octubre 22, 2022

Perdonados por su gracia

No podemos hablar del perdón y la gracia de Dios, sin antes hablar de la condición de una persona que no tiene a Cristo en su corazón. 

El estado legal del ser humano
Nuestro estado legal es el siguiente: "destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23) hasta que seamos transformados. Somos pecadores arrepentidos con una naturaleza caída que pasará por una metamorfosis en un abrir y cerrar de ojos cuando Cristo venga (1 Corintios 15:51-53).

Definición de pecado
Podemos definir el pecado como una "acción deliberada" contraria a la norma divina. Este es el sentido bíblico en 1 Juan 3:4. La versión Reina Valera traduce: "el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3:4). En la construcción griega de este pasaje encontramos el sustantivo [ἀνομίαν (anomían significa "ilegalidad", viene del adjetivo ἄνομος ánomos palabra compuesta de ἄν án como partícula negativa y νόμος nómos "ley", literalmente, "sin ley" "ilegalidad")]. La noción semántica etimológica no es "infracción de la ley", sino el rechazo de la ley misma. El rechazo a la expresa voluntad de Dios. Rebelión en contra de la voluntad de Dios para establecer la propia. Acción deliberada. Me gusta como lo expresa Darby: "El que comete pecado no transgrede la ley, sino que actúa sin ley. Actúa sin restricción porque el pecado es actuar sin la restricción de la ley o la restricción de la autoridad de otro. Obrar por voluntad propia. Cristo vino a hacer la voluntad del Padre, no su propia voluntad" (Sinópsis de John Darby). 

En la carta cursada por el apóstol Pablo, en su pequeña sección apocalíptica, plasmada en 2 Tesalonisenses 2:1-12, en específico el (v. 3) encontramos la expresión "hombre de pecado" [ἄνθρωπος ἁμαρτία ánthrōpos hamartía, literalmente, "el hombre sin ley")]. La semántica de esta expresión es significativa porque hace alusión al que obra por voluntad propia. Acción deliberada. El que se pone en el lugar de Dios. El que toma el lugar que le corresponde a Dios: "...oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o divinidad; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios" (1 Tesalonicenses 2:3-4, JBS). Este pasaje tiene una connotación con Génesis 3:1-7 con respeto a la toma de decisiones de Eva. En Génesis 3:6 encontramos el sustantivo femenino [תַּאֲוָה (taʼăvâh, "anhelo o deseo excesivo")]. Dios había creado a Eva, para que fuera ayuda idónea de Adán. Ayuda idónea significa "sentido de igualdad". Pero, la propuesta del crótalo (serpiente) "serás como Dios" llamó su atención. Ser como Dios significa adquirir su sabiduría: "La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría" (Génesis 3:6, NVI). En este pasaje encontramos el verbo hebreo [שָׂכַל (śāḵal, significa "hacerse sabio o alcanzar la sabiduría")]. La semántica etimológica de este verbo aduce que Eva, no quería alcanzar la autoridad de Adán, esa autoridad era idónea, sino que deseaba una autoridad máxima, a saber, ser como Dios. Fue creada para estar con Adán, en sentido de igualdad, pero deseó ser como Dios, conociendo el bien y el mal. En cierto sentido fue como Dios, en el sentido de conocer el bien y el mal (Génesis 3:22). Eva, tenía conocimiento del bien, solo conoció el mal. En vez de conformarse con ser creada a imagen y semejanza de Dios, quiso ser como Él. El resultado alcanzado: "destituida de la gloria de Dios". La mujer hecha a imagen y semejanza de Dios, optó por parecerse a Satanás, conforme a su imagen y semejanza. A la verdad que el pecado es algo terrible. Es rebelión abierta contra Dios. Cualquier cosa que va en contra de los principios divino es pecado. Cuidado con la toma de decisiones. No olvidemos a la pareja edénica. Su acción fue deliberada, por lo tanto, el pecado es una acción deliberada.

