noviembre 29, 2022

El abrazo de Dios

«Pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!» (Sl 91:4 DHH)

«No puedes haber sentido el abrazo de Dios si en algún momento de tu vida no te has sentido totalmente desamparado, inservible, bloqueado, terriblemente separado, alejado, obstinado, mudo, ciego y casi irremediablemente muerto. La única calificación que tenemos para que Dios nos mire con ojos de gracia, y quiera darnos su abrazo es precisamente nuestra soledad, la agonía por nuestro pecado y rebeldía» (Samuel Santiesteban)

El salmista aduce que Dios nos cubre bajo sus alas, y nos promete seguridad. Seguridad garantizada en su fidelidad. Fidelidad que es nuestro escudo de protección. Verdaderamente, Dios es fiel.

El abrazo de Dios es único. Dios extendió sus brazos en la cruz por amor a ti y a mí. «Mirad cuán gran amor nos ha dado el Padre...» (1 Jn 3:1 LBLA). Cuan confortable es escuchar su voz cuando susurra a nuestro oído, «Yo te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad» (Jr 31:3 DHH).

Aférrate al amor de Cristo cuando medites en el evento del Calvario. Allí se extendieron sus brazos. Déjate abrazar. Sentirás la seguridad que necesitas bajo su protección.

Ese afecto de Dios hacia a nosotros debe ser recíproco. El mismo afecto que debemos sentir por los demás. Alguien dijo que «Un abrazo, es una muestra de afecto, cariño y amor que resucita la esperanza y le recuerda al que enfrenta una tormenta de la vida, que hay que seguir luchando con la fe y la esperanza de que hay luz al final del camino. En fin, un abrazo tiene la capacidad de hacer la diferencia entre el espíritu angustiado y uno de paz; entre el corazón desesperanzado y uno lleno de aliento y energía, entre una vida que ha perdido la esperanza y otra que continúa luchando con coraje y determinación» (Rev. Jorge Cotto).

Abrazar es un acto sencillo y cotidiano que reporta múltiples beneficios para la salud, la felicidad y las relaciones (Gema Sánchez Cuevas).

Por aquello de la prevención en estos tiempos de pandemia, si es posible, ofrezca aunque sea a distancia un abrazo al prójimo en el nombre de Cristo. Un abrazo puede encaminar una vida. Un abrazo puede cambiar una vida. Un abrazo puede salvar una vida. 

Dios extendió sus brazos en la cruz por amor a ti y a mí. Ha abierto sus brazos por medio de Cristo. Nos ama con amor eterno.

Recibe su abrazo, «Pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!» (Sl 91:4 DHH).

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

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