de las confesiones religiosas perceptivas afirman que el [alma?] es naturalmente incorruptible; que posee vida propia para la cual se basta a sí misma. Pero el pensamiento mosaico diserta lo contrario. Según el pensamiento mosaico la néfesh «el ser viviente» no es eterno, tuvo su comienzo neshamáh «aliento de vida» (Ge 2:7) y tendrá su fin «...hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado, pues polvo eres, y al polvo volverás» (Ge 3:19). De acuerdo con Salomón, el aliento o soplo de vida tendrá su fin: «Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu [soplo de vida, רוּחַ rûwach, viento; por semejanza aliento, James Strong's] vuelva a Dios que lo dio» (Ecc 12:7). Este versículo sugiere que el ser viviente deja de existir en la muerte física, ya que sin el cuerpo el [alma?] no existe, puesto que el [alma?] aparecía luego de una unión entre el cuerpo y el neshamah proveniente de Dios. En Génesis 2:7 vemos el proceso creador de Dios, en Eclesiastés 12:7 vemos el proceso a la inversa. Este autor lo explica de la siguiente manera, «En la creación la chispa de la vida fue dada de parte de Dios, que es llamado neshamah, aliento; no néfesh, alma; en la muerte, la vida retorna a Dios. La muerte es la cesación de la vida. Al morir, el hombre deja de ser un alma viviente. Sin la carne, no hay alma. Sin el aliento no hay alma. Es que el hombre es un alma, no tiene una». (Recuperado de: https://pastor.adventistas.org/es/el-concepto-biblico-de-alma/). Entiendo la línea de pensamiento del autor, sin embargo, no concuerdo con la la expresión «el hombre es un [alma?]». Prefiero la expresión «un ser viviente» para evitar confusión. Si queremos hablar con propiedad, entonces, hay que prescindir de la palabra [alma?] porque no está contemplada ni en la literatura veterotestamentaria ni en la neotestamentaria.

Podemos sintetizar lo siguiente: la creencia de que tenemos un cuerpo mortal es bíblica, pero la creencia de un [alma?] inmortal no es bíblica. Ningún ser humano posee un [alma?] inmortal. Algunas confesiones religiosas basadas en Eclesiastés 3:11 aducen que tenemos un [alma?] eterna. Disertan que Salomón, escribió que el Señor «sembró la eternidad en el corazón humano» (Ecc 3:11 NTV). Estos biblistas parecen entender que la palabra «sembrar» (NTV) o «poner» (NVI) alude a que el [alma?], que ya existía (según ellos) fue provista en la creación del hombre. Una lectura diagonal del texto deduciría lo antes expuesto, pero el contexto no lo sugiere. En la construcción hebrea de este pasaje encontramos el sustantivo [עוֹלָם (ʻôwlâm 'Olam «eterno»)]. Aunque 'Olam se traduce como eterno, tiene un amplio campo semántico, por ejemplo, significa: siempre, antiguo, permanencia, eterno, alguna vez, por siempre, para siempre, duradero, largo, nunca, viejo, perpetuo, tiempo, veces, mundo, etcétera. Hay que ver el texto en su contexto. Demos lectura al mismo según la versión Nueva Traducción Viviente: «Sin embargo, Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, pero aun así el ser humano no puede comprender todo el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin». Otra versión reza: «Dios ha puesto el mundo en sus corazones» (JBS). Con toda probabilidad la traducción correcta sería, «Dios ha puesto la eternidad ('Olam) en sus corazones». Lo que el contexto sugiere es que hay algo puesto en el ser humano. En eso estamos claro. Pero, lo puesto en el ser humano no tiene que ver con un ente externo, sino el sentido del infinito en su corazón. El objeto en este pasaje no es el hombre, sino Dios. En el contexto adecuado sugiere que el ser humano en su interior tiene el sentido de la eternidad venidera. Este pasaje no sugiere que el ser humano tenga un [alma?] eterna. La Biblia no se contradice. De acuerdo con Salomón, el aliento o soplo de vida tendrá su fin: «Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu [soplo de vida, רוּחַ rûwach, viento; por semejanza aliento, James Strong's] vuelva a Dios que lo dio» (Ecc 12:7). Reitero, el ser humano no tiene un [alma?] eterna. Pablo, diserta que Dios dará vida eterna a los que perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad (Ro 2:6-8). Observe, el verbo [ἀποδίδωμι (apodídōmi es un futuro de indicativo, se traduce «dará, pagará», Ro 2:6)] y el verbo [ζητέω (zētéō es un presente activo, se traduce «los que buscan» en este caso «la inmortalidad» Ro 2:7)]. Estos pasajes sugieren que el ser humano no tiene un [alma?] inmortal. Observe este otro pasaje: «Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.» (1 Cor 15:53). Cuando Jesús regrese por los suyos, lo mortal se revistirá de inmortalidad. Esta metamorfosis se debe a que no poseemos un [alma?] inmortal. La Escritura no concibe una parte inmortal del ser humano. Sólo Dios posee inmortalidad (1 Ti 6:14-16), y la concederá a quienes creen en él en ocasión de la primera resurrección (1 Cor 15:51-54). A los creyentes platónicos, aristotélicos, pitagóricos, agustinos que afirman que el alma es inmortal los refiero a Ezequiel 18:20: «El alma (נֶפֶשׁ nephesh) que pecare esa morirá (מוּת mûwth) [...]». La Biblia es clara y contundente cuando afirma que Dios es el único que posee inmortalidad (1 Ti 1:17; 6:16) y la concederá a quienes creen en él en ocasión de la primera resurrección (1 Cor 15:51-54). Vemos que la semántica dada a nephesh por los promoventes del [alma?] inmortal no tiene nada que ver con razones lingüísticas gramaticales, sino teológicas para acomodarla a su cosmovisión.