Hemos visto que el pecado es rebelión contra Dios. Más allá de transgredir una ley. La Biblia describe a los pecadores como "aborrecedores de Dios" (Romanos 1:30). La palabra traducida como aborrecer es [θεοστυγής (theostygḗs "odioso a Dios" "odiador de Dios". Este adjetivo denota un odio intenso hacia Dios. No hay nada de bueno en el ser humano. Así lo expresa el verbo hebreo [אָנַשׁ (ʼânash "desesperadamente malvado")]. A este verbo le antecede el adjetivo [עָקֹב (ʻâqôb "fraudulento" "contaminado" "engañoso")] (Jeremías 17:9). En otras palabras, los designios [pensamientos] de la carne son enemistad contra Dios (Romanos 8:7). Por naturaleza estamos enemistados con Dios.

Un autor de las Escrituras dice que la persona que no tiene a Cristo en su corazón vive para servir a la inmundicia y a la iniquidad (Romanos 6:19, RV 1960). Por otro lado, aduce: "Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios" (Romanos 3:10, 11; cf. Salmos 14:13).

La Biblia describe la condición del ser humano de forma deprimente: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?" (Jeremías 17:9). Cuando Cristo no mora en el corazón, el pecado se encarga de controlar a los seres humanos hasta el punto que sus mentes son hostiles a Dios, y no están en condiciones de someterse a su ley (Romanos 8:7, 8). 

La gracia de Dios 
Debemos ser conscientes que hay un poder extraño en nuestra naturaleza. No lo podemos controlar ni somos capaz de remediarlo. Me refiero a la lucha contra el pecado. Recuerde la lucha del apóstol Pablo: "¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Romanos 7:24). Recuerde las palabras de Jeremías: "Nadie puede cambiar el color de su piel, ni puede el leopardo quitar sus manchas; ¡tampoco ustedes pueden hacer lo bueno, pues solo saben hacer lo malo!" (Jeremías 13:23, TLA). Esta es la realidad de la persona que no tiene a Cristo en su corazón. 

¡Desalentador, verdad! Pero, hay buenas noticias. ¡Hay bondad para los desposeídos! "Nadie es comparable al Señor nuestro Dios, que reina allá en lo alto; y que, sin embargo, se inclina para mirar el cielo y la tierra. El Señor levanta del suelo al pobre, y saca del lugar más bajo al necesitado" (Salmos 113:5-7, DHH). Dios no abandona al desposeído "más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia" (Romanos 5:19, RV 1960). No importa cuán bajo hayas caído o cuán grande haya sido tu pecado, si hay arrepentimiento genuino, la gracia de Dios es suficiente para cubrirlo en aquellos que reclaman las promesas por fe.

Cuando una persona acepta a Cristo como su salvador, su condición de pecador habitual cambia a la de pecador arrepentido: "De modo que si alguno está en Cristo, es una nueva creación, las cosas viejas pasaron, he aquí son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). Ahora ya no vives tú, sino que Cristo vive en ti (Gálatas 2:20). Recuerda, la conversión es asunto de todos los días (Lamentaciones 3:22). Es posible que en la consagración a diario te sientas débil. Si sientes que tu corazón te condena, no vaciles en fijar tu mirada en Cristo Jesús. Recuerda las palabras de Juan: "...si nuestro corazón nos acusa de algo, Dios es más grande que nuestro corazón, y lo sabe todo" (1 Juan 3:20). Jesús dijo: "Velen y oren, para que no entren en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto; pero la carne es débil" (Mateo 26:41, RVA 2015). Es cuestión de mantenerse en oración y el estudio de la Biblia.

¡Sabes! Tú y yo somos bendecidos. Gracias al Padre celestial que nos mira a través de la justicia de Cristo. Si no fuera por los méritos de Cristo, estaríamos muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1, 5; cf. Colosenses 2:13). "Es por las misericordias del SEÑOR que no somos consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias." (Lamentaciones 3:22, JBS). ¡Bendito sea su nombre!

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

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