octubre 21, 2022

¡Solo eran cuarenta días!

"Pasó la cosecha, se acabó el verano, y nosotros no hemos sido salvados" (Jeremías 8:20, NVI)

Este pasaje presenta la amarga situación por la que pasó el pueblo de Judá, en tiempos de Jeremías. Había pasado el tiempo de la cosecha, por lo que su condena era inevitable. Fue una advertencia para el pueblo de Judá, y lo es para nosotros hoy. Sabemos que el regreso de nuestro Señor Jesucristo está más cerca. ¿Cuándo será nuestro último verano? No lo sabemos. Si la muerte nos sorprende antes del regreso del Señor, entonces, será nuestro último verano. Jesús, prometió que vendría a buscar la cosecha final. Pero, es posible que cuando llegue, se tope con lamentos desesperados como en los tiempos de Jeremías: "Pasó la cosecha, se acabó el verano, y nosotros no hemos sido salvados". ¡Qué lamentable! Por qué descuidar una salvación tan grande para luego lamentarse (Hebreos 2:1-3).    

En Números 14 se cuenta la historia del pueblo de Israel. El relato dice que los israelitas iban de camino a la tierra prometida. Por el camino hubo quejas, murmuraciones, protestas, descontentos, disgustos. Decían: "¡Ojalá nos hubiéramos muerto en Egipto, o en este desierto! ¿Para qué nos trajo Dios a este territorio? 

Si eres un aspirante a la tierra prometida tendrás que pasar también por el desierto. Pero antes de pasar por el desierto tendrás que dejar el Egipto que llevas por dentro. No sé cuál sea tu desierto. No sé si tu desierto tenga que ver con lo económico, con alguna enfermedad; situación emocional, matrimonial, drogadicción, soledad, tristeza, en fin, no sé. Posiblemente, en el trayecto pensarás, ¿por qué Dios permitió que yo naciera? Mejor no hubiera nacido. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué tanto tiempo en esta situación? ¿Por qué a mí? 

El proceso será largo y tedioso. Tal vez no entiendas lo difícil del mismo. El porqué de las aflicciones. Pero, déjame decirte que no estás solo. Dios ha estado siempre ahí. Nadie llegará a la tierra prometida sin antes pasar por el desierto. Tu actitud determinará el efecto de tu aflicción. Toda aflicción tiene su propósito pero eres tú quien determina el camino a seguir. Es posible que las quejas, tus descontentos y disgustos dilaten el proceso. No olvides lo que pasó con los israelitas, ¡Eran 40 días! Ellos estaban a unos pasos para llegar a la tierra prometida. Pero, su descontento, desconfianza y desobediencia hizo de cuarenta días, cuarenta años. Peor aún, murieron casi todos en el desierto, excepto Caled, Josué y los menores de 20 años (Números 14:27-35). Cuántas bendiciones hemos perdido debido a nuestras quejas y disgustos.

No lo olvides, si vas de camino a la tierra prometida tendrás que pasar antes por el desierto. Puede ser que haya muchos caminos para llegar a la tierra prometida. Pero, solo hay un camino seguro. Ese camino es Cristo Jesús (Juan 14:6). El camino a la tierra prometida será difícil. Tanto así que Jesús, le dijo a uno de sus discípulos: —Pedro, escucha bien. Satanás ha pedido permiso a Dios para ponerles pruebas difíciles a todos ustedes, y Dios se lo ha dado" (Lucas 22:31, TLA). En el proceso vendrán aflicciones fuertes e inesperadas. El proceso será difícil. No te desesperes en tu peregrinar. Confía en Cristo Jesús. Él, es el camino correcto.

Reitero, el proceso será difícil. No te quedes en el pasado de las quejas y los disgustos. ¿Qué te hace pensar que el trato hacia ti será mejor que el que le dieron a Jesús? Él también pasó por el desierto de la aflicción (Isaías 53: Lucas 24:25-26, 46). Pero, en su proceso dependió solamente de la voluntad del Padre. Mi consejo es que hagas lo mismo. No será fácil pero verás que el viaje a la tierra prometida será diferente. Posiblemente, estás a unos pasos. Levanta tu mirada al cielo. Sí, levántala. Aunque sea por un poco de tiempo pero levántala. Invoca su nombre. Aunque no lo puedas ver, clama y él te responderá (Jeremías 33:3). Hazlo y verás que tu caminar con Dios será diferente (Romanos 8:28). Conocerás su voluntad (Romanos 12:2). Sé que al final dirás: "¡Hasta aquí el Señor me ha ayudado!" (1 Samuel 7:12).

No retrases el proceso con tus quejas y disgustos. Si continúas haciéndolo, lo lamentarás. Repetirás la historia del pueblo de Judá y tu lamento será: "Pasó la cosecha, se acabó el verano, y no he sido salvo" (Jeremías 8:20).

Mi camino hacia la tierra prometida no ha sido fácil ni lo será. Pero, una cosa sé, y a ella me aferro: "Para todo tengo recursos, en él que me da las fuerzas" (Filipenses 4:13). Sé que por la gracia de Cristo llegaré a la tierra prometida. Espero verte allá, en la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:1-2). No serán 40 días ni 40 años en el desierto de la aflicción. Será toda una vida de paz con Cristo Jesús por la eternidad. 

Que su Palabra pueda satisfacer su necesidad espiritual en este día. Confío que así será. Cuenta con mi Dios. Mi Dios es real. Mi Dios es Dios, porque únicamente él es Dios. Mi Dios sin igual.

¡Bendecido día!

«Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas!» (Pr 23:23 NVI)

Prof. Benjamín López Rivera, MEd

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