Hemos visto que ni el ser humano, ni aquello a lo que le llaman [alma?] es inmortal. Si la enseñanza del alma inmortal natural no proviene de Jesús, ni de la iglesia del primer siglo, entonces, de dónde proviene. Permítame dilucidar lo siguiente, el relato genesiano (2:16-17) diserta que a la pareja edénica se le dio una orden: «no comerás» en alusión al fruto. Fíjese que no había nada malo en el fruto. Todo lo que Dios había creado era bueno (Ge 1:31). Por lo tanto, el asunto en esencia no era el fruto, sino el sentido de obediencia. Como expresa Alberto R. Timm, «Hay cosas que no son ni malas ni incorrectas en sí, pero Dios las ha elegido como prueba de obediencia». Hay algo significativo que el creyente no debe olvidar, y es que la obediencia no es optativa. Obedeces o desobedeces. Con respecto a la pregunta, ¿De dónde proviene la teoría de la inmortalidad del alma? Fíjese en las palabras del Señor: «Ciertamente morirán» (Ge 2:16-17 RVR 1960), pero Satanás lo contradice: «Ciertamente no morirán» (Ge 3:4 RVA 2015). Se podría deducir que la teoría de la inmortalidad del alma proviene de este ser. No provino de Jesús, ni de los apóstoles. Provino de Satanás «Ciertamente no morirán». Por supuesto, que esta mentira provocó el desliz de Eva. La toma de decisiones estaba en ella. Ella aceptó la propuesta del crótalo: «serás como Dios, sabiendo el bien y el mal» (Ge 3:5). Ser como Dios no implica solamente saber el bien y el mal, también implica ser inmortal. La inmortalidad es un atributo entitativo (natural) de Dios. Satanás deseó tener ese atributo. De hecho, él deseaba ser semejante al Altísimo (Is 14:13-15). Las palabras del crótalo «no morirán» sigue en la mente de la mayoría cristiana. Pero la Biblia afirma que la paga del pecado es muerte (Ro 6:23; cf. Hb 9:27). La pareja edénica fue sentenciada y murió. No hay nada en el relato genesiano que justifique que de ellos salió un ente incorpóreo que haya subido al cielo a morar con Dios.

La conclusión más plausible de nuestro estudio es que la enseñanza popular de las iglesias cristianas de que el alma es inmortal es errónea. Me parece que si Jesús hubiera querido enseñar o revelar la existencia de un alma inmortal se lo hubiera expresado objetivamente a sus discípulos. Les hubiera dicho, miren yo tengo que partir. Ustedes serán perseguidos y asesinados por mi causa. No tengan miedo. Tengo algo que decirles. Ustedes poseen un ente incorpóreo el cual nadie puede matar. Pero no lo hizo. Tal enseñanza no está en su currículo didáctico. Solo la iglesia popular y el protestantismo perceptivo cree en la existencia del alma inmortal. Ni Jesús, ni la iglesia primitiva enseñó tal cosa. Es un desatino de la iglesia popular y el protestantismo perceptivo. ¡Qué barbaridad!

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

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