Una de las promesas que Jesús hizo fue que estaría siempre con nosotros: «He aquí yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28:20).
¿Qué tan consciente estamos de esta promesa, de esta realidad, de esta verdad cuando vienen circunstancias duras a nuestra vida? ¡Dios está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo! Hasta el fin de nuestra vida. ¡Bendito sea su nombre!
Repite conmigo estas palabras: Señor, recibo esta palabra. Dios mío, estremece mi corazón con tu palabra. Confieso que eres grande Jesús, ¡Eres poderoso! Tú caminas sobre las aguas, y también mandas que yo camine sobre ellas. Dios mío perdóname, porque hice mis circunstancias más grandes que a mi Cristo. Ahora, confieso que mi Cristo es más grande que mis circunstancias.
¡Gracias Señor! Recibo la fe, echo fuera el temor, echo fuera la impotencia y la angustia. Echo fuera la amargura y la duda. En tu nombre Jesús ¡Amen!
Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.
¡Bendecido día!
«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)
Prof. Benjamín López Rivera, MEd
Tomado y adaptado de Faithlife Sermons (Disponible en: https://sermons.faithlife.com)
Con excepción de las fuentes citadas, el contenido literario es propiedad del autor. Si desea compartir la información, por favor, dé los créditos a las fuentes citadas como también a: bibliondidaskalia.blogspot.com
